LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS

LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS

Dentro de pocos días, las universidades públicas argentinas retomarán medidas de fuerza. Hace unos pocos días, se conmemoró la llamada “noche de los bastones largos”, cuando el 28 de julio de 1966 comenzara el ataque que periódicamente se renueva en contra de las conquistas de la Reforma Universitaria de 1918. En efecto, ésta sentó las bases para una educación más inclusiva y democrática logrando trascender el ámbito académico para repercutir en toda la sociedad argentina, siendo esa cualidad revolucionaria la llave para comprender las periódicas embestidas hacia nuestra universidad pública, gratuita y cogobernada, por parte de gobiernos que representan las históricas minorías conservadoras de nuestro país. La Dra. María Celia Bravo nos los explica en este breve ensayo que Sin Miga hoy comparte con sus lectores.

 

 

 

LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS

El ataque a la Universidades argentinas (30 de julio de 1966)

por María Celia Bravo

 

La dictadura militar de 1966-1973, denominada Revolución Argentina, expresó la vocación autoritaria de grupos empresariales liberales y de conservadores católicos, liderada por el general Juan Carlos Onganía, que desplazó al presidente constitucional Arturo Illia, perteneciente a la Unión Cívica Radical del Pueblo. Los medios de prensa contribuyeron al golpe al denostar a la democracia, entendida como un estado de desorden y lentitud en la toma de decisiones. En el marco de la guerra fría, enervada en la región por el impacto de la Revolución Cubana, la dictadura prometió la eficiencia y el profesionalismo para impulsar la modernización de la industria y la revolución técnica en el campo. La fórmula esgrimida por el régimen consistía en desterrar la política, entendida como el ejercicio de la inoperancia y de la discordia. Así se suprimieron los partidos políticos y el gobierno se apoyó en los técnicos, muchos de ellos católicos como el primer ministro de Economía, Néstor Salimei, quien al mes de asumir, el 28 de julio, suprimió la autonomía de las universidades estatales que pasaron a depender del Ministerio del Interior, Enrique Martínez Paz.

¿Cómo era la situación de las universidades argentinas al momento de la intervención? Desde 1955 las universidades tenían aseguradas por ley la autonomía, principal postulado reformista. La autonomía permitió a las unidades académicas diseñar modernos planes de estudio, armar un plantel docente de calidad que accedió a las cátedras a través de concursos públicos de antecedentes y oposición. Otra herramienta clave fueron las dedicaciones exclusivas que permitieron a los profesores consagrarse tiempo completo a la enseñanza y la investigación. Esta modalidad de trabajo había sido impuesta por el peronismo pero se generalizó a comienzos de la década de 1960 con excelentes resultados. La educación académica se apuntaló con la asignación de becas y subsidios a proyectos de investigación. Estas acciones se plasmaron en la formación de graduados de excelencia, reconocidos en el país y en el ámbito internacional. Otra clave de la autonomía de la universitaria era el cogobierno, a través de consejos, que permitía la representación estamental de docentes, estudiantes y graduados, a través de elecciones de sus pares. Esta forma democrática permitió la interacción de los principales actores de la vida universitaria en el marco de una visión de transformación y modernización universitaria.

María José FERNÁNDEZ PASCUAL, Una historia institucional (detalle). 

La postguerra había ubicado a la ciencia como la principal herramienta para el desarrollo nacional, postulado que asumieron las casas de estudio, especialmente la Universidad de Buenos Aires. En esa dirección, la investigación se convirtió en la actividad central de las universidades. Esa agenda se concretó en nuestro país con la formación del CONICET en 1958, cuya actividad se complementaba con los ámbitos universitarios, concebidos como espacios privilegiados para la creación intelectual y científica. El antecedente de esta agencia fue el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONITYC) de 1951, presidido por Perón e integrada por científicos destacados como José Balseiro, Enrique Gaviola, Otto Gamba y Juan Bussolini. Ambos organismos, dedicados a la investigación técnica y científica, ratificaban la principal enseñanza de la postguerra, el rol de la ciencia para la industrialización y el desarrollo de la economía nacional.

