EL RECHAZO DE ARGENTINA A LA AGENDA 2030 SOCAVA LA SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL BIENESTAR HUMANO 

EL RECHAZO DE ARGENTINA A LA AGENDA 2030 SOCAVA LA SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL BIENESTAR HUMANO 

La reciente decisión del gobierno de los hermanos Milei por la que se excluye a nuestro país de la Agenda 2030, impulsada por la ONU, pone en peligro no sólo la lucha contra el cambio climático, sino su relación y efecto sobre la ciudadanía. Ciertamente, ésta instituye objetivos para el desarrollo sostenible con el fin de abordar problemas sociales, económicos y ambientales de manera globalmente mancomunada. Tal decisión ha generado una ola de críticas por parte de académicos y científicos argentinos pues, en un contexto de generalización de la pobreza y de creciente presión sobre la naturaleza, es vista como una irresponsabilidad cuyos efectos negativos se profundizarán en un futuro no lejano. Del editorial escrito y firmado por 61 científicos de alto rango, Sin Miga ofrece una traducción libre de su autoría a fin de aportar a la concientización sobre los graves problemas que implicará para el desarrollo sostenible de Argentina, el hecho de no rectificar a la mayor brevedad posible su posición ante la ONU. 

 

 

EL RECHAZO DE ARGENTINA A LA AGENDA 2030 SOCAVA LA SOSTENIBILIDAD DEL MEDIO AMBIENTE Y DEL BIENESTAR HUMANO 

por Javier NORI, Alejandro, Eduardo Jorge VALENZUELA, Micaela CAMINO, Elena ABRAHAM, Gabriela AGOSTINI, Marcelo Adrián AIZEN, Julieta Rocío ARCAMONE, Yanina ARZAMENDIA, German BALDI, Diego BALDO, Matías Cristian BARANZELLI, Marcelo CABIDO, Daniel CÁCERES, Aníbal CARABAJO, Micaela CAMINO, Atilio Pedro CASTAGNARO, Claudia CAMPOS, Juan CORLEY, Javier Maximiliano CORDIER , Sandra Myrna DÍAZ, Julián FAIVOVICH, Lucas GARIBALDI, Leonardo GALETTO, Gregorio GAVIER PIZARRO, Alejandro GIRAUDO, Ricardo GÜRTLER, Pablo Yair HUAIS, Esteban JOBBAGY, Alberto KORNBLIHTT, Martín KOWALESKI, Esteban Orlando LAVILLA, Gabriela LICHTENSTEIN, Marta LITTER, Rafael LOYOLA, Enrique MARTÍNEZ MEYER, Matías MASTRÁNGELO, Gabriela MATALONI, Silvia Diana MATTEUCCI, Ana Sofia NANNI, Ricardo ALBERTO OJEDA, Pablo Enrique PENCHASZADEH, José PRIOTTO, Rubén QUINTANA, Gabriel Adrián RABINOVICH, Martín RAMÍREZ, Juan Carlos REBOREDA, Adriana RODRÍGUEZ PÉRSICO, Virginia Alonso ROLDÁN, Valeria SFARA, Manuel SOSA, Daniela TAMBURINI, Paula TARABORELLI, Pablo TETA, Paula Andrea TECCO, Alejandro TRAVAINI , Ana Nerea TOMBA, Mariana TOTINO, David VERGARA TABARES, Bibiana VILA y Christopher Brian ANDERSON.

 

 

 

En un gran esfuerzo intergubernamental para mitigar problemas sociales y crisis ambientales[1], las Naciones Unidas (ONU) adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible[2] el cual engloba diecisiete objetivos específicos (en adelante ODS) y otras 169 metas reforzadas por el reciente Pacto para el Futuro[3]. Este marco, fuertemente arraigado en la ciencia, busca guiar a quienes toman las decisiones, a los académicos, a los patrocinadores, a las empresas y la sociedad civil en su conjunto, hacia una visión compartida que vincula la sociedad y la naturaleza en la que se hallan temas tales como la pobreza, la mitigación del cambio climático, la planificación de la explotación de la tierra y de los océanos, así como una justicia “multidimensional”[4]. A pesar de la importancia de este esfuerzo global para un país “en desarrollo” como Argentina, en su reciente discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente Javier Milei anunció que su gobierno rechaza la Agenda 2030 y su Pacto para el Futuro[5].

Como el octavo país más grande del mundo[6] , nuestro país alberga aproximadamente la mitad de los biomas del planeta y abarca una amplia gama de climas, ecorregiones, especies, culturas y contribuciones de la naturaleza hacia los seres humanos[7], enfrentando al mismo tiempo, profundos desafíos socioambientales[8] relacionados con los impulsores de cambio que pueden ser directos (deforestación, pérdida y deterioro del hábitat, contaminación, especies invasoras), o indirectos (falta de gobernanza efectiva, economías insostenibles o concentración de la tenencia de la tierra)[9]. Con una economía exportadora impulsada por los productos básicos, muchos de estos problemas surgen de factores externos y decisiones tomadas más allá de las fronteras de Argentina como resultado de demandas internacionales de productos agrícolas y a menudo responden a intereses no alineados con los intereses nacionales[10]. En consecuencia, la reciente decisión de abandonar la Agenda 2030 socava aún más los esfuerzos por alcanzar políticas equitativas y un desarrollo sostenible basado en la administración local ya que la participación constructiva en acuerdos internacionales sobre conservación, educación y sostenibilidad puede ayudar a trascender las fronteras geográficas, así como obstáculos financieros y políticos para la búsqueda de soluciones que aseguren conservación del medio ambiente y del bienestar humano[11].

