EL TIEMPO QUE VIVIMOS EN PELIGRO

EL TIEMPO QUE VIVIMOS EN PELIGRO

Tomando como punto de partida la afirmación del antropólogo Alejandro Grimson de que el movimiento peronista constituye la identidad política más persistente en nuestra historia nacional y probablemente sea una de las configuraciones culturales más plagadas de contradicciones y tensiones, Elisabeth P. Fernández examina la coyuntura provincial en vísperas de los próximos comicios. En este nuevo ensayo analiza las figuras de los dos candidatos actualmente más representativos de la tradición peronista local y revela el peligro de hallarnos expuestos a la imposibilidad de la construcción de un proyecto común de verdadera unidad e integración de cara a los desafíos que deberá encarar el próximo gobierno.

 

 

EL TIEMPO QUE VIVIMOS EN PELIGRO

por Elisabeth P. Fernández

 

Muchos hemos leído posteos en las redes sociales en los que se manifiesta la añoranza por habitar un lugar sin luces ni sombras, en donde no existiría ni el neoliberalismo exacerbado de Cambiemos, ni el populismo exasperado del peronismo. Sin embargo, para los nostálgicos de un tiempo y un espacio que nunca ha existido, acercamos la noticia de que el conflicto social es constitutivo de las democracias. Ello sucede porque éstas visibilizan la diferencia habilitando voces que no tardan en entrar en pugna porque en su seno, cada una de estas diferencias lucha por imponer una autorrepresentación colectiva como punto desde el cual mirar en perspectiva una idea propia acerca de sus derechos a la libertad, la independencia, la soberanía y la igualdad. La democracia no es un estado apacible; muy por el contrario, la democracia es agonal.

Andrea SOLLAZZI. S/T. Instalación de pared con pesos argentinos quemados. Medidas variables. 2018

Si la comparamos con el clima político de otras provincias, la naturaleza conflictiva de la escena democrática tucumana se halla históricamente más pronunciada. Es que nuestra “grieta” posee características muy específicas, quizás desde que los operativos “Tucumán”[1] e “Independencia”[2] partieran en dos su sociedad. A pesar de todo, en tiempos democráticos el peronismo pudo hacerse casi siempre con el poder mientras, alimentados con sus errores, se fortalecían sus dos grandes antagonistas: el radicalismo (hegemónico en la clase universitaria) y el bussismo (hegemónico entre su alta burguesía liberal.

Tras este breve racconto de nuestro devenir político más o menos reciente, de cara a las próximas elecciones, analicemos los principales actores del actual panorama político tucumano”.

 

Cuando el género no asume su género

Sin explicar en qué consisten, Silvia Elías de Pérez, candidata radical por Cambiemos a la gobernación de nuestra provincia, habla de los “valores del corazón” con los que emprenderá su cruzada en contra de las “mafias”. Pero este discurso plagado de indefiniciones que no pueden constituir programa de gobierno alguno, no es lo único que la distingue ya que, pese a su condición de mujer, representa la figura local más conspicua en contra las luchas por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Atravesada no sólo por una rancia y provinciana concepción sobre el Radicalismo (las “mafias” a las que refiere aluden elípticamente a la dirigencia peronista) sino por un patriarcado residual, su interlocutor siempre es varón, católico, heterosexual y de clase media/alta a quien infantiliza hablándole con un lenguaje patéticamente plano e invocando a la virgen de Lourdes, cuya palabra dice difundir en sus recorridos por el interior de la provincia[3].

 

“Muerto el perro, no se acabó la rabia” o la larga sombra del terror

Desafiando el viejo adagio popular, el hijo del genocida Antonio Domingo Bussi refuerza sus intenciones a la gobernación con un discurso rabiosamente punitivista que, ante la actual crisis económica, seduce no sólo a la clase alta, sino a los mismísimos integrantes de los estratos más empobrecidos. En efecto, como un infiltrado de la democracia, este personaje apela al urfascismo[4] nuestro de cada día y, al menos en el contexto de la escena política tucumana, pone en riesgo la permanencia del pacto social argentino en torno a la legitimidad de las luchas por el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad. Como en el caso de Elías de Pérez, salvo por sus simpatías por las políticas económicas neoliberales, tampoco queda claro qué otros temas y estrategias de gestión ofrecería su programa de gobierno.