Los cambios a nivel científico y académico se desarrollaron en paralelo con el nuevo perfil de profesor universitario de tiempo completo y se maximizaron con el aumento del presupuesto universitario, que se plasmó en la adquisición de equipamientos, mejoramiento de bibliotecas, conexiones con organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo que promovió la internacionalización de la educación universitaria.

La Universidad Nacional de Tucumán no fue ajena a estas transformaciones académicas, reflejadas durante los dos rectorados de Eugenio Flavio Virla (1959/1962; 1962/1966). Durante su gestión se estabilizó el cuerpo docente, se ampliaron las dedicaciones exclusivas y se implementaron ayudas económicas a estudiantes para viajes de estudio. La extensión, otra premisa clave del ideario reformista, alcanzó un hito con la creación de Canal 10 el 9 de julio de 1966.

La participación de los estudiantes en actividades extra-curriculares como teatro, coro, y actividades deportivas gestó una vida estudiantil activa que incentivó los vínculos entre alumnos/as de las distintas unidades académicas. Asimismo, la participación en los centros de estudiantes les permitió iniciarse en la actividad política: la tendencia más importante era el reformismo; crecían con rapidez las izquierdas, grupos escindidos del Partido Comunista y del Partido Socialista al influjo de la Revolución Cubana; mientras que el Humanismo, agrupación católica con nexos con la Democracia Cristiana tenía una presencia significativa en el mundo universitario tucumano.

La intervención de las Universidades estatales rompió la cultura reformista al transformar a rectores y decanos en meros administradores dependientes del ministerio del Interior, al eliminar los consejos y al prohibir la actividad política de los centros de estudiantes para preservarlos de la “influencia comunista”. La primera oposición real que recibió la dictadura fue la de docentes y estudiantes universitarios que intentaron resistir el decreto. En la Universidad de Buenos Aires, renunció el rector, el secretario académico, el Consejo Superior, todos los decanos y consejos directivos, en defensa de la autonomía y de la constitución nacional. La medida desató un clima de agitación en una institución educativa que contaba con 70.000 alumnos. La FUA convocó a tomar las facultades en señal de protesta. Las más activas en la defensa de la reforma fueron la Facultad de Ciencias Exactas, la Facultad de Ciencias Naturales, la Facultad de Medicina, de Ingeniería, Arquitectura y la Facultad de Filosofía y Letras. El gobierno ordenó desocupar los edificios universitarios, objetivo que se cumplió con violencia, la noche del 30 de julio de 1966. En la Facultad de Ciencias Exactas, fueron desalojados por la policía y golpeados con violencia 135 personas entre alumnos y profesores. Episodios similares, pero de menor intensidad en lo relativo a golpizas y detenciones, se repitieron en la Facultad de Arquitectura y Filosofía y Letras. Este triste episodio es conocido como la noche de los bastones largos. La policía anunció que esa noche se registraron 150 detenciones, la mayoría estudiantes pero también profesores.

En la Universidad Nacional de Córdoba, en la de La Plata, en la Universidad del Litoral renunciaron las autoridades, pero no se registraron hechos de violencia. Una posición semejante adoptó la Universidad Nacional de Tucumán donde renunció el ingeniero Virla, decanos y consejeros. Carlos Kirschbaum, presidente de la Federación Universitaria del Norte, que concentraba la representación del movimiento estudiantil llamó a defender la universidad estatal, la autonomía universitaria y sus autoridades. Un pronunciamiento similar fue emitido por la Liga de Estudiantes Humanistas que desconoció la autoridad de los interventores y convocó una asamblea de estudiantes en defensa de la universidad pública. Para evitar la resistencia de los estudiantes se decretó el cierre de las instalaciones universitarias por 15 días. De modo que en nuestra provincia no se registraron hechos violentos, ni tampoco renuncias de profesores.

