De New York a Tucumán, ¿cómo viaja el orgullo?

De New York a Tucumán, ¿cómo viaja el orgullo?

El 28 de junio de 1969, las revueltas de Stonewall en Nueva York marcaron un hito en la lucha por los derechos LGBTQ+. Sin embargo, ¿cómo algo que ocurrió en otro lugar del mundo llegó a permear las fronteras nacionales? ¿Cuáles fueron las luchas desplegadas por los movimientos en el Sur Global, especialmente en Argentina? ¿Cómo pensar las múltiples resistencias colectivas frente a un gobierno que deliberadamente promueve discursos de odio hacia la diversidad? Éstas, y otras preguntas más son exploradas por un licenciado en Filosofía, el tucumano Bruno Bazán.

 

 

De New York a Tucumán, ¿cómo viaja el orgullo?

por Bruno Bazán

 

El 28 de junio de 1969 es el día internacional del Orgullo en conmemoración de las revueltas de Stonewall, un bar gay de New York. Los disturbios se dieron como respuesta a una práctica sistemática por parte de la policía de irrumpir, intimidar y llevar detenidas a personas del lugar, mayormente gays y trans.

Como sucede con las efemérides más conocidas, su razón de ser se simplifica y repite de modo abreviado como un mantra. Hay una lógica propia en las democracias occidentales con las efemérides, éstas operan como un recordatorio temático, son la excusa para hablar de un tema en particular. Ciertas fechas ayudan a construir sentido, amplían la visión de un tema y generan acciones concretas que inciden en la conciencia de la sociedad. Un claro ejemplo es el 1 de diciembre: día mundial de respuesta integral al VIH.

La contracara de las efemérides es que la simplificación se hace a cuestas de invisibilizar e incluso negar los procesos políticos complejos que dieron origen a la misma. En el caso del 1D, por ejemplo, los activistas exigen que se hable de VIH todo el año y no solo ese día, la fecha se transformó en un corset temático. Todavía cuesta dejar atrás ciertos modos de hablar de VIH que hace décadas dejaron de ser correctos.

Es por eso que ante un escenario complejo para los derechos de las diversidades sexuales resulta interesante ensayar algunas preguntas, no con intenciones de agotar las respuestas, sino de generar aún más:

¿Por qué celebramos Stonewall y no otro hecho del mundo? ¿Qué pasó en ese bar y en la ciudad antes y después de la revuelta? ¿Cuáles son los aniversarios del Orgullo de Argentina? Sobre todo lo sucedido en Nueva York hay bastante investigado, incluso podemos encontrar varias películas y documentales. Pero falta aún dilucidar cómo y por qué algo que pasó en otro lugar del mundo llegó a impregnar las agendas en nuestras latitudes. Y no es una queja, es realmente una intriga.

Hace seis años llegó a mis manos el libro de Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson[1], dos activistas travestis que formaron parte de los disturbios y se convirtieron en referentes de la lucha por los derechos de la diversidad. Allí se habla de Stonewall como una revuelta espontánea pero con acompañamiento de grupos políticos organizados que ya venían librando batallas contra la policía y contra el gobierno de Estados Unidos. Sylvia se preguntaba en 1971 si el movimiento que surgió ese día conocido como Gay Power, aún era necesario para la lucha.

En los años siguientes, Silvia y Marsha luchaban en contra de normalización del movimiento, y alzaban la voz por las travestis negras, latinas y migrantes que seguían siendo violentadas por la policía aún cuando las ordenanzas de la gran ciudad avanzaban en reconocer derechos. A inicios de esta revuelta las activistas decían que lo revolucionario de los sucesos de ese bar no eran los activistas letrados sino ellas y su comunidad enfrentando a la policía. Y también advertían que para la política, ciertas personas importaban más que otras, los gays blancos clase media ocupaban un lugar central en los reclamos y en la visibilidad de las luchas.