Así las cosas, progresistas de nuestra comunidad tiemblan ante el riesgo de que Elías de Pérez o Ricardo Bussi puedan representarlos accediendo a la gobernación de la provincia. En efecto, la candidata cambiemita cubría el tercer lugar en las primeras encuestas, pero las últimas dan como ocupante de ese puesto al hijo del genocida[5].

 

Los hermanos desunidos

En nuestro país, no es muy seguro que otro partido político refleje más claramente la grieta que el Justicialista. José Natanson nos dice que “la grieta es una forma de gobierno, un estilo del ejercicio del poder, un modelo de gobernanza”[6] que se asienta en la polarización de las partes en conflicto hasta que, o bien se torna inviable, o bien la parte ganadora se torna hegemónica y subsume a la otra estableciendo un convenio e imponiendo una tregua. Como se sabe, el peronismo no es exactamente un partido político e históricamente ha sido considerado como un movimiento de masas el cual, justamente por serlo, concentra todas las energías progresistas y reaccionarias de nuestra sociedad. Así, desde su nacimiento en 1945, una y otra vez vuelve a ocupar el centro de la escena política compartiendo con la sociedad que gobierna, las tensiones al interior de su organización partidaria. El peronismo tucumano no podía ser la excepción.

En el ideopaisaje[7] o paisaje ideológico de la tradición peronista local surgieron dos opciones que han dejado sus marcas en la escena política tucumana. Son voces que pugnan por representar la opción más válida, dos polos en los que, ante la coyuntura anteriormente descripta, se divide la oferta eleccionaria del votante peronista, peronista/kirchnerista o kirchnerista a secas. Veamos:

 

Primer caso: El interés por el poder condujo a José Jorge Alperovich desde su temprana militancia en el PC hasta el peronismo, pasando por la UCR. Gobernó Tucumán durante doce años en los que, aun cumpliendo con expectativas materiales, al no estar a la altura de ciertos deseos aspiracionales no pudo cosechar las simpatías de la prensa ni, consecuentemente, las de la clase media, media alta e intelectual/académico tucumanas. La fisonomía ideológica de sus votantes responde en cambio a las clases más desfavorecidas lo cual, en una provincia como la nuestra, fortaleció el sesgo peronista de toda su gestión, especialmente amparada por el kirchnerismo. Tanto en su rol de Ministro de Economía del gobierno de Julio Miranda como en el de Gobernador, entre sus logros pueden enumerarse:

  • Formalización del pago puntual de los salarios estatales.
  • Mancomunadamente con el gobierno nacional, eliminación de la cuasi moneda local.
  • La renegociación y drástico descenso de la deuda provincial.
  • Disminución del desempleo.
  • En materia de salud pública, significativo descenso de la desnutrición y mortalidad infantiles. Refacción, modernización y equipamiento de CAPS y hospitales. Construcción del Hospital del Este “Eva Perón” en Lastenia y del “Néstor Kirchner” en San Miguel de Tucumán.
  • En materia de educación pública, construcción de 180 escuelas que permitieron el aumento de los índices de acceso de alumnos al nivel inicial, así como el incremento de la población estudiantil adolescente que, como resabio de la segunda ola neoliberal del menemismo[8], no encontraba lugar en el sistema educativo. Normalizó el cumplimiento del calendario escolar.
  • Construcción miles de viviendas y decenas de miles de soluciones habitacionales para gente de escasos recursos y de la clase media sin poder de acceso al crédito.

Necesario es recordar que todos estos logros tuvieron lugar en una época signada por la primavera económica de redistribución de la riqueza y reactivación del consumo que distinguió al kirchnerismo, pero que percibimos amplificada por su contraste con el abandono que del NOA y el NEA hiciera el ex Ministro de Economía, Domingo Cavallo, al declararlas zonas geoeconómicamente inviables durante la década de los años 90.

