Bioeconomías: una necesidad que se transforma en realidad

Bioeconomías: una necesidad que se transforma en realidad

Por Alejandra Martínez

Bioeconomías: una necesidad que se transforma en realidad

Las sociedades actuales enfrentan el desafío de avanzar hacia el remplazo de materiales fósiles (petróleo) por bienes y servicios obtenidos a partir de recursos renovables. El desarrollo sostenible (sustentable) se define como aquél capaz de satisfacer las necesidades de la generación actual sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras para satisfacer las propias. Debido a la creciente demanda de alimentos, energía y bienestar para una población en aumento, sumados al agotamiento de recursos naturales por explotación desmedida y el consecuente desequilibrio ambiental, más que nunca se requiere de la creatividad para resolver estos problemas.

La transición hacia economías de base biológica – bioeconomías – requiere de la investigación y desarrollo de procesos “verdes”, eficientes y sostenibles, diseñados de manera que permitan el aprovechamiento integral de materias primas, incluso de sus residuos, con una creciente eliminación de los mismos y del uso de materiales tóxicos y contaminantes. Esto requiere de un cambio de paradigma en los conceptos de eficiencia de procesos, para poner en valor los daños ambientales. Más aun, frente a las ecuaciones que desde un punto de vista económico sólo consideran como factores el trabajo, el valor material o – lo que es diferente- el precio, hoy se consolida en el mundo la Ecología Política. Esto implica insertar la variable ambiental en el diálogo entre la economía del desarrollo y la atención de los problemas de exclusión, distribución y justicia, en los cuales el Estado debe ser el orientador y distribuidor fundamental de los recursos.

En este contexto, la relación de la vida política, económica y social de la humanidad se apoya en varios actores, dentro de los cuales la ciencia tiene un rol fundamental. La misma es responsable de la formación de recursos humanos y de generar conocimiento y, en consecuencia, de modificar la frontera de lo conocido. En definitiva, esto se traduce necesariamente en un espacio en que la ciencia y la tecnología se potencian mutuamente para generar recursos económicos y bienestar.

El Noroeste argentino tiene una posición privilegiada en cuanto a la abundancia de recursos renovables, principalmente en biomasa vegetal energética y residuos de la agroindustria, además de la disponibilidad directa de energía solar. Desde el punto de vista de la Bioeconomía, debemos destacar la infraestructura existente en Tucumán para transformaciones – producción de azúcar, etanol, levadura, aceites esenciales- que la posicionan en ventaja respecto de otras regiones.

Por materia prima, entendemos la biomasa vegetal. Las plantas son excelentes “transformadoras” de la energía sola; constituyen el recurso renovable más abundante en el planeta y, por ello, adecuado para la creciente demanda de productos biocompatibles. Sin embargo, un pequeño porcentaje de esa energía es transformada en forma de alimento y una cantidad mucho menor para biocombustibles y otros  bienes. En efecto, la gran mayoría de la biomasa vegetal no es utilizada. En todas las regiones agrícolas de la Tierra, una gran cantidad de las partes estructurales de los cultivos – como paja o tallo de trigo y maíz, bagazo de caña de azúcar, cáscara de cereales y muchos otros – se descartan en gran medida. Esto es debido a un  insuficiente desarrollo de los procesos tecnológicos que permitan convertirlos de manera eficiente en productos de mayor valor agregado.

Los microorganismos producen enzimas, que son herramientas biotecnológicas que la naturaleza ha diseñado a lo largo de millones de años para que los mismos obtengan nutrientes utilizados para crecer usando los recursos de su hábitat, nuestro plantea. Dichas enzimas son moléculas capaces de catalizar, esto es, favorecer o acelerar el desarrollo de un proceso. Son, por lo tanto, catalizadores biológicos o biocatalizadores.

Existen diversos enfoques científicos en esta temática. En nuestro grupo trabajamos en la generación de conocimientos básicos y herramientas para el desarrollo de enzimas de origen microbiano, adecuados para tecnologías que permitan aprovechar la biomasa vegetal de manera sustentable. A través de la exploración de la reserva genética de la naturaleza y del estudio de la fisiología y la bioquímica de microorganismos y de sus enzimas, y también por medio de la optimización de bioprocesos de fermentación, el objetivo de nuestro trabajo es contribuir de manera eficaz al aprovechamiento de la energía química contenida en plantas y sus residuos para la generación de bioproductos hacia la construcción de economías de base biológica.


M. Alejandra Martínez
M. Alejandra Martínez forma parte del Ateneo Científicos Tucumanos. Es Investigadora de CONICET en PROIMI (Tucumán), y Profesora en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán. Es Bioquímica egresada de la UNT, donde realizó también su doctorado. Su trabajo posdoctoral en la Universidad de Lund (Suecia), se enfocó al desarrollo de tecnologías y productos “verdes” a partir de recursos renovables.