In memoriam Marcelo Martino
Poemas inéditos
I.
sit tibi terra levis
que la tierra
te sea leve
que las piedras
te canten
mientras ruedan
en tus ojos
que te sea grillo
la tierra
langosta verde
lluvia con techo
pan caliente
que no te pese
la gente
con su rumor
cansado
que no te aplaste
el cariño
que no te sean
lápida
estos versos
Marcelo Martino (26/04/2021)
II.
le puse tanto
a este poema
para que
usted venga
descuidado
y me lo pise
le puse una manta
le di su leche
cada tres horas
lo hice eructar sus rimas
y lo acosté en su cuna
boca arriba
lo malcrié
le di helado de maracuyá
a las dos de la mañana
y lo saqué a conocer
la lluvia mientras llueve
lo puse en remojo
y lo colgué
al sol de la siesta
para que los duendes
lo perdieran
y poder alegrarme
después
al encontrarlo
le puse un like
para alentarlo
lo colgué en el facebook
para que socializara
y tuviera una red
de contención
pero también
le puse un muro
con vidrios de botella
alambre de púas
y un patovica en la puerta
por si usted
vuelve a pisarlo
o a querer hacerse
el crítico literario
habrase visto
cuando nadie
lo ha invitado
Marcelo Martino (06/02/2021)
III.
cuando era joven
creía que
bastaba con
comprar una soga
hacer un lazo
enlazar a dios
a los dioses
y tirar con fuerza
para destronarlos
para siempre
cuando era joven
harto del humo
de rituales
sin fe
compré una soga
hice un lazo
enlacé a los dioses
tiré con fuerza
uno a uno
los arranqué
de sus altares
sin piedad
ni remordimientos
cuando era joven
no sabía que
se desprenden
astillas
de los dioses
en su caída
astillas que
se quedan
para siempre
adentro
como esquirlas
Marcelo Martino (29/11/2020)
Marcelo Martino
por Pablo Toblli
La voz de un artista recordado es aquella que cristaliza una diferencia en la unidad; una voz que desdice los límites del olvido desde diferentes aristas, como en el caso del admirado Marcelo Martino, quien tuvo a la poesía funcionando como un magma inagotable de fondo. Marcelo tuvo precisamente esa solvencia. Una poesía que era eje pregnante de todas sus actividades: como sujeto creativo, como intelectual comprometido con el campo cultural de su provincia y como docente.
Su pulso creador estaba signado por una voz que cultivaba el estilo de la frase corta, como esos pocos escritores que necesitan dos o tres centímetros de verso para decir todo lo que a otros les costaría expresar en cincuenta páginas de un ensayo o en dos horas de clase. Antes que nada, entonces, lo primigenio: una voz preclara y cálida en los poemas, una voz compañera y de sostén invaluable de sus alumnos y de los proyectos literarios de las letras jóvenes de Tucumán.
Así como Marcelo desplegaba su estilo docente, del mismo modo, encaraba su proyecto poético. En sus clases de Lengua y Literatura Latinas I, en la universidad de Filosofía y Letras (UNT), dejaba combinar con maestría y sin ansiedad, entre un compás cómico e intelectual, un estilo fresco de ser docente, con frases insólitas y geniales que desacartonaban el latín o releían la cultura clásica latina en un meme desde los discursos sociales contemporáneos. Así, con ese poder de síntesis, con esas armas que sólo los buenos poetas saben cultivar: lo condensado de una imagen lúcida que aúna lírica y pensamientos inteligentes, con esa agudeza de poeta cristalino, también se ocupó de desmantelar sistemas de opresión en el ámbito universitario. Con la misma nobleza de poeta participó como pocos en el campo cultural de Tucumán, escribiendo sus famosas reseñas de literatura joven en los insomnios de la pandemia del 2020, participando como curador de cuentos en la revista La Papa, en los festivales literarios y siendo fomento angular de la gestión literaria, lo que lo convirtió en un pilar fundamental de las letras de nuestra provincia.
Estos tres poemas inéditos que tenemos la suerte de compartir, que no forman parte de sus dos obras publicadas en vida, Remota Cercanía, coescrito con su hermano Ariel Martino (Ediciones del Dock, 2018) y Poética del alquiler (Monoambiente Editorial, 2021), muestran la solvencia del proyecto escriturario y existencial de Marcelo en todo su esplendor, con su forma de caminar el verso con humor, ironía y frescura, siempre adepto a las voces jóvenes con las que él siempre se sintió interpelado, junto a sus propias experiencias juveniles, todo ello enmarcado en una lengua precisa, sin estridencias innecesarias, decantada y con los giros de su infaltable latín aggiornado, además. Con el tesón de esos dioses que Marcelo destronaba en su juventud: “cuando era joven / no sabía que / se desprenden / astillas / de los dioses / en su caída / astillas que / se quedan / para siempre / adentro / como esquirlas”, con ese mismo brío de lo sagrado que suspende la incredulidad amplificó y difuminó los límites y el silencio de la literatura de la región. Sin dudas, a partir de ahora, las letras de Tucumán sentirán un profundo desamparo.
Declaración jurada
Por Paula Storni
A Marcelo Martino
No recuerdo ahora claramente la enumeración de lugares que terminaba en la risa. Con vos nada debía ser demasiado solemne. La ceremonia siempre nos incomodó un poco. Por eso nos reíamos de todo, del mundo, de nosotros y el arte y de las formalidades, la crítica y el vecino.
Siempre un poco incómodos con el mundo, la risa terminó siendo un refugio-remedio ante la muerte. Y estábamos cómodos en la incomodidad. Reíamos para sobrevivir.
Dejaste grandes legados. Ana, tus poemas, las anécdotas inolvidables, los jóvenes discípulos que hoy te lloran.
Te regalo, ahí donde estés, el más delicioso manjar exótico, el que combina los opuestos y te hace explotar la carcajada de vida, el de cucharadas de absurdos y sinrazones, el que te hace abrir los ojos grandes.
Me quedo aquí con tu poesía, tus relatos cotidianos y los helados con gustos sonoros de maracuyá o tiramisú. El jazz, las declinaciones, Lost y Los Simpsons.
Sigamos charlando eternamente, amigo, así, en secreto.
320 x 140 cm. 2014