¿Por qué soy peronista?
Sin Miga convocó a tres jóvenes militantes peronistas para que contestaran esta simple -o no tanto- pregunta: ¿Por qué soy peronista? Las respuestas revelan una profunda comprensión de lo que el movimiento peronista representa, como la gran bisagra histórica que fue para el bienestar y la felicidad de la clase trabajadora, a la vez que demuestran que las y los jóvenes que conforman la capa más reciente del peronismo, han llegado para quedarse, formarse y seguir expandiendo y llevando a cabo los pilares de la doctrina peronista: la justicia social, la soberanía y la independencia económica.
¿Por qué soy peronista?
Martina Aredez
Mi primera impresión del peronismo fue a los 10 años, cuando mi mamá trajo a casa un banderín impreso que le había regalado un gran compañero militante. Por ese entonces, ella pasaba mucho tiempo en reuniones y actividades de su organización. En esa bandera acromática colgada en su habitación conocí a Eva, una mujer que, a partir de allí, se eternizaba en mi memoria, sonriente y con el pelo suelo, de camisa y saco.
Aun así, eso no se traducía en una adherencia familiar al movimiento. Nacida en una clase media (muy) baja, mi mamá sostenía que su admiración era sólo a la aclamada abanderada de los humildes. Por su parte, mi papá, devenido de una historia familiar cruzada por lo más oscuro de la historia reciente, creía que habían sido las malas decisiones de aquel movimiento las que habían definido el destino de nuestra interrumpida democracia. Crecí así, con las contradicciones propias que guarda el peronismo en lo más profundo de su ser y, probablemente, mi decisión de estudiar historia me ayudó en parte a resolver esas cuestiones.
Fue a los 16, en mi primera actividad territorial, cuando viví al peronismo en carne propia. La jornada consistía en construir hornos ecológicos junto a las familias que residían en el barrio Néstor Kirchner, donde las casas más ostentosas eran prefabricadas y de 4×4 m, y las calles y veredas no existían. Desde ese día, y confirmándolo con la organización que supimos construir durante los años de neoliberalismo, entendí que sólo el pueblo salvaría al pueblo. Que el pueblo es uno y son muchos a la vez y su poder se encuentra en reconocerse aún en medio de las diferencias, en su heterogeneidad, en su fuerza, en su irrupción constante. Que las y los trabajadores unidxs y organizadxs son quienes sostienen aquello que sabremos construir, reivindicando a los más humildes de los nuestros y a los más leales a la patria.
Milay Correa
Como muches de mi generación, llegué al peronismo de la mano de Néstor y Cristina. De Perón y Eva se había hablado mucho en casa, en los diarios, en la escuela, en la tele. Pero yo no sabía qué era ese sentimiento de la Justicia Social al que todos hacían mención hasta que en mi último año del secundario lo vi. Tenía nombre y se llamaba resolución 125. Con 17 años, a mí, nacida en los desesperanzados noventa, me hacía entender que desde la política se podían poner límites a las corporaciones económicas.
Parece gracioso, pero la imagen, los colores y las personas que estaban a mi alrededor cuando conocí la 125 están frescas como si todo hubiese pasado ayer. Ahí empecé, ahí fue que no paré.
Ya en la facultad encontré mi espacio peronizador donde conocí compañeres valiosísimos con quienes soñamos (y seguimos soñando) transformarlo todo. Me lo presentaron a Cook, me presentaron la historia de Montoneros, me hicieron entender el peronismo del que hablaba mi abuelo.
Una mañana del 2010 (todo parece estar cumpliendo diez años este año), salimos a censar, era el pedido que nos hacía Néstor y lo estábamos cumpliendo. Ese mismo día aprendí lo que era tener un padre político, un padre de la militancia, ese mismo día cuando lo despedíamos y no parábamos de llorar.
Me acuerdo que esa noche, comiendo unas pizzas con gusto a lágrimas, alguien dijo “De todas maneras la conductora de todo esto siempre fue Cristina”. El peronismo también me dio eso, el privilegio de ser la juventud conducida por la mujer más maravillosa que nos dio la política.
Me cansé de escuchar personas quejándose de no entender al peronismo, que cómo es eso que junta montoneros, menemistas y kirchneristas. Que no se entiende, que hay muchos matices mezclados ahí y que a fin de cuentas Perón era un viejo facho. Como si el peronismo fuera solamente Perón. Como si el peronismo no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueada en la mitad del patio.
Es esa consigna que te dice que la patria es el otro, es esa foto vieja de mi abuelo en los ferrocarriles de Tafí Viejo, es Evita entregando máquinas de coser, son los derechos de los trabajadores, es ese aniversario del voto femenino, es el matrimonio igualitario, es la ley de identidad de género, son las mujeres del Ellas Hacen, son los niños yendo a la escuela gracias a la AUH, es cómo pudimos resistir esa pausa neoliberal de cuatro años cuando quisieron robarnos todo, es volver a ponernos de pie los 17 de octubres, cantar la marcha abrazados y reafirmar nuestra lealtad.
Soy peronista porque ser peronista, es irresistible.
María Eva Amarú Orlando
I
Soy peronista por procedencia popular y de útero justiciero. Mientras yo estaba en su panza, mi vieja seguía dándole pelea a Bussi en tiempos democráticos. Toda la sangre que bombeaba era de lucha. Soy peronista por procedencia popular, criada a la par del Chivero, La Bombilla y El Sifón, donde en la casa de mi abuela siempre se multiplicaron las alegrías y se dividieron las tristezas con quienes más lo necesitaban.
I
Soy peronista por convicción personal y comprensión histórica. Le pese a quien le pese, hace 75 años que este movimiento es el puente entre las conquistas civiles y la clase trabajadora, los humildes y las minorías.
I
Soy peronista porque amo profundamente a este país. Me corre por las venas el convencimiento de que la construcción de uno más justo, libre, soberano y solidario es posible. Me guía el optimismo y la convicción de sabernos agentes de cambio pero de que, también,
no hay conquista que no sea colectiva.
I
Llegar al 75 aniversario del 17 de Octubre con un gobierno Peronista, fue una lucha y conquista colectiva. ¡Vamos a volver! y ¡Alberto Presidente! coreábamos para mitigar el dolor de ver una tierra arrasada. Cantábamos sin saber que además de recibir un país quebrado, nos enfrentaríamos a una pandemia mundial. Con una cuarentena que sirvió para volver a hacer existir un Ministerio de Salud, reactivar el Conicet, congelar tarifas, quitar intereses a monotributistas de hasta un 42%, entre otras medidas. Si llegaron hasta aquí, les propongo un ejercicio a propios y ajenos ¿Se imaginan una pandemia gestionada por la derecha?
I
Bueno, dejémonos de joder. Abandonemos purismos y especulaciones, es momento de ser leales y bancar los trapos porque quien pensó esta jugada magistral es nuestra mayor garantía y volvió para poner a la Argentina de Pie.
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El peronismo no se aprende ni se proclama, se siente como se siente en carne propia el dolor ajeno de quienes más necesitan.
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Soy peronista porque de otra forma, no existiría.