El matemático Juan Carlos Merlos con secuelas de golpes perpetrados por la policía, durante la llamada “Noche de los bastones largos” en 1966.Fotografía documentalFuente: https://www.clarin.com/politica/-noche-bastones-largos-ataque-inicio-exodo-investigadores-cientificos_0_094hz-uNp.html  

La posición del nuevo gobierno argentino, deja sin embargo al bienestar ambiental y social del país en una situación cada vez más precaria. De hecho, mientras escribimos este editorial, no sólo ha incrementado la pobreza, sino que también aumentan las protestas callejeras contra los ajustes estructurales en salud, educación, ciencia y otras políticas sociales, al tiempo de que en varias provincias se afrontan incendios forestales desenfrenados que afectan la productividad y los sistemas naturales. Asimismo, mediante el DNU 888/2024, recientemente Milei disolvió varios instrumentos de financiación relevantes como la Ley N° 26.331, sancionada por el Congreso en 2009, creados con el fin de enriquecer y conservar los bosques nativos no sólo para protegerlos, sino también para garantizar los servicios ecosistémicos que benefician a la sociedad. En efecto, nuestros mayores desafíos socioambientales exigen vincular claramente valores con instrumentos políticos tanto a nivel local como global.

A continuación, evaluamos brevemente la importancia de algunos de los ODS en el contexto de los sistemas socioecológicos argentinos:

El ODS 2 de “hambre cero”, tiene como objetivo lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible. Sin embargo, a partir del primer semestre de 2024, el 52,9 % de la población argentina vive en la pobreza[12], lo cual no sólo avanza en la dirección opuesta al ODS 1 de “erradicación de la pobreza”, sino que también demuestra que el hambre y la seguridad alimentaria son problemas aún más críticos que el gobierno de Milei ha contribuido a generar y que tarde o temprano deberá asumir. El ODS 2 también propone duplicar la productividad agrícola y los ingresos de las pequeñas empresas agricultoras promoviendo prácticas agrícolas resilientes y garantizando sistemas de producción de alimentos sostenibles porque revertir el hambre es particularmente importante para los sectores sociales vulnerables como por ejemplo los pueblos indígenas o las familias que practican una agricultura de subsistencia. Estas propuestas también reconocen las interconexiones con la biodiversidad, la continuidad cultural y el cambio climático; en efecto, los medios de vida dependen de ecosistemas amenazados y de prácticas agrícolas tradicionales que se ven impactadas por factores ambientales como el ya mencionado cambio climático o factores socioeconómicos como la expansión de la agricultura industrial[13]. En este contexto, la cooperación internacional es básica para fortalecer los sistemas alimentarios sostenibles mejorando las capacidades locales, ayudando a las comunidades a adaptarse a los desafíos socioambientales y mejorando las instituciones de gobernanza y la infraestructura rural. Como se ve, abordar la inseguridad alimentaria claramente está vinculado al ODS 1 de “erradicación de la pobreza” así como al ODS 3, sobre “mejoras de la salud”; al ODS 10, sobre “reducción de la desigualdad” y al ODS 13, que trata sobre “acciones contra el cambio climático”, subrayándose así la interconexión entre medio ambiente y sostenibilidad socioeconómica.

Desalojo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, por parte de la Guardia de Infantería durante la llamada noche de los bastones largos, en 1966 Fotografía documental Fuente: https://www.clarin.com/politica/-noche-bastones-largos-ataque-inicio-exodo-investigadores-cientificos_0_094hz-uNp.html

El ODS 6, acerca del “agua limpia y su saneamiento”, se aplica a la forma en que los ecosistemas de agua dulce de Argentina desempeñan un papel fundamental a la hora de proporcionar contribuciones vitales que ayuden a alcanzar el ODS 11 sobre el tema “ciudades y comunidades sostenibles”. Sin embargo, según el Instituto Nacional de Censos y Estadísticas, en 2023, el 26,8 % de los hogares argentinos aún no tiene tratamiento de aguas residuales, y el 9,8 % no tiene acceso a agua potable[14]. Desde los glaciares de la Patagonia a los humedales del Iberá, la protección de estos ecosistemas ayuda a garantizar la calidad del agua, la salud pública y los medios de vida dignos de las personas. Por lo tanto, rechazar la Agenda 2030 pone en peligro no sólo la vida silvestre y los hábitats, sino que también debilita la capacidad de nuestro país para gestionar eficazmente sus recursos hídricos, disminuyendo simultáneamente las posibilidades para la agricultura, la producción de energía y el cuidado de la salud. Todo ello acarrea consecuencias adversas que recaen desproporcionadamente sobre los grupos más vulnerables entre los que se hallan niños/as, mujeres o minorías étnicas. En particular, los pueblos indígenas, las comunidades locales y las comunidades agrícolas rurales a menudo dependen directamente de las fuentes de agua para su sustento, enfrentando así riesgos mayores en la medida en que aumenta la inseguridad hídrica[15].

El ODS 13, que habla de “acción por el clima”, exige medidas para la disminución y la adaptación al cambio climático y a sus impactos. Para el caso del primero, en Argentina esto significa invertir en el desarrollo de sistemas de alerta temprana y en la creación de protocolos de amortiguamiento de los desastres, tales como inundaciones, sequías e incendios forestales. Para lograr el segundo objetivo, se trata de invertir en desarrollar y propiciar estrategias para el acomodamiento a la nueva realidad climática. Si bien la legislación nacional ya incluye acciones específicas como la creación de un Gabinete Federal de Cambio Climático que abarque todos los ministerios, es imperativo poner en práctica estos instrumentos pues los desastres relacionados con el clima continúan erosionando la biodiversidad de nuestro país, su economía y el bienestar de su población[16].

Militares irrumpen en la UBA durante la llamada Noche de los bastones largos, en 1966 Fotografía documental Fuente: https://www.clarin.com/politica/-noche-bastