CETRANS: La escuela travesti en Tucumán

CETRANS: La escuela travesti en Tucumán

Evidenciando contradicciones de nuestra sociedad, Fabián Vera del Barco desenmascara que la revolucionaria ley 26.743 no ha logrado desterrar la ignorancia y el prejuicio. Así, devela la identidad de género como una construcción cultural que supera y complejiza las meras asignaciones de la biología, al tiempo que, desde la escuela trans recientemente fundada, milita por su reconocimiento como un derecho inalienable de la condición humana.

 

 

CETRANS: La escuela travesti en Tucumán

Por Fabián Vera del Barco

 

Desde el año 2012, Argentina cuenta con la ley 26.743 de identidad de género, que permite el reconocimiento legal del nombre de pila autopercibido y la atención médica gratuita respetando la identidad de las personas trans.

¿Qué significa trans? Es el apócope de travesti, transexual o transgénero, todas palabras que señalan identidades sexuales y de género disidentes, hasta hace poco consideradas delictivas.

A todas las personas se nos asigna un sexo en el acta de nacimiento cuando llegamos al mundo. Esta asignación la define el sistema biomédico de acuerdo a los genitales. Incluso cuando los cuerpos no son muy claros para el sistema (tal el caso de las personas intersex), es una exigencia social instalar a la personita en un régimen de sexo binario: masculino o femenino. La sociedad misma pide, a cada paso, esa identificación, no ya genital, sino cultural: hay expectativas de vestimenta, comportamientos, gestos, gustos y hasta valores que se corresponden con ser hombre o ser mujer. Los hombres no lloran, las mujeres son más confidentes, los varones son torpes, las mujeres cuidadoras… y la lista continúa hasta el infinito, intentando cumplir el ideal de complementariedad entre macho y hembra, como una norma a seguir por todo el mundo.

Las personas trans han roto ese modelo. Han decidido que en su vida, porque así lo sienten, lo que dice su DNI no se corresponde con su identidad real, ni con sus deseos, sus gustos o su vestimenta. Han desafiado la heteronorma y el binarismo de género.

Argentina es el primer país del mundo que les reconoce el derecho base de todos los derechos: el derecho a ser, sin patologizarlas. En otros países, para cambiar el sexo registral debe intervenir un psiquiatra y diagnosticar “disforia de género” de acuerdo a la lista de trastornos mentales. La misma lista que incluía hasta hace pocas décadas a la homosexualidad como enfermedad. Asimismo, en otros lugares las personas trans son medicalizadas, encerradas o incluso asesinadas. O, como aún sucede en todo el planeta: son dejadas a su suerte para caer en las garras de la violencia y la intolerancia de la normalización.

En Argentina el promedio de vida de una persona trans es de 40 años, de acuerdo a un informe de la fundación Huésped y ATTTA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina)[1]. En Argentina una persona trans es asesinada violentamente cada semana, aunque aún no hay registros completos de lo que informan los diarios. En Argentina las mujeres trans son explotadas sexualmente por redes que les ofrecen a las más pobres la fantasía del éxito y la superación, dejándolas sometidas, exhaustas, deshumanizadas. En Argentina lxs niñxs trans (sí, las personas trans se sienten disidentes desde su primer instante de autoconciencia) son obligadxs a ocultarse y son amenazadxs con la expulsión del hogar. En Argentina lxs adolescentes trans deciden dejar la escuela porque su integridad corre riesgo entre esas cuatro paredes. Es la misma Argentina donde se aprobó la primera ley digna que defiende los derechos del colectivo trans.