La gestión de Alperovich como senador, en cambio, muestra quizás los aspectos más sombríos de su accionar político pues votó a favor del pago a los fondos “buitre” y en contra de la IVE, sólo para resaltar dos de sus intervenciones más negativas y/o contradictorias. Hoy, ya lanzado a la puja por un nuevo período a la gobernación de Tucumán, su pragmatismo le permitió elegir como compañera de fórmula a Beatriz Mirkin, actual senadora y ex Ministra de Desarrollo Social de su gestión, ya que le abre la puerta a la posibilidad de capitalizar las demandas de un electorado afín a los feminismos, a las identificaciones sexuales no binarias y a una ética de la gestión pública basada en la laicidad del Estado.

 

Segundo caso: La carrera política del hoy gobernador de Tucumán, Juan Luis Manzur, estuvo casi totalmente marcada por su específica parcela de saber, la salud. Médico cirujano sanitarista, se desempeñó como funcionario de esta área en lugares como La Matanza, San Luis, nuestra provincia bajo la gobernación de Alperovich y a nivel nacional bajo la presidencia de Cristina Kirchner, de tal suerte que todos avances alcanzados durante esas gestiones tienen a Manzur como principal protagonista. Su advenimiento a la gobernación no estuvo exento de conflictos pues su principal adversario, el radical cambiemita José Cano, movilizó a adeptos y a opositores de las izquierdas más radicales poniendo bajo sospecha de fraude el 51.64% de los votos que obtuviera la fórmula que integraba junto a Osvaldo Jaldo. Bien peronista, la movilización a su favor fue mucho más numerosa, sostenida e intensa hasta que, finalmente, el 22 de septiembre de 2015, la Junta Electoral Provincial lo proclamó gobernador. Sin embargo, aquella maniobra concebida para sostener y profundizar la mitología de la corrupción como cualidad esencial a los populismos, fue utilizada como un aporte más al ataque hacia el peronismo kirchnerista, y a Juan Manzur le tocó asumir el gobierno de la provincia en el contexto del poder ejercido por la Alianza Cambiemos. Podrá decirse que su gobierno no encaró grandes proyectos pero, inserto como se hallaba en la reducción de políticas públicas hacia un feroz ajuste generalizado, este gobernador supo resistir embates que incluyeron no pocos desplantes por parte del gobierno nacional, sosteniendo los subsidios al transporte público; la entrega gratuita de medicamentos en los CAPS, los programas de educación de adultos, la asistencia materno infantil, las becas para estudiantes, al tiempo que colocaba en los mercados internacionales tanto la producción agropecuaria como la especializada en software. Un mérito no menor si se tiene en cuenta que en otras provincias los recortes han implicado la eliminación o la drástica mengua de toda ayuda social.

Pero lo mismo que el contexto no lo favorecía por derecha, tampoco lo favoreció por izquierda. A Manzur le tocó vivir el fragor de la ola feminista con sus urgencias por el aborto legal seguro y gratuito, por las nuevas identificaciones sexuales, su exigencia por la implementación de la educación sexual integral (ESI) y la presión por separar los asuntos del Estado de los de las iglesias de cualquier credo. Demasiado para un ferviente religioso entornado por Osvaldo Jaldo, otro convencido opositor al aborto. En efecto, contrariamente a sus aciertos para conducir la provincia en medio de una cada vez más acuciante crisis económica, ambos cometieron el error de dejarse conducir por su antagonista, Silvia Elías de Pérez, en una marcha “por la vida”, avalar a la Legislatura en una bizarra proclamación de Tucumán como provincia “pro vida” y hacer oídos sordos a la demanda por la aplicación de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en el terrible caso de una niña de 11 años violada y embarazada por la pareja de su abuela.

