Crónica de casi el mejor llamado… y lo que vino después

Crónica de casi el mejor llamado… y lo que vino después

Crónica de casi el mejor llamado… y lo que vino después

por Esteban Lisandro Herrera

 

“Hola Esteban, necesito pedirte un favor…” Así arrancó la conversación telefónica con Lorena, una querida compañera de Abuelas de Plaza de Mayo (ella también busca a su hermano). Sabía que no estaría llamando ella si el motivo fuese informarme que habían encontrado a mi herman@ menor, ya que estoy al tanto de quién realiza “ese” llamado.

Me enteré, unas horas antes que los demás, de la aparición de Marcos Ramos, nieto 128. Debido a mi procedencia tucumana y al hecho de estar radicado en Buenos Aires, las Abuelas pensaron en mí para recibir en el aeropuerto a los hermanos y al tío de Marcos, que venían para estar presentes en la conferencia de prensa donde se anunciaría la nueva restitución. La idea era hacerlos sentir lo más cerca de su hogar como fuera posible.

Empecé a contar las horas para encontrarme con estos comprovincianos. Sin aún conocerlos, ya les tenía reservado un lugar especial en mi corazón. Esperaba ver en ellos la felicidad que deseo sentir cuando encuentre a quien aún busco. Y no saldría defraudado. Ya en el viaje desde el aeropuerto al hotel, junto a Gustavo (otro compañero de Abuelas), charlamos con Camilo e Ismael (hermanos de Marcos) y Ramón (tío). Compartimos historias, tan parecidas y tan distintas. Tan parecidas en el dolor de las ausencias, en la necesidad de una respuesta, en la vida que nos obliga a ser fuertes, al faltarnos los recuerdos de la voz y el tacto materno. Tan distintas en casi todo lo demás. Y es que la dictadura no discriminó a ningún sector social a la hora de perpetrar sus crímenes. Pero la lucha de nuestras madres era la misma, buscaban un futuro mejor para todos.

Estos hermanos se criaron en el interior de la provincia, apoyados el uno en el otro. Durante la tardía cena, la felicidad de encontrar al tercer hermano se sentía en cada palabra, en cada gesto, en cada sonrisa. El agradecimiento era mutuo. El suyo por la compañía, el mío por la esperanza. Nos despedimos luego del intercambio de experiencias y expectativas para el futuro, y después de haber charlado mucho sobre el encuentro que tuvieron con Marcos.

Al día siguiente, nuevamente los esperé para acompañarlos a la sede de Abuelas, donde sería la conferencia. Pude ver la única foto que tienen de su madre, cuando la compartieron con las pocas Abuelas que nos quedan. En la intimidad de esa reunión, no paraban de agradecer el enorme trabajo que realizan y vienen realizando desde tanto tiempo atrás.

Luego llegaría la vorágine de la conferencia. Sala llena de periodistas y amigos de la institución. Tanto, que a pesar de acompañar a los familiares, tuve que quedarme del otro lado de las cámaras. No me importaba, la alegría del momento era lo más importante. Me retiré hacia atrás, donde me crucé con el resto de los compañeros. Y es que la aparición de una nueva nieta o nieto siempre es recibida en el seno de la institución con festejos por parte de todos. La búsqueda es colectiva, y el sentimiento es compartido por las Abuelas, los nietos ya encontrados, los hermanos que aún buscamos, el resto de los familiares y colaboradores. Los mensajes de los que están lejos y no pueden estar en persona no dejaban de llegarnos. Llegaría la frase de Camilo que todo lo resume: “Es la restitución de 42 años de amor no vivido”.

Más tarde, al darse por terminado el comunicado de prensa por la restitución de Marcos, hubo otro momento colectivo para que la familia del nuevo nieto pudiera conocer al resto de los que trabajan en la institución, acompañado de sánguches de milanesas caseros, especialmente armados para la ocasión. Nuevamente, la humildad y el reconocimiento a todo el equipo era lo que sobresalía. Pero por sobre todo, se habló mucho del acompañamiento que va a recibir Marcos en este período de adaptación. Nuevos lazos se forjaron, y el futuro con renovadas esperanzas es la meta en común.

Llegaba el momento de despedirse, de volver a los pagos, de un nuevo reencuentro con Marcos, en lo que esperamos pueda ser una sana costumbre. Los vi partir, con ganas de ayudar a su hermano menor a recuperar su verdadera historia y familia. Y yo me quedé, ahí, contento de haber compartido un poco de todo eso, de haberlos conocido. Contento porque en Tucumán la Memoria puede traernos alegría y amor. Contento de saber que aunque la búsqueda no se termina hasta que aparezca el último, cada identidad restituida nos acerca a ese objetivo y nos llena de fuerza.

¡Bienvenido a la verdad, Marcos!

 

Esteban Lisandro Herrera
Hijo de Georgina Sergia Simerman, desaparecida el 12 de mayo de 1977 cuando cursaba el 3er mes de embarazo.

Imagen de tapa: Atilio Orellana, Fotografía digital. Una mujer observa una bandera con imágenes de desaparecidos en las afueras del Tribual Oral Federal de San Miguel de Tucumán. Juicio “Arsenal Miguel de Azcuénaga y Jefatura de Policia s/ secuestros y desapariciones”. 2013.