La Reforma universitaria y su incidencia en la UNT. Fases y significados
La Reforma universitaria y su incidencia en la UNT. Fases y significados
por María Celia Bravo
La reforma universitaria y la nacionalización de la Universidad de Tucumán
La historia de la Universidad de Tucumán está estrechamente relacionada con los avatares de la reforma y sus significados. Cuando estalló la rebelión estudiantil cordobesa, la casa de altos estudios de Tucumán era una institución provincial en formación, con sólo cuatro años de funcionamiento.[1] El movimiento estudiantil tucumano fue tributario de la rebelión reformista cordobesa a la que adhirió participando en la fundación de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y en el Primer Congreso de Estudiantes Universitarios realizado en Córdoba en 1918. En esa oportunidad, la reunión de estudiantes aprobó la nacionalización de la Universidad de Tucumán y del Litoral, objetivo asumido por la FUA y por la Federación Universitaria de Tucumán (FUT) que concentró sus actividades en dicho proyecto, concretado en 1921 con el convenio-decreto suscripto entre la provincia y el Estado nacional. El convenio se realizó ad referéndum de la aprobación de la Legislatura provincial, paso necesario para hacer efectiva la transferencia mediante la entrega de las escrituras públicas correspondientes.[2]
Entre 1918 y 1921 el movimiento reformista estuvo abocado a conseguir la nacionalización de la institución, logro que otorgaba validez nacional a los títulos y auguraba la ampliación del financiamiento de la casa de altos estudios potenciando sus perspectivas de crecimiento. Con ese propósito los estudiantes tucumanos se entrevistaron con el Ministro de Instrucción Pública, José Salinas. Posteriormente, el secretario general de la FUT, Pedro Brandemburg, acompañado por el titular de la FUA, Gabriel del Mazo, entrevistaron al presidente Yrigoyen para conseguir su apoyo. El papel desempeñado por la federación tucumana fue reconocido en 1919 por el Consejo Directivo al emitir una resolución que contemplaba la presencia de un delegado de la FUT en el Consejo Directivo (equivalente al Consejo Superior) “cada vez que desee presentar a su consideración cualquier asunto”.[3] En consecuencia, a pesar que su participación no se contemplaba en la primera normativa de carácter provincial, se otorgó a la delegación estudiantil una participación de carácter ocasional, situación que revela el fortalecimiento de la FUT por su campaña por la nacionalización de la institución.
La primera presidencia de Yrigoyen consolidó el ideario reformista en la UNT al establecer la primera experiencia de co-gobierno sustentada en el estatuto de la Universidad del Litoral. El decreto de Yrigoyen organizó la universidad con un criterio reformista, designó a Felipe Pérez como rector, nombró a los Decanos de las unidades académicas, a los integrantes del Consejo Superior (en adelante CS) y de los Consejos Directivos, de acuerdo a lo establecido por el estatuto de la Universidad del Litoral.[4] La resolución nacional permitió la integración de los estudiantes en los consejos (directivos y superior) y otorgó vigor a una cultura reformista manifestada en el ámbito de las facultades y en el rectorado, que se aplicó a discutir los planes de estudio, la designación de profesores y la política de extensión popular de la institución, entre otros tópicos.
En ese marco normativo, durante un año, los estudiantes participaron en el ámbito de los consejos, experiencia que les permitió relacionarse con profesores y egresados, les aportó una visión de las carreras impartidas al discutir sus planes de estudio, conocieron el mecanismo administrativo de la institución, intervinieron en la selección del personal docente y directivo, contribuyeron a organizar los laboratorios y cuidar su equipamiento. En suma, los convirtió en partícipes de las variopintas manifestaciones de la vida universitaria. “La Voz Universitaria” definía a los Consejos Directivos como “magníficos talleres en donde todo el mundo trabajaba por el bien de la enseñanza, de la elevación moral del establecimiento, de la noble y ardua misión del profesorado”.[5] Las reuniones de los consejos eran públicas, podían asistir profesores, estudiantes y egresados para mantenerse informados sobre el funcionamiento de las facultades y sus transformaciones. La vitalidad de esa incipiente vida reformista sufrió una modificación importante con el rectorado de Terán y la sanción del estatuto universitario de julio de 1924.
