NEOLIBERALISMO Y POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA

NEOLIBERALISMO Y POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA

Al liberalismo y a su sucedáneo, el neoliberalismo, les gusta presentarse como neutros y basados en evidencias reales. Todos sabemos que están tan impregnados de ideología como cualquier otra teoría económica. Este breve ensayo pone en evidencia los efectos sociales colaterales de aquella supuesta objetividad. Ernesto Fernández y José Juárez describen de qué manera la “aséptica” economía de mercado crea una lógica de exclusión reñida con la ética, al tiempo que destruye la política sanitaria a cargo del Estado, basada en el principio de la salud entendida como un derecho.

 

NEOLIBERALISMO Y POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA

Por Ernesto Fernández y José Juárez

 

“Sólo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.”

 Ramón Carrillo

 

El proyecto neoliberal comienza a gestarse en 1939, muchos años antes de lo que imaginamos, en Mont Pelerin (Suiza) y fue perfeccionándose durante décadas a través de una red internacional de instituciones y de intelectuales que dieron lugar a la consolidación de un pensamiento económico-político dirigido a producir argumentos de todo tipo que apuntaran fundamentalmente a combatir y desterrar el llamado “estado de bienestar”. Éste, había crecido al finalizar la Segunda Guerra Mundial con el objeto de desarrollar funciones regulativas y redistributivas de la riqueza, pero sobre todo como un paliativo ideado por Occidente a fin de poner un límite a la ilusión expansionista del comunismo[1].

Por su amplitud y su aparente ambigüedad, no es fácil definir claramente lo que significa “neoliberalismo”, pero nos ayuda revisar lo que manifestara el economista Hugo Ferullo en esta misma publicación[2]. Destacaré los siguientes puntos que me ayudarán a explicar en qué medida impactan sobre las políticas de salud pública.

  • Se trata de un proyecto cuyo objetivo es la instauración de una “sociedad de mercado que impone al Estado una visión según la cual, su funcionamiento efectivo constituye la única vía válida para definir toda la organización distributiva de los recursos de una sociedad.
  • En consecuencia, lo que dictamina el mercado es lo único válido y lo mejor que se puede conseguir en todos los aspectos de una sociedad. Entonces, corresponde a los ciudadanos aceptar sin resistencias lo que el mercado propone y exige simultáneamente.
  • Cada ciudadano obtendrá un estipendio proporcional a su contribución al proceso productivo, cualquiera sea éste.
  • Así, el pleno empleo, la justicia distributiva, el bienestar general o cualquier otra noción que haga referencia a una meta colectiva, son entelequias que no hacen más que engañar a la gente acerca de lo que realmente le corresponde.
  • Perversamente, es el propio Estado el que se retrae al tiempo que conduce a la sociedad a su estadío ideal de “sociedad de mercado”, objetivo político principal del proyecto neoliberal, respetando y haciendo respetar su mandato y promoviendo, como ya hemos comprobado en nuestro país, el uso de la violencia represiva.
  • La única libertad que debe respetarse es la llamada “libertad negativa”. Esto es la capacidad que tienen los individuos de obrar y decidir dentro del marco legal existente sin obstáculos ni interferencias, libres de cualquier tipo de regulación impuesta por el Estado.
  • El capital, tanto físico como financiero, posee primacía absoluta sobre el trabajo humano y entonces su propietario tiene absoluta libertad para convertir no sólo al trabajo propiamente dicho, sino a cualquier otro bien, como la cultura, la educación o la salud, en un insumo cuyo costo se debe minimizar.

A la luz de estos aspectos inherentes al neoliberalismo y, si entendemos a la salud como un equilibrio biológico, psicológico y social, concluiremos que también tiene posiciones marcadamente encontradas con esta definición puesto que, para concretar tal armonía, el Estado debe jugar un rol regulatorio central. En nuestro país, hasta nuestros días dura la influencia del Dr. Ramón Carrillo, primer Ministro de Salud Pública (1946-1954) quien durante el gobierno de Perón ideó y aplicó una política sanitaria bajo las siguientes premisas fundantes:

  1. Todos los ciudadanos tienen igual derecho a la vida y a la salud.
  2. No puede haber política sanitaria sin política social.
  3. Éstas deben estar a cargo del Estado.
Jorge Augusto CRUZ. Boceto para un sudario (de la serie MJOCR22051995) Transferencia sobre sábana con jugo de remolacha. Escala 1:1. 2017

