LOS MACITECTOS

LOS MACITECTOS

LOS MACITECTOS

(Versión libre de un cuento escuchado al Arq. Jorge Vivanco)*

 

Había una vez un pueblo en el que todos sus habitantes se dedicaban a la construcción de macetas. Se lo conocía como el pueblo de Los Macitectos.

Las construían de las más variadas formas y tamaños, las había cilíndricas, cúbicas, con y sin ornamentos, algunas amplias, espaciosas, contrastando con otras algo estrechas, quizás destinadas a guardar en ellas, pequeñeces.

El pueblo así, era feliz. Todos tenían trabajo ya que desde otras poblaciones acudían a él para solicitarle macetas, hubo incluso una época en la que no daban abasto con las numerosas peticiones, no obstante el hecho de que todos, absolutamente todos los pobladores eran constructores de macetas.

Un día, uno de los notables del pueblo convocó a una reunión aduciendo que tenía algo muy importante para proponer a la población. Una vez reunidos en la Plaza principal del pueblo, obviamente rodeada de pintorescas macetas, usó de la palabra expresando lo siguiente;

Señores -dijo- no puede ser que sigamos construyendo macetas de la manera en que lo hacemos, simplemente siguiendo la tradición constructora del pueblo y nada más que respondiendo a los requerimientos de los usuarios, tenemos que organizarnos y generar un ámbito donde se produzca el conocimiento de la construcción de macetas, se investigue los pormenores de esa disciplina, se enseñe la manera de hacerlas, se extienda hacia el medio como servicio generado en ese ámbito y todo con una gestión eficaz y eficiente, que permita interrelacionar todos los componentes de ese sistema, retroalimentándose con la propia producción, esto es, tenemos que fundar una Facultad de Macitectura.

Tan elocuente discurso, convenció a los pobladores y sin más trámite la Facultad quedó así fundada. Y comenzó a funcionar.

Pasaron algunos años y esa Institución crecía con cada vez más alumnos, docentes, personal administrativo, investigadores y, en los últimos tiempos, extensionistas.

Una tarde, una familia de una población vecina se dio cuenta que necesitaba una maceta, ya que un hermoso helecho que ornamentaba la entrada a su vivienda había crecido tanto que desbordaba la maceta que, hasta entonces, lo albergaba. Decidieron así viajar al día siguiente al pueblo de los Macitectos para adquirir una de mayor tamaño.

Muy temprano partieron hacia el destino prefijado y, sabedores que todos los habitantes se dedicaban a la construcción de macetas, golpearon a la puerta de la primera casa que encontraron a la entrada del pueblo.

Buen día -saludaron, al ser atendidos por los moradores de la vivienda- veníamos porque necesitamos una maceta para colocar un helecho que ha crecido hermosamente en estos años, y sabemos que ustedes, los de este pueblo, se dedican a construir macetas.

Cuanto lo lamento- contestó el macitecto, ante la creciente sorpresa de los recién llegados- no puedo ayudarles ya que no me dedico a construir macetas, soy experto en Teoría y Crítica de la Macitectura. Si les parece, puedo asesorarlos en el análisis, cuali y cuantificación de macetas, hablarles de las condiciones de producción de las mismas, tipologías, e incluso metodología para realizar comparaciones estableciendo analogías y diferencias entre macetas, pero no, macetas no hago.

-Muchas gracias- se limitaron a contestar y, estupefactos, partieron hacia la próxima vivienda. -Que raro- comentaron en voz baja, mientras partían.

Llegaron a la vivienda aledaña y, al ser recibidos por su ocupante, expresaron su requerimiento. Buenas -dijeron- veníamos porque necesitamos una maceta. Y repitieron el mismo discurso acerca del sorprendente tamaño de su helecho.

Que interesante -dijo quien los atendió- ya escuché historias acerca de estos helechos que crecen de esta forma, pero yo, la verdad, no me dedico ahora a la construcción de macetas, soy Especialista en Planificación Urbano Macitectónica, mi saber alcanza hasta las amplias escalas de la implantación de macetas, opino sobre las más convenientes a ubicar en cada sector de los jardines, las ciudades o el territorio, desde un enfoque sistémico pero no, macetas no hago.

Muchas gracias – respetuosamente saludaron los visitantes- hasta luego. Y se marcharon.

La sorpresa crecía en estas personas a medida que visitaban casa por casa, donde se encontraban con gente muy ilustrada, que alcanzaban saberes insospechados acerca de Semiología de la Macitectura, Macitectura Ambiental, Desarrollo Sustentable de la Macitectura, y otras disciplinas, por ellos absolutamente desconocidas, pero no conseguían quien pudiera, simplemente, hacerles una maceta como la que necesitaban.

El caso que más les llamó la atención fue un joven macitecto que les habló acerca de…” los nuevos paradigmas emergentes de los procesos de la producción de la macitectura en el contexto de la cultura globalizada, con epistemas transdisciplinares para la elaboración del discurso que funde el constructo de lo no-hecho…”

No menos singular fue la explicación dada por una bella y muy simpática macitecta que hizo referencia a su saber sobre… “las condiciones de producción de la macitectura analizadas desde lo diacrónico, lo sincrónico y lo acrónico referenciándolas al imaginario colectivo desde la senso-percepción sico-motriz ambivalente y yuxtapuesta en el espacio macitectónico…” (¡¿?!)

Advirtiendo que lo único que conseguían era una cada vez mayor confusión acerca de a qué se dedicaban estas personas, los visitantes decidieron marcharse a otros poblados tratando de encontrar alguien que se dedicara a la construcción de macetas.

Tal como se imaginarán, el pueblo cayó en desgracia, dejaron de requerirle macetas, que era su único sostén económico y, como no podía ser de otra manera, terminó desapareciendo.

Algunos creen avizorar resabios de lo que producían los macitectos antiguos en algunos proyectos de macitectura que los alumnos dibujaban (obviamente con dispositivos informatizados) en la Facultad, antes que esta también desapareciera.

 

Italo Barrionuevo

Tucumán, primavera del 2006.

*Esta es una versión libre de un relato que escuché en una charla que tuvimos con el Arq. Vivanco en la Sociedad de Arquitectos de Tucumán, cuando funcionaba en la calle Balcarce, creo que era el año 85.


Obra: Florencia SADIR. ST Instalación. Estructura sostén con estructuras de hierro, adobe y flores de corte. 2016.