Terán y la reforma universitaria atemperada
La sanción del Estatuto de 1924 significó un reflujo para la FUT. Se trataba de una reforma universitaria atemperada. Se otorgó un porcentaje de representación interesante en la Asamblea Universitaria[6] que le otorgaba un peso significativo en la elección del rector, pero en el principal órgano de gobierno de la universidad, el Consejo Superior (CS), su participación menguaba en tanto se los habilitaba para argumentar y opinar, pero no se les concedía el derecho a voto. Los Consejos Directivos se transformaban en Consejos Consultivos. En ese ámbito los estudiantes mantuvieron una participación importante, pero sólo estaban habilitados para proponer mejoras y asesorar al CS. El Estatuto centralizaba el poder universitario en el CS donde disminuía la incidencia estudiantil (tenían sólo voz). El diario “El Norte” sostenía: “con el Estatuto la reforma desaparecía de las facultades”.[7] En la misma dirección se pronunciaba “La Voz Universitaria” al afirmar que “con fútiles pretextos se han suprimido los Consejos Directivos de las Facultades de Ingeniería y de Farmacia, haciendo figurar Consejos Consultivos en los cuáles nunca se consulta nada”.[8] Respecto de otras cuestiones caras al ideario reformista como la provisión de los cargos docentes se instituía el concurso, pero al mismo tiempo se podía evadir ese trámite al incorporar una cláusula que establecía la designación de profesores sin cumplir ese requisito, vía utilizada frecuentemente por Terán. También se reglamentó la clase teórica no obligatoria; en consecuencia, los estudiantes podían estudiar en calidad de alumnos libres, reclamo persistente de la FUT y del reformismo universitario. Desde otro punto de vista, el estatuto fortaleció la organización gremial de los estudiantes al reconocer como única vía de expresión del alumnado a los centros de estudiantes y a su organización federativa.
Las diferencias con el rector afloraron cuando la FUT inició una campaña pública contra el regente del Instituto Técnico, Juan Müller, acusado de observar una actitud autoritaria contra los estudiantes, de promocionar a la congregación salesiana para ganarse la conciencia de los alumnos, de castigar arbitrariamente a los estudiantes disidentes, de presionar a los profesores para cambiarles la calificación, de realizar prácticas intimidatorias para torcer las decisiones de la asamblea y, por último, lo denunciaba por percibir sueldos que no le correspondían. Müller simbolizaba la denuncia de la FUT por la provisión de cargos docentes sin concurso, también se reclamaba por la acumulación de cargos docentes (hubo profesores que acumularon entre cuatro y seis cátedras sin pasar por el concurso). Asimismo, cuestionaron al CS por practicar una gestión errática que debilitaba las unidades académicas existentes y por carecer de una política de crecimiento del organismo universitario.