Aún así, a partir del derrocamiento de Perón en 1955, el programa ideado por Carrillo fue deteriorándose paulatinamente y ya en la década de los ‘70 había conciencia de que no sólo nuestro sistema de salud sino el de toda América Latina era poco equitativo e ineficiente debido a su baja inversión económica. A partir de la Declaración de “Alma-Ata” (1978)[3] en la que se adoptó la meta de salud para todos, los ministerios del área en países de la región empezaron a extender sus servicios a poblaciones marginadas y rurales siguiendo los principios allí enunciados. El modelo aprobado estaba basado en los ideales de solidaridad y universalidad para el acceso a los sistemas de salud mediante la promoción de la atención primaria, de la prevención y de la participación comunitaria, es decir, de la democratización del cuidado sanitario. Sin embargo, tanto el orden biomédico de la atención sanitaria como la crisis económica que empezó poco tiempo después, abortaron aquella iniciativa y, para superar la crisis económica que comenzó en 1980, el Fondo Monetario Internacional (FMI) exigió a los gobiernos que recortaran los gastos en los sectores sociales, entre ellos los del área de la salud pública. La reducción de estos presupuestos provocó un deterioro aún mayor de los servicios así como el aumento de la insatisfacción de los proveedores y de los usuarios. Por si esto fuera poco, el Banco Mundial aprovechó la crisis para fortalecer su programa de préstamos al sector sanitario y a finales de la década de 1990 ya se había convertido en la agencia internacional que más dinero prestaba a los países en vías de desarrollo. En efecto, hacia 1999 ya había concedido empréstitos por un valor total de US$ 16.800.000 de manera que estamos en condiciones de afirmar que, apoyado en el poder de sus recursos, el Banco Mundial promovió una reforma de salud basada en la convicción de que el sector privado es más eficiente que el sector público y de que la función de los Estados es la de regular y no la de garantizar derechos. Siguiendo una ideología neoliberal, consecuentemente propuso la privatización del sistema de salud, su descentralización, su separación de las funciones de financiación y provisión, más la universalización del acceso a un paquete de servicios mínimos que cada país debía definir de acuerdo con sus propios recursos. En consecuencia, también estamos en condiciones de afirmar que, bajo la promoción de tales políticas, ni las intervenciones del FMI ni las del Banco Mundial han contribuido a mejorar los niveles de salud de las poblaciones y ésta es una de las causas por la que, en América Latina, los ‘80 son conocidos como “la década perdida” ya que se trata de un período marcado por el bajo crecimiento económico y los diversos problemas estructurales entre los que destacan la elevada inflación y la baja calidad de la salud pública, entre muchos otros.

El gobierno de Raúl Alfonsín, que representaba al sector más progresista de la Unión Cívica Radical, con el advenimiento de la democracia en nuestro país intentó la reconstrucción del Estado en base a la expansión del gasto social. Lamentablemente lo hizo en un contexto internacional desfavorable para las economías latinoamericanas porque los gobiernos de líderes como Ronald Reagan (EE.UU.) y Margaret Thatcher (U.K.) ya habían inaugurado un período de fuerte contracción monetaria en los países centrales, enmarcado en lo que se conoce como “revolución conservadora” que bloqueó el proyecto de Alfonsín no sólo porque había recibido un país fuertemente endeudado, sino también porque ya había dado comienzo la instauración del neoliberalismo, caracterizado por la especulación financiera y por una progresiva concentración de la riqueza. Negociar en estas condiciones resultaba imposible.

Es esta la razón por la que, en el proyecto neoliberal, el sector de la salud no se halla ajeno a su libreto y tanto en el propio EE.UU. como otros países no hegemónicos observamos una marcada tendencia a la mercantilización de su sistema.

Jorge Augusto CRUZ S/T (de la serie MJOCR22051995). Fotografía full color. Medidas variables. 2017.

Para ejemplificar el avance del neoliberalismo sobre el área de la salud pública tomaremos otro de los puntos que Ferullo menciona en su decálogo[4] en el que explica de qué manera éste, adopta del liberalismo clásico su concepto de “libertad de elección”. Al neoliberalismo le gusta imaginar que los seres humanos somos capaces de asumir decisiones completamente racionales y en perfecto uso de nuestras libertades. Naturalmente hace foco sobre el individualismo y también sobre la idea de que el mejor resultado se obtendrá si todos perseguimos nuestro propio interés racional es decir, comportándonos de la misma manera en que se conduce el mercado. Sin embargo, podremos ser capaces de tomar decisiones, pero el foco en nuestra libertad estrictamente individual pasa por alto cualquier análisis sistémico. Uno de los mejores ejemplos proviene de cómo la gente “decide” alimentarse, lo cual, como se sabe, es algo estrechamente relacionado no sólo con nuestra calidad de vida, sino con nuestra salud. En efecto, los individuos tomamos decisiones, pero lo hacemos a partir de opciones previamente definidas por fuerzas que están más allá de nuestro control, por ejemplo: el lobbing. Curiosamente, en EE.UU. el gobierno subsidia ciertos cultivos como el maíz lo cual garantiza la distribución de muchísima comida barata en forma de los populares pop corn, llenos de azúcares y de aceites poco saludables medrando la salud de su población que ya lidera el mayor porcentaje de obesidad del mundo[5]. Como se sabe, todo intento de cambio por una alimentación más sana deberá enfrentarse con las corporaciones de la industria alimenticia y su poderosa capacidad de hacer lobby (pensemos también en bebidas gaseosas como la Coca-Cola o la industria de los sandwichs de hamburguesas, del pollo y las papas fritas que, en el gran país del norte, consumen hasta los lactantes)[6]. Dejamos a la imaginación del lector asociaciones libres que pueda hacer de esta problemática con la de la industria farmacéutica, por ejemplo.

