QUIERO DECIR ALGO MÁS
QUIERO DECIR ALGO MÁS
por Mariana Sosa
Es gracias a la imposibilidad constitucional de indultar a autores y partícipes de crímenes de lesa humanidad, que yo pude declarar en el Juicio Jefatura III (hoy en la etapa de alegatos) este año. Por eso celebro este nuevo aniversario del momento en que se declaró la inconstitucionalidad de la Ley de Obediencia debida y Punto Final.
Este escrito que adjunto, lo leí luego de contestar las preguntas de la Fiscalía en el Tribunal Oral Federal, en el marco del decimoquinto juicio de lesa humanidad que se realiza en la provincia y el tercero que abarca crímenes cometidos en el centro clandestino de detención (CCD) que funcionó en la Jefatura de Policía de Tucumán. Están acusados expolicías y exmilitares por su responsabilidad en delitos cometidos contra 237 personas durante el terrorismo de Estado.
Mi papá, Luis Alberto Sosa “Lucho”, fue secuestrado el 21 de junio de 1977, con 31 años de edad. Hay testimonios y prueba documental que indican que estuvo en ese CCD. Al momento del secuestro, mi mamá tenía 31 años, mis hermanos 6 años (Rodrigo), 4 años (Javier) y yo, 2 años.
Quiero decir algo más.
Lo individual y las fantasías. El dolor privado
MEMORIA. –
Durante mucho tiempo pensé, acerca de mi historia, que, aunque la contara, nadie me creería. Algo así como que de tanto horror parecería irreal.
Durante microsegundos muy reiterados osé pensar que Lucho se había ido con otra mujer. Que Lucho estaba en Europa.
De vez en cuando, imaginaba que algún hombre vagabundo que yo pudiera ver en algún lugar era él, que andaba por las calles porque de tanta tortura padecida, había perdido la memoria y no podía volver a su hogar.
En otro momento, me torturaba con el pensamiento especifico de los últimos minutos y segundos de su corta vida…qué pensó, en quién, qué deseó para nosotros, sus hijos…necesitaba asegurarme si había o no sufrido con las torturas, como si alguna de esas dos certezas me hubiera servido para algo.
Todos pensamientos que dejaban ver mi situación de desamparo.
Durante mi educación primaria y secundaria, en la Escuela pública Liceo Vocacional Sarmiento, pude desenvolverme un poco más libre de aquellos pensamientos; tuve las mejores compañeras y amigas que me ayudaron, sabiendo o no, a atravesar mi historia.
Desde este vacío individual y fantasioso de a ratos – el desamparo sufrido a partir del secuestro y desaparición de mi papá, que ha marcado mi vida y seguramente la de mis hermanos (en particular, mi hermano RODRIGO asumiendo precozmente un rol familiar adulto, ocupando el lugar de mi papá desaparecido desarrollando una función protectora) -, he tenido muchas instancias de re-construir a partir del relato de un otro, que me dieron como resultado distintos ¨Luchos¨:
- Lucho NEGRO, como le decía su mamá, mi abuela Julia, hijo mayor que se puso al hombro la casa familiar cuando su padre se fue, siendo él un adolescente, acompañando económicamente a su mamá trabajando desde los 15 años. Cuenta su hermano, mi tío Pichón, anécdotas de levantarse temprano y verlo dormido en la mesa de la cocina, encima de sus libros, porque estudiaba de noche, después de cursar en la Escuela de Comercio N°1.
- Lucho hermano, dispuesto a relegar su vida para sustentar a los menores de la familia.
- Lucho excelente amigo, militando la doctrina social de la iglesia, con convicciones claras y convergentes en su hacer por el bien de cualquier comunidad que integrara.
- Lucho estudiante de Abogacía, rindiendo filosofía en la facultad, ante un anfiteatro que lo aplaude de pie por su 10.
- Lucho estudiante de Ciencias Económicas, entendiendo que lo que tenía que estudiar era Sociología.
- Lucho líder, referente ineludible de un grupo llamado Alfa, con base en pensamiento de Paulo Freire, con jóvenes interesados en trabajar para lograr una mejor situación de vida de los oprimidos. Lo recuerdan como solidario y con gran capacidad crítica.