La situación del regente se discutió en el CS que desestimó las denuncias de los delegados de la FUT. A las manifestaciones contrarias al cuerpo por parte de los estudiantes, el CS determinó el cierre de la universidad por tiempo indeterminado y los alumnos replicaron con la toma de las instalaciones universitarias, seguidas por el pedido de renuncia del rector y de los consejeros superiores. El estudiante Trento Pasaponte asumió el rectorado y no opuso resistencia al requerimiento del juez federal a quien entregó las instalaciones de la alta casa de estudios. En ese contexto, la FUT resolvió solicitar la renuncia del Rector y del CS aduciendo que no contaban con la confianza de los estudiantes. Ofrecieron el rectorado a Alejandro Korn, designaron como vice-rector al estudiante Trento Pasaponte y nombraron como consejeros a los estudiantes Santiago Armayor, José Peralta, Marcos Rawonsky, Carlos Alberto Ocampo, Vladimiro Geroy, Leovino Benavídez, José Tula Cabral y Carlos Cuenya (h). [9]
En ese contexto de confrontación abierta, la FUT dio a conocer su Manifiesto a las Federaciones Universitarias del país y al pueblo de la República. El documento explicaba la toma de la institución de la siguiente manera: “entramos a la universidad cuyas puertas se acababan de cerrar porque nos atrevimos a discutir una decisión del CS”. Acusaban al rector y su grupo de adulterar la implementación de la reforma en la universidad, los profesores se nombraban sin concurso previo, a simple proposición del rector ante el CS. Afirmaban que los antecedentes académicos y morales de los postulantes no eran tenidos en cuenta: “bastaba ese exterior inconfundible del manso, del servil que se prestara sumisamente a las maquinaciones de la camarilla gobernante”. Sostenían que los consejos habían perdido todo propósito reformista para transformarse en “cuerpos amorfos y autómatas”. El documento expresaba el temperamento del alumnado al concluir: “estamos hartos de tanta pobreza moral. Desde mañana nosotros mismos manejaremos nuestra casa que sólo entregaremos en mano de la intervención federal”.[10]
El gobierno de Yrigoyen reiteró su respaldo al movimiento reformista de manera tácita, no decretó la intervención solicitada por la FUT pero tampoco se pronunció en favor de Terán y el CS. Sin apoyo nacional e impotente para mitigar la protesta estudiantil, Terán renunció el 20 de agosto de 1929. Su alejamiento promovió la renuncia de los integrantes del CS. En tales circunstancias, el 23 de octubre de 1929 se reunió la Asamblea Universitaria, presidida por un único profesor, José Villafañe, decano de Farmacia. El resto de sus integrantes eran los delegados de estudiantes y de egresados que aprobaron la renuncia de Terán y eligieron rector a Julio Prebisch. La decisión clausuraba una etapa e iniciaba un ciclo caracterizado por la preeminencia estudiantil y el triunfo de las ideas reformistas.
El primer rectorado de Prebisch, el reformismo y el saneamiento moral de la UNT
Durante su primer rectorado, la reforma fue entendida como un proceso de saneamiento moral de la institución simbolizado en la depuración del profesorado. Su implementación suponía enfrentar las resistencias del claustro docente con soluciones drásticas. En esa dirección, se decidió la intervención del Instituto Técnico, Juan Müller fue exonerado de su cargo de regente y separado de sus cátedras. La Facultad de Ingeniería fue intervenida, su decano, Carlos Díaz, fue desplazado de la cátedra debido a un conflicto suscitado por diferencias en torno a lo actuado por la comisión interventora encargada de elaborar el plan de la nueva carrera de Ingeniería Civil y por la provisión de docentes.[11] Se removió de la dirección de la Escuela Nocturna de Electricidad y Mecánica para Obreros al ingeniero Gregorio Nieder que se desempeñaba en la institución desde 1917 y se expulsaron profesores que manifestaron su disconformidad con la política llevada adelante por Prebisch, algunos de ellos tenían una manifiesta militancia antireformista.[12]
La implementación de la reforma desencadenó la intervención de las dos facultades existentes en la UNT, algunos docentes y alumnos que habían respaldado al rector pasaron a la oposición, aunque se mantuvo firme el apoyo de la FUT. La primera gestión de Prebisch estuvo asediada por la resistencia docente, por el grupo fundacional que había apoyado a Terán y por la crítica sistemática de la prensa provincial. El gobierno nacional colisionó con el rector por su práctica reformista y envió a Herrero Duclaux como comisionado para investigar el régimen orgánico y el funcionamiento de la institución, medida auspiciada por el claustro docente que auguraba una posible intervención.
Sin embargo, la recomendación del comisionado fue tan rotunda al proponer la suspensión del financiamiento de la UNT que aglutinó a los docentes y al grupo de Terán en la defensa de la institución. Se elaboró un informe para defender la pertinencia de las carreras cuestionadas, se preservó el estatuto de 1924 al considerarlo un instrumento más flexible para diagramar de manera autónoma una política de crecimiento de la institución y se esgrimió el concepto de universidad integral, que conciliaba el sentido regional con el carácter universal de la oferta académica.