Esta paradoja de leyes que están más avanzadas de lo que la sociedad está dispuesta a aceptar no es un rasgo exclusivo de la ley 26.743. Un enorme conjunto de leyes sancionadas en esta última década está esperando su realización, está exigiendo un cambio social, está intimando a muchxs militantes a poner manos a la obra: la ampliación de derechos es una tarea. Los derechos no se otorgan, los derechos se ganan. En el ámbito de la diversidad sexual el campo es amplio: el matrimonio igualitario visibilizó legalmente a las familias homoparentales, aunque aún cueste andar de la mano por la calle, darse un beso en una plaza, inscribirse en un registro de adopción. La ley que instaura el programa nacional de educación sexual integral aún no ha logrado, después de más de diez años, hacer que un docente pueda enseñar sexualidad a lxs chicxs, sin que desde la dirección pidan autorización a las familias. Los varones gays aún tienen que soportar el estigma de no poder donar sangre según algunos formularios que consultan sobre la orientación sexual, a pesar de que tal protocolo ha sido expresamente modificado por el Ministerio de Salud de la Nación. Muchos colegios siguen enseñando, bajo la excusa de una moral particular, el odio o la conmiseración hacia las personas que viven una identidad, una orientación o una expresión de género no acorde a la heteronorma. Muchxs psicólogxs y psiquiatras siguen intentando curar la diversidad sexual. Y la lista continúa.

En este contexto paradójico, en octubre de 2016 se inauguró en Tucumán un centro educativo trans de puertas abiertas (CETRANS)[2], inspirado en un proyecto similar, único en el mundo, que es el Bachillerato popular trans “Mocha Celis”[3] de la ciudad de Buenos Aires. Se trata de un espacio de encuentro para educarnos en la diversidad que se identifica con las expresiones trans. Como todo emprendimiento educativo en Argentina, brindamos educación pública con un perfil institucional. Así como hay colegios que expresan en sus identidades institucionales su pertenencia a un colectivo étnico, cultural, religioso, etc. nosotros hemos elegido nombrarnos bajo el signo de la transgeneridad como un símbolo contemporáneo de la diversidad humana.

Creemos que hay que comenzar a desmontar, desde el propio sistema educativo, la heteronorma que impone tanto sufrimiento a las personas trans y a sus familias. Nos sentimos orgullosxs de conformar nuestra comunidad educativa junto a estudiantxs, docentes, compañerxs, amigxs o familiares disidentes del sistema actual, que viven y dejan vivir en el deseo y en el respeto otros proyectos de vida.

Creemos que no alcanza con capacitar a lxs integrantes del sistema actual de educación en el cumplimiento de las nuevas normas que protegen y defienden la diversidad sexual. Siguiendo a la ley 26.206 de Educación Nacional, tenemos la convicción de que educarse es un derecho y que nuestro colectivo puede asumir esa responsabilidad, la de hacer escuela.

Nuestra incipiente comunidad educativa está creciendo rápidamente. Por el momento ofrecemos terminalidad de primaria y secundaria para adultxs, taller de yoga y teatro, y actividades culturales, talleres a la comunidad y salidas educativas. Nos reunimos de lunes a viernes desde las 19 hs, cuando comenzamos con unos mates de merienda, hasta las 22 hs, en Av. Brígido Terán 320. Esperamos concretar en breve la biblioteca popular de cultura LGBTIQ y articular con otros organismos del Estado para fortalecer las redes de bienestar de nuestrxs compañerxs trans y sus familias. En Tucumán, la lucha por la ampliación de los derechos humanos continúa.

 

 

[1] https://www.huesped.org.ar/wp-content/uploads/2014/05/OSI-informe-FINAL.pdf

[2] https://www.facebook.com/Centro-Educativo-Trans-de-Puertas-Abiertas-293649037658430/?fref=ts

[3] https://www.facebook.com/mochacelis/


Fabián Vera del Barco
Licenciado en Filosofía. Docente en las carreras de Filosofía y de Trabajo Social en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, en el profesorado en Psicología del Instituto “Dr. Carlos Pellegrini” y en el CETRANS. Investigador de la dialéctica de Hegel y su impacto en los procesos culturales contemporáneos, es también militante de “Tucumán Diverso” y de la Federación Argentina LGBT. Soltero convencido, 46 años, papá de Rodrigo desde hace 5 bellos años.


Obra (imagen de tapa): Ivanna GIMÉNEZ ALONSO, Nude/Lux, Toma directa digital intervenida, impresión  full color. 2,20 x 0,40 m. 2009.