ADVERTENCIA A AMÉRICA LATINA

ADVERTENCIA A AMÉRICA LATINA

> EDITORIAL

Los lectores de Sin Miga ya imaginan lo que para nosotros representa el triunfo electoral de un personaje como Jair Bolsonaro, el domingo próximo pasado en la hermana República Federativa del Brasil.

Al respecto, tenemos muchas más dudas que certezas, pero sentimos la necesidad de pensar juntos sobre lo que nos está pasando en tanto sociedad “glocal”. Luces de alerta se encienden en nuestro continente, obligándonos a deconstruir los métodos que venimos aplicando en la lucha contra el avasallamiento de los aspectos más fundamentales de nuestra dignidad, en tanto ciudadanos. En esta hora de perplejidad, tal vez necesitemos ir más allá, analizando y asumiendo nuevas percepciones sobre la mismísima condición humana.

¿Cómo es que en elecciones democráticas fue electo un indisimulado fascista, misógino, homofóbico, xenófobo y aporofóbico, con nostalgias de un Estado pre-moderno y ansias de restauración de un orden dictatorial? Lo alarmante es que no necesitemos ahondar demasiado para vislumbrar similitudes entre este fenómeno con el “período de entre-guerras” de la Europa de la década del 30 durante el siglo pasado, el cual desembocara en la II Guerra Mundial y en cuyas causas no estuvieron ajenos los jugadores bursátiles y financieros de EE.UU. con su ética de la avaricia. Sabemos que esta ultra derecha belicista emergente aún se halla lejos de aquellos de la primera mitad del siglo XX, pero es necesario enfatizar el adverbio temporal “aún” porque estamos en el medio de una pendiente que se da de bruces con los recuerdos de nuestras peores tragedias sociales.

Como en “El huevo de la serpiente”, de Ingmar Bergman, suenan las alarmas y buscamos formas de lucha eficaces en las batallas que se avecinan contra un enemigo que nunca se distrajo, y otra vez nos asalta la desconfianza hacia la “idea de progreso” a la que los sectores oprimidos sólo acompañan desde su histórica pertenencia, es decir, en tanto víctimas que, inexplicablemente, se identifican una y otra vez con su victimario.

Por otra parte, mucho más refinados, los medios masivos de comunicación, entre los que se hallan las redes sociales, constituyen un nuevo recurso a través del cual se instalan no sólo mentiras, sino falsas dicotomías. En efecto, la corrupción, que es contingente y atraviesa todos los estratos sociales y todos los partidos y prácticas políticas, no constituye una categoría a través de la cual impugnar y anular un proyecto de país, que es ideológico. El fascismo, con su carga de odio y violencia inmanentes, también lo es. Lo terrible es que los medios están instalando en el sentido común de nuestros pueblos la idea de que la corrupción ha de combatirse con odio y violencia y, como históricamente hemos comprobado, ese sólo es un camino de ida.

Ante el abismo, quizás llegaron los tiempos en los que debiéramos trocar esa perversa subjetividad naciente, a fin de modificar nuestra retórica para que la realidad deje de imponérsenos, amarga e inevitable.

Quizás llegó el momento de asumir que no existe algo esencial tal como la naturaleza humana, la voluntad divina o un destino histórico. Frente al brutal cambio de paradigma, tal vez también debiéramos aceptar el ensayo de nuevas estrategias, como ejercicio sociocultural constructivo para nuestra anhelada emancipación.

En medio de tantas dudas, sí albergamos una certeza: la dignidad humana es un bien en sí mismo, y es innegociable.

 

 


imagen (captura de video)