Regresando al sistema de salud de nuestro país, es importante conocer la manera en la que se halla organizado para realizar un diagnóstico acerca de los daños que le provocan los avances de la ideología de mercado. Así, el sistema de salud argentino se divide en:

  1. Subsector público, es decir el área de cobertura de salud y asistencia social a cargo del Estado, con sus policlínicos, sus hospitales polivalentes y monovalentes y sus Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) en los barrios.
  2. Subsector de la Seguridad Social que comprende el sistema de obras sociales.
  3. Subsector privado con sus clínicas, sanatorios, hospitales y empresas de medicina prepaga.

Es curioso observar que en países de constituciones garantistas como el nuestro, el principio de libre elección liberal aún se halla más asegurado que en los mismísimos países neoliberales como EE.UU. ya que los ciudadanos que no tienen acceso al sistema de salud privado aún pueden contar con el servicio que les ofrecen tanto el Estado como las obras sociales a través de los dos primeros subsectores anteriormente mencionados. En ellos priman los principios de solidaridad y de salud en tanto derecho sobre los que Ramón Carrillo había trabajado en la década de los años 40 para el diseño del sistema de salud pública argentina. Hoy éste se halla nuevamente en peligro pues, de acuerdo a las exigencias del FMI con el que hemos vuelto a endeudarnos, el programa de Cobertura Universal de Salud (CUS)[7] previsto por el gobierno de Cambiemos apenas prevé una canasta básica de prestaciones médicas, más allá de las cuales habrá que comenzar a pagar en forma individual. En efecto, en el modelo de economía de mercado del neoliberalismo, la condición humana se subsume a sus posibilidades económicas y transforma la salud en una mera mercancía en tanto que los pacientes devienen clientes cuya calidad de consumo dependerá de su poder adquisitivo, de manera tal que quienes no puedan acceder a calidad en prestaciones de salud, quedarán librados a su suerte.

 

[1] George MONBIOT. Neoliberalism. – The Ideology At The Root Of All Our Problems. https://www.theguardian.com/books/2016/apr/15/neoliberalism-ideology-problem-george-monbiot

[2] Hugo FERULLO Decálogo del neoliberalismo. http://sinmiga.com/2017/05/28/decalogo-del-neoliberalismo/

[3] La conferencia internacional sobre atención primaria de salud de Alma-Ata, realizada en Kazajistán desde 6 al 12 de septiembre de 1978, fue el evento de política de salud internacional más importante de la década de los setenta. La conferencia fue organizada por la OMS/OPS y UNICEF.

[4] Hugo FERULLO, op.cit.

[5] http://cnnespanol.cnn.com/2017/06/12/un-tercio-de-la-poblacion-mundial-tiene-sobrepeso-y-ee-uu-lidera-los-indices/, http://www.noticiasrcn.com/bienestar-salud/aumentan-las-cifras-sobrepeso-y-obesidad-eeuu o

https://www.infobae.com/america/eeuu/2017/10/18/la-lucha-contra-la-obesidad-en-los-estados-unidos-fracasa-la-sufre-casi-el-40/

[6] What Was Liberalism? #1 Ideology & Violence | https://www.youtube.com/watch?v=VlLgvSduugI&t=198s

[7] https://www.infobae.com/politica/2017/10/04/que-es-la-cobertura-universal-de-salud-y-como-funcionara/

https://www.boletinoficial.gob.ar/DetalleNorma/148913


Ernesto César Fernández
Referente del Manifiesto Argentino-Tucumán, es médico graduado en la Facultad de Medicina de la UNT (1976), diplomado en Salud Pública en la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid (1995, España) y médico Generalista de Centros de Salud de Albacete y Baza (2001-2015, Granada, España). También se ha desempeñado como Director de Promoción de la Salud 1983), como Secretario de Estado de Bienestar Social (1985) y como Jefe del Departamento de Prestaciones Sociales de PAMI en la Provincia de Tucumán (1989).
José Juárez
También miembro del Manifiesto Argentino-Tucumán, es bioquímico egresado de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC (1991); residente en el Laboratorio de Clínica General del Hospital de Clínicas de Córdoba(1992), trabajó como integrante del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de Santiago del Estero(1993-1999);se desempeñó como personal de planta del Laboratorio de Hemoderivados de la UNC (2001-2007) u actualmente trabaja en el laboratorio de bacteriología del Hospital Padilla.

Imagen de tapa: Jorge Augusto CRUZ. El paciente (de la serie MJOCR22051995) Fotografía full color. Medidas variables. 2017