En uno de sus últimos discursos que dio en el año 2001, un año antes de fallecer, Sylvia recordó la historia una vez más, destacó que los disturbios sucedieron en la misma semana del suicidio de Judy Garland, negó que haya habido un muerto y volvió una vez más a pedir al auditorio que recuerde a sus hermanas y a sus hijas, que se conmuevan por las muertes de todas las personas de la comunidad y que marchen también por ellas. También recordó que tuvo un debate de varios años para traducir sus textos de lucha al castellano, porque las editoriales decían que no eran interesantes para América latina.

El Gay Power tuvo desde su surgimiento múltiples aristas, pero la visión de mercado eligió uno en particular. Las costumbres de ese país también hicieron de la marcha un desfile y del Pride una marca multicolor. Llegó a todo el mundo con distintos matices consolidándose como fecha, incluso en el presente como mes del orgullo. El mensaje del orgullo nos llegó lavado, licuado de sentido y sobre todo profundamente individualista.

Para la lógica de mercado el Pride es la oportunidad de recordar que el amor es el amor, que lo más importante es que yo pueda amar y ser amado, tener una pareja y vivir sin violencia, y todo eso mediante la venta de algún producto. Es claro que nadie se opondría al amor, pero si es necesario pensar que el mensaje individual, ese que no habla de la historia y del conflicto, deja de lado el debate sobre la necesaria transformación social, cultural y política que requiere pensar en un mundo libre de violencia para todas las personas.

En sentido estricto, Stonewall no inició las luchas por el reconocimiento de derechos hacia la diversidad. Existieron otros grupos y sucesos en el mundo antes de 1969 que, aunque muy distintos entre sí, significaron un comienzo de luchas en sus territorios. En Argentina se creó el grupo Nuestro Mundo en 1967, para intercambiar ideas y realizar acciones por los derechos del colectivo. En la historia de los últimos 40 años de democracia en nuestro país tenemos varios hitos que bien podrían ser representativos. El 9 de Mayo del 2012 se aprobó la ley de identidad de género, no tenemos la potestad de denominar internacional a casi ninguna efeméride que sale del sur global, aun cuando esta ley es pionera en el mundo por su carácter despatologizante.

Junio como el mes del Orgullo es siempre una tensión entre las agendas políticas del movimiento de la diversidad sexo-genérica y la oportunidad de marketing arcoíris de las grandes empresas. Es por este motivo que en Argentina desde hace 9 años los 28 de Junio se realizan marchas y concentraciones en todo el país para reclamar contra los travesticidios. Las clásicas marchas del Orgullo se movieron de fechas hace décadas en Buenos Aires porque el invierno no es propicio para todo el despliegue que suponen. En Tucumán se realizan marchas del orgullo desde el año 2010 y por varias razones se hacen después de la marcha de CABA, generalmente en diciembre.

En este 2024 se suman consignas a la concentración, porque desde el Estado nacional se eliminaron las políticas públicas con perspectiva de género y diversidad, se niega la violencia y se promueven discursos de odio hacia la diversidad. La historia argentina de la diversidad se trata de lo comunitario, con construcciones políticas que surgen desde la calle y también en lucha contra la violencia policial, por eso una de las frases históricas de Lohana Berkins es “en un mundo de gusanos capitalistas hay que tener valor para ser mariposa”.

 

 

[1] El libro en cuestión es un fanzine en el cual hay textos y transcripciones de discursos de las activistas de S.T.A.R, cuya sigla en castellano significa “Acción Travesti Callejera Revolucionaria”. Es la traducción al castellano que se hizo en el 2014 del inglés original publicado en el 2013. Editorial Imperdible. España. Mayo 2015


Bruno Bazán
Tucumano, licenciado en Filosofía, Especialista en Educación Sexual Integral, participa en La Nota Tucumán con una columna especializada en género y diversidad. Forma parte de Identidad Marrón, grupo antirracista. Participó de la beca de formación en periodismo y crímenes de odio en Cosecha Roja y en Perspectiva de Género en la Fundación Gabo. Fue disertante en jornadas y congresos sobre DD.HH. y Diversidad.