 

Como ya expresamos, a pesar de su diferente trayectoria y de sus hoy encontradas posiciones, no hay duda de que tanto Manzur como Alperovich pueden encuadrarse en la misma tradición política pues ambos dirigentes consolidaron su mejor momento al amparo del peronismo kirchnerista. Así, ellos, que no dudaron en renegar de esta filiación, actualmente son conscientes de que sus chances mejoran si se alinean con la alternativa nacional más competitiva, esto es, el espacio que, contra sus propios pronósticos, sigue liderando Cristina Kirchner. El pasado que comparten les otorga plenamente ese derecho.

Rosalba MIRABELLA, Gobernadores (detalle). Intervención sobre la serie “Gobernadores” de Lola Mora. Carbonilla sobre pared, Medidas variables | Fotografía: Darío Albornoz

Sin embargo, ante el recuerdo aún fresco de un intento por anular la elección local de 2015 bajo el argumento de fraude, los peronistas de a pie esperábamos ansiosos la conformación de una gran alianza que pudiera inmovilizar definitivamente tanto a Cambiemos como al renaciente bussismo. Lejos de funcionar como un todo coherente y unívoco, el peronismo local se fragmentó en dos partes muy poderosas que, curiosamente, por buscar ampararse bajo el kirchnerismo, no se hallan un 100% en las antípodas. Para aumentar la confusión, en ambas fracciones anidan políticos y agrupaciones tanto progresistas como conservadores y, hasta el aviso de que Cristina se mantendría alejada de la interna tucumana, ambas se arrogaban haber sido ungidas por la líder. Es que en Tucumán estos dos polos que protagonizan la discusión política se sostienen por minorías intensas que no sólo defienden la legitimidad de su pertenencia tanto al peronismo ortodoxo como al peronismo kirchnerista, sino banderas que los alejan o acercan (según sea el caso) de problemáticas que han marcado la agenda del debate social contemporáneo como la educación religiosa en las escuelas públicas, el feminismo, y el derecho al acceso a la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), a la interrupción legal de embarazo (ILE ) y a la educación sexual integral (ESI). La voz del peronista de base no ha podido oírse a través esa herramienta que son las PASO, a fin de habilitar una competencia marcada por reglas de conducta claras que definan las postulaciones y potencien la imagen de un candidato o de una candidata.

Éste es nuestro complejo escenario. La posibilidad de que prospere una unificada opción antiperonista no es irrazonable, lo cual preocupa profundamente al progresismo tucumano y lo sume en contradicciones que no ha querido ni buscado. En efecto, entre la alternativa aparentemente descafeinada de Silvia Elías de Pérez y la elección bolsonarizada que significaría la presencia de Ricardo Bussi, como si se tratara de un fantasma amenazante, los tucumanos volvemos a recordar aquellos tiempos que vivimos en peligro.

 

 

[1] De 1966 a 1973

[2] De 1975 a 1977

[3] http://www.eltucumano.com/noticia/actualidad/254338/elias-perez-quiero-ser-primera-gobernadora-tucuman

[4] Concepto de Umberto Eco para aludir al ancestral miedo que el género humano tiene del Otro y que, por lo tanto, habilita su persecución y su condena real o simbólica, llegando hasta su exterminio.

[5] file:///C:/Users/Acer/AppData/Local/Packages/Microsoft.MicrosoftEdge_8wekyb3d8bbwe/TempState/Downloads/Sondeo-OP-Abril%20v2.pdf.

[6] José Natanson, Devorados por la grieta P. 2 Le Monde Diplomatique Edición 238. Abril de 2019.

[7] Arjun Appadurai, La modernidad desbordada. Teorema. Lisboa. 2004.

[8] La primera ola da comienzo con la dictadura de Onganía, en 1966.


Elisabeth P. Fernández
Abogada, feminista investigadora, populista y activa militante.

Imagen de tapa: Rosalba MIRABELLA, Gobernadores (detalle). Intervención sobre la serie “Gobernadores” de Lola Mora. Carbonilla sobre pared, Medidas variables | Fotografía: Darío Albornoz