- Lucho trabajador no docente en la UNT durante más de 15 años, concursando cargos para seguir ascendiendo.
- Lucho enamorado de la Taticita, proyectando una vida con ella.
- Lucho becado por Ilade, para estudiar en Chile, obteniendo su título de sociólogo.
- Lucho padre…
MARIANA, HIJA DE DESAPARECIDO.
De lo individual a lo colectivo.
VERDAD. –
Gracias al trabajo incansable y desde siempre de organismos de derechos humanos, primero y luego más adelante, a las políticas de Estado a partir del gobierno y por decisión de Néstor Kirchner de Memoria, Verdad y Justicia, pudimos empezar a recuperar un lazo entre las víctimas y el Estado. Nos vimos reflejados en miles de historias de vacíos, similares a la nuestra. Nos pidieron perdón, en nombre del ESTADO. Empezamos a vivir VERDAD, a partir de los Juicios.
Sabemos que los delitos de lesa humanidad, instauraron un antes y un después en la estructura social de nuestro país, con consecuencias culturales duraderas y transmisibles en las generaciones, ya sea por acción u omisión. Los daños que provocaron, tampoco caducan y muy por el contrario provocan efectos imprescriptibles también.
Hoy se cumplen más de 47 años del día en que nos privaron a mis hermanos y a mí, del amor de un PADRE ejemplar, y a mi mamá, de continuar con un proyecto de familia que idearon como pareja, basado en un profundo y tierno amor.
Desde ahí, hemos pasado por distintas etapas en las que buscamos SABER LA VERDAD. Hoy, tantos años después, no se trata solo el haber narrado y demostrado los hechos, lo que pudimos armar de lo que NOS pasó, sino de darle un sentido …ESE sentido es UN LEGADO DE DIGNIDAD y NUNCA MAS primero para mis hijos y luego para toda la sociedad.
Estamos HOY AQUI las 3 generaciones de SOSA, Lucho SOSA, mis hijos, Zoe y Lucio, presenciando mi testimonio, mi hermano Javier y mi sobrino Nacho, y YO PIDIENDO, ESPERANDO JUSTICIA, la que tanto ha tardado en RECEPCIONAR nuestra VOZ.
Es un día que va a estar inscripto en el libro de los días más felices porque hoy restituimos IDENTIDAD SOSA a toda la FAMILIA.
La reparación que nos toca.
JUSTICIA. –
La categoría de la desaparición implica una presencia-ausencia que se mantiene a lo largo del tiempo. La ausencia de sanción del crimen por parte del Estado durante tantos años (NOS) dejó abierta la posibilidad de reactivación repetitiva de las vivencias de desamparo.
Hasta un determinado momento en mi vida, tuve un conocimiento racionalizado acerca de lo ocurrido con Lucho, como dije antes, aunque siempre pude haber tenido información disponible muy cercana a través de MI MADRE; sólo la buscaba procesar en momentos vitales determinados – egresos, desarraigos, casamiento, embarazos-, esto es, en momentos de proyectos, crisis, buscando lograr una integración, como una re-construcción intermitente, recabando recuerdos en la familia, en los libros, en los compañeros o amigos. También con acercamiento a las agrupaciones de hijos -este acercamiento fue transitorio junto a mis hermanos-.
Hoy seguimos conviviendo con cuerpos desaparecidos-vivos, los nietos de las ABUELAS y eso no carece de efectos en toda la sociedad: nos faltan a TODOS los más de 300 niños, hoy adultos, apropiados.
El reclamo del Nunca Más debe ser sostenido, nos urge mejorar la transmisión de la memoria a todos los jóvenes, para lograrlo.
Por último, para que estos hechos no se repitan, el Estado debe seguir SIENDO EL PRODUCTOR DE VERDAD y USTEDES, señores Jueces, hacer JUSTICIA. La que nos toca.
PORQUE 30 MIL SOMOS TODOS.
27 de febrero de 2024
Imagen de tapa: Daniel Ontiveros, Turner: Naufragio. Acrílico s/tela. 100 x 130 cm. 1994