El golpe dado a las universidades cerró una etapa signada por el reformismo y la modernización universitaria. El efecto directo fue la renuncia masiva de los profesores en la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires (184 docentes) que virtualmente dejó desmantelada esa casa de estudios. En total en la UBA se registraron 1378 renuncias de docentes, sumado al plantel superior de EUDEBA, editorial que había alcanzado un alto grado de desarrollo y reconocimiento por parte del público argentino. En esa casa de altos estudios el impacto destructivo de la medida fue inconmensurable, en tanto afectó a sus áreas más dinámicas: la Facultad de Ciencias Exactas y la Facultad de Filosofía y Letras, donde cátedras y equipos de investigación completos fueron desarmados. Esta respuesta docente conocida como fuga de cerebros significó la pérdida de la riqueza científica y cultural generada por la principal universidad argentina, recursos capitalizados por centros de estudios e investigación de Estados Unidos, Europa y América Latina. Renuncias similares, pero de menor magnitud, se registraron en la Universidad del Litoral, en Rosario, en la Universidad Nacional de La Plata. En Tucumán no se registraron renuncias dentro del claustro docente, pero los profesores firmaron comunicados a favor de la autonomía universitaria.

La noche de los bastones largos marcó el inicio de una etapa de decadencia de las universidades estatales, inducida por la dictadura que no cuidó su cuerpo docente, sino que además disminuyó el presupuesto. Por otra parte, la clausura de los centros estudiantiles y los consejos, cambió sustancialmente la relación de los estudiantes con el gobierno universitario. El diálogo fluido que motorizaba la cultura reformista fue reemplazado por imposiciones por parte de los directivos y por la oposición de los estudiantes que se movilizaron contra las restricciones del presupuesto, especialmente de los comedores universitarios a partir de 1968. En suma, el régimen militar que se proponía erradicar la “infiltración comunista” de los claustros académicos, no pudo evitar la politización del movimiento estudiantil que creció de manera sostenida hacia fines de la década, al protagonizar auténticas rebeliones populares como el Cordobazo en 1969 y los Tucumanazos de 1970 y 1972.

 

 

 


María Celia Bravo
Doctora de Historia por la Universidad Nacional de Tucumán, profesora titular de Historia Argentina II e investigadora del CONICET.

Imagen de tapa: María José FERNÁNDEZ PASCUAL, Una historia institucional. Intervención sobre libro de historia de uso escolar calado a mano, hilos de cobre, fibras de lana y algodón. 2023. Encuadernación: Galo @galo_artista. Edición: Ramón Teves.


María José Fernández Pascual
Licenciada en Historia por la UNT y artista visual. Especializada en Investigación y Gestión de Archivos en la era Digital (FLACSO-2023) se halla actualmente a cargo de la recuperación y puesta en valor de Archivo Laboral de la provincia de Tucumán. Bajo la dirección de la Dra. Florencia Gutiérrez, participa del proyecto de investigación: “Construcción, alcances y límites de las políticas sociales, siglo XIX y XX” (UNT -CONICET). Y es miembro del Seminario Permanente de Investigación en Historia, Facultad de Filosofía y Letras- UNT. Fue becaria Fondo Nacional de las Artes (2022-2023) y participó en diferentes salones, entre los que se destacan el 47 º Salón de Tucumán para el ámbito nacional (2019); el Salón Nacional del Bicentenario, Tucumán (2016) y el Salón Textil “Haciendo camino al tramar”, CERPACU, (UNT), Sapikuna (2016). También formó parte de la VII Bienal de Arte Textil- WORD TEXTIL ART, Montevideo Uruguay (2017) e integró proyectos de arte en espacio público coordinados por el Grupo Intervencionista Tucumán (GIT, 2018 -2023). Es miembro del colectivo de artistas Grupo Nómade Tucumán, con el que realizó diversas exposiciones desde 2017.