ENSAYANDO

ENSAYANDO

Carlos “el Chino” Zannini plantea como imperativa la necesaria empatía de los que ejercen la política con las comunidades a quienes representan. En este breve ensayo, escrito en exclusividad para SIN MIGA, arriesga que no sólo los intereses de clase, sino la ausencia de identificación con su propio pueblo son las razones determinantes por las que, insensiblemente, el gobierno de Mauricio Macri promueve y facilita la concentración de la riqueza en desmedro de las mayorías populares. Así, en tan sólo un año de gobierno, ha logrado destruir tanto su capacidad de consumo como el empleo, dejando en la intemperie a vastos sectores de la población argentina.

 

ENSAYANDO 

por Carlos Zannini

 

La actividad política exige, a diferencia de otras prácticas, como la científica, por ejemplo, un poder de dramatización de la vida que permita predecir las consecuencias de las medidas que se adoptan. Es que dichas medidas recaerán sobre las mujeres y los hombres comunes de manera tal que una hipótesis errada afectará sus vidas, para bien o para mal.

Los políticos ineptos ignoran que con sus medidas de gobierno hacen sufrir a seres concretos, de carne y hueso. Se necesita imaginación para gobernar, imaginación iluminada por una simpatía por la humanidad como fuerza moral. La capacidad para darse cuenta de las carencias de los hombres y mujeres de una ciudad, una provincia o una Nación, de sentir sus necesidades y de actuar para satisfacerlas es lo que alimenta al político en su poder de predicción, guiando su accionar, si verdaderamente persigue el bien común. Con acierto se ha sostenido que un hombre político es grande en la medida de su poder de predicción, y que un partido político es fuerte en la medida en que disponga de una cantidad de hombres que posean esa fuerza.

El actual gobierno nacional encuentra gozo y solaz en el reconocimiento de sus errores. Y es difícil encontrar un asunto en el que no haya errado, o no haya llegado tarde, o no haya dejado pasar el tiempo sin hacer nada, de modo que agrava los problemas y nada, o casi nada, termina por hacer bien. Lo peor es que lo que denomina “errores” son en realidad crímenes y sus pocos “logros” se alzan como gigantescos problemas que habrá que resolver en el futuro.

Para aclarar lo que decimos, nada mejor que un ejemplo: el desastre que han provocado con el programa “Ahora 12”. Este plan, ideado por el gobierno anterior, consistía en una ayuda del Estado, que soportaba una parte del costo financiero para que el consumidor pudiera comprar en cuotas sin interés un buen número de productos. Su finalidad era apoyar el consumo popular y promover el desarrollo del mercado interno, con el cuidado de las fuentes de trabajo que ello implica. Sin embargo, con el oculto objetivo de disminuir la participación colaborativa del Estado (que se aprecia sólo como gasto fiscal) y con el explícito fin de aclarar cuáles eran los precios de contado real, uno de los vicejefes de gabinete del gobierno actual alteró el mecanismo eliminando las cuotas sin interés, argumentando hipotéticas ventajas del pago al contado bonificado o, en su defecto, su pago en cuotas pero con elevados intereses. Así, la capacidad de dramatización para ponerse en el lugar de los usuarios del “Ahora 12” fue por lo menos equivocada, ya que se predijo el incremento de las ventas de contado, como consecuencia de la probable baja de precios. Lo que sucedió, una vez llevada a la práctica esa idea, fue que las ventas cayeron y hoy hay cientos de fábricas cerradas, con pérdida de miles de puestos de trabajo a causa del…¿error?

La compra en cuotas era la única posibilidad de acceso a bienes que tenían los consumidores de las clases media y baja, a raíz de la fuerte caída de sus ingresos y del incremento de sus gastos, al tener que afrontar las nuevas tarifas de los servicios. Esta situación ha llevado a la pobreza a millones de argentinos. No obstante, este gobierno de CEOs devenidos políticos no pudo predecirlo ni anticiparlo

Dicen que “Ahora 12” era un plan “populista” que se suspendió por una exigencia de las grandes cadenas de venta. Dicen que ahora ajustan porque el Estado no puede gastar lo que ponía para solventarlo. Dicen también que ahora van a reponer el programa “Ahora 12”, como también dicen que no harán clientelismo con los créditos del Progresar que anteriormente se sorteaban en Lotería Nacional. Dicen… Cada vez es más difícil creerles porque arruinaron algo que funcionaba muy bien, y con las medidas que tomaron, obturaron la movilidad del mercado interno, que a través del consumo permitía sostener puestos concretos de trabajo en fábricas medianas y pequeñas de productos argentinos. Sospechamos que la apertura indiscriminada a productos que implican más bien la importación de salarios externos es algo que hicieron a sabiendas, con la finalidad de la precarización laboral y de la destrucción de un “modelo” razonablemente autónomo. Sin dudas, el hecho demuestra que existe esa incapacidad de dramatización que los llevó a esperar aplausos y, en cambio, recibieron silbidos. De allí la sorpresa y la marcha atrás, como cuando por otro “error” robaban a los jubilados “sólo” unos ¡tres mil quinientos millones de pesos!

Estos CEOs que vinieron a la política para apoderarse de su poder regulador y para regular como les conviene a ellos, con el fin de hacerse más ricos, aman supuestamente la democracia, al punto de que se “sacrifican” descendiendo a la vida política y a la actividad de gobierno y dicen también que respetan la república, pero con total seguridad podemos ver que desprecian a las personas de carne y hueso.

No gastemos más palabras. La gente ya se ha dado cuenta: gobiernan para ellos, para los ricos. Sabemos para dónde patean y dónde terminan. ¡Que a mí no me la cuenten! Queda absolutamente claro que no saben ponerse en un lugar que les permita comprender que la República Argentina está compuesta por seres que viven, trabajan y mueren. Ellos habrán “caído” a la política, pero no sentirán nunca la realidad. Seguirán “ensayando”. 


Carlos Alberto Zannini
Cordobés, hijo de un albañil y de un ama de casa. Durante su juventud militó en Vanguardia Comunista, hasta que finalmente ingresó al peronismo. Fue secuestrado y luego preso político durante la última dictadura. Ya en libertad, completó sus estudios de abogacía y regresó a la militancia junto a Néstor Kirchner y Cristina Fernández en su nueva provincia de residencia, Santa Cruz. Fue secretario legal y técnico de la presidencia de la Nación Argentina entre 2003 y 2015, año en el que acompañó a Daniel Scioli como candidato a vice-presidente por el FpV.