La reforma en el segundo rectorado de Prebisch y el concepto de universidad integral. La intervención
Durante el segundo rectorado de Prebisch se recuperó este concepto para fundamentar el crecimiento de la universidad sobre la base de carreras de corte profesionalista. En este contexto, el sentido regional de la universidad se resignificó al asociarlo con la investigación orientada a resolver problemas de la región, práctica que proporcionaba su rasgo distintivo a la institución. Esta concepción adoptó una forma más precisa en diciembre de 1937 cuando el CS aprobó por unanimidad la creación del Departamento de Investigaciones Regionales. Este organismo estaba compuesto por seis institutos: 1) el Instituto de Medicina Regional, 2) Instituto de Historia, Lingüística y Folklore, 3) Instituto de Investigaciones técnico-industriales, 4) Instituto de Investigaciones económicas y sociológicas, 5) Instituto de Investigaciones Botánicas, anexo al Museo Lillo y 6) Instituto de Investigaciones etnológicas, anexas al Museo de Historia Natural. Con esta formación, uno de los impulsores del proyecto, el consejero adscripto Alfredo Coviello afirmaba que Tucumán llegaría a ser el polo cultural del norte argentino. Admitía que todavía no se había logrado este anhelo porque la universidad “no ha extendido aún sus antenas de una manera material al Norte en su amplitud geográfica, como, por ejemplo, a las provincias de Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Catamarca”.[13]
En paralelo, se impulsó la ampliación de la oferta académica con la creación de dos facultades, Filosofía y Letras y Derecho. Esta última formación suscitó controversias debido a la renuencia de Prebisch de aprobar dicho proyecto que simbolizaba la profundización de la orientación profesionalista en la UNT. Sin embargo, esta última facultad suscitó el entusiasmo de la juventud, el apoyo material del gobierno de la provincia, la aprobación de la FUT y el respaldo de la población urbana de San Miguel de Tucumán. Durante esta etapa el reformismo gobernante se concentró en organizar nuevas facultades y en la contratación de prestigiosos profesores argentinos y extranjeros.[14]
No obstante estas realizaciones, el encono a Prebisch subsistía en un sector de docentes vinculado al grupo que había rodeado a Terán. Cuestionaban su identificación con el ideario reformista y el protagonismo de la FUT en el gobierno universitario. El conflicto estalló por la continuidad de Coviello como consejero adscripto, figura que había adquirido protagonismo como impulsor de la Facultad de Derecho. Su postura lo distanció de Prebisch y lo acercó al grupo fundacional de la universidad, partidario de la creación de esa unidad académica. La FUT cuestionó la elección de los consejeros adscriptos y les solicitó la renuncia. La decisión desencadenó una seguidilla de dimisiones que dejó desintegrado al CS.[15] El vaciamiento del gobierno universitario determinó la intervención nacional que llegó con un claro propósito anti-reformista. Se desalojaron los centros de estudiantes del radio de la universidad, se anuló el estatuto de 1924 y se resolvió que la UNT debía regirse por el estatuto de la Universidad de Buenos Aires.
La noticia conmocionó al estudiantado. En ese contexto, la FUT convocó a una asamblea. A instancias de los delegados estudiantiles al CS, Hernando Kleimann y Eugenio Virla, se aprobó una declaración de solidaridad con el rector intervenido y la organización de una vasta campaña en defensa del estatuto de 1924, al que calificaron como democrático y liberal. Se decidió solicitar el apoyo de la FUA, de las distintas entidades populares, gremios obreros y partidos políticos. Se designó una comitiva para viajar a Buenos Aires con el objetivo de entrevistarse con Roberto Ortiz, presidente de la nación, para ofrecerle la versión del estamento estudiantil.[16] Se envió un memorial al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública que contaba con el respaldo de la FUA y la adhesión de la Federación Provincial de Trabajadores. Posteriormente, la FUT decidió la huelga de los estudiantes pero el gobierno nacional amenazó con clausurar la UNT, estrategia intimidatoria que puso en vilo a la sociedad tucumana. Frente a la gravedad de la situación una delegación de la FUT se entrevistó con Casaux Alsina, previo levantamiento de la huelga estudiantil para conjurar el peligro de clausura de la universidad.[17]
Se clausuraba así una experiencia reformista caracterizada por la participación estudiantil y el protagonismo de la FUT. Su legado dejó importantes realizaciones: la nacionalización de universidad, el crecimiento de su oferta académica organizada en torno a facultades, la contratación de profesores de reconocida trayectoria que consolidaron el prestigio de la institución y reafirmaron su orientación profesionalista.
[1] Había sido creada en 1912 pero su inauguración tuvo lugar dos años más tarde, el 25 de mayo de 1914.
[2] La transferencia definitiva se alcanzó en 1935 durante el gobierno de Miguel Campero.
[3] Universidad Nacional de Tucumán, Compilación de antecedentes desde su fundación hasta el 31 de diciembre de 1936, Tucumán, 1964, p. 118.
[4] Todos los funcionarios eran ad honorem y su gestión se prolongó por un año hasta la elección de un nuevo rector. Ibídem, p. 158.
[5] La Voz Universitaria, 30.6.1925.
[6] La Asamblea tenía 24 miembros, las 2/4 partes correspondían a los profesores, ¼ a los estudiantes y ¼ a los egresados.
[7] Diario el Norte, 21.12.1923.
[8] La Voz Universitaria, 30.6.1925.
[9] Alejandro Korn fue un destacado docente de la Universidad de La Plata que se manifestó a favor del movimiento reformista.
[10] El Orden, 4.8.1929.
[11] Ver, Bounar, Miguel, González Clara Florencia y Soria, Walter Fernando, Dr. Julio Prebisch: Reforma y conflictividad en los inicios de su rectorado (1929/1932), http://www.archivo.unt.edu.ar.
[12] Varios profesores fueron separados de sus cargos y otros renunciaron. Entre ellos podemos mencionar a Max Amschalom, José M. López, Pedro Brandengurg, José María López, Eric Frank, Reinaldo Steinkrauss, entre otros (Diario “EL Orden”, 30.06.1932).
[13] Coviello, Alfredo, “El sentido integral de las universidades regionales”, Talleres La Raza, Tucumán, 1941, p. 49.
[14] Durante la gestión de Prebisch y la de su antecesor Ayala Torales se contrataron a profesores argentinos como Eugenio Pucciarrelli, Silvio y Risieri Frondizi, Enrique Anderson Imbert y Aníbal Sánchez Reulet, egresados recientes de la Universidad de La Plata y la Universidad de Buenos Aires. También se contrató profesores extranjeros como los lingüistas Benvenuto Terracini, Clemente Hernando Balmori, al matemático Alessandro Terraccini, al pedagogo Lorenzo Luzuriaga, el historiador Roger Labrousse y el sociólogo Renato Treves (Vanella, Liliana, “Los años 30 en la Universidad de Tucumán. Apogeo de los reformistas y su polémica con la oligarquía liberal”. En Orquera, Fabiola, Ese ardiente jardín de la república. Formación y desarticulación de un “campo” cultural: Tucumán, 1880-1975, Alción editora, Argentina, 2010, p.142).
[15] El Estatuto de 1924 habilitaba la elección en el seno del CS hasta cuatro figuras representativas, ajenas a la UNT, que su integración se juzgara útil a la institución.
[16] La delegación estaba integrada por Eugenio Virla, Santiago Álvarez Toledo, Gustavo Bravo Figueroa y José Martínez.
[17] La revisión de la medida generó una gran afluencia de alumnos a las facultades con el objetivo de inscribirse en los exámenes. El diario La Gaceta de Tucumán informaba que en un solo día se habían inscripto 384 estudiantes. (Diario “La Gaceta” de Tucumán, 26.03.1940).
Imagen de tapa: Talleres de dibujo, cursos para obreros. C 1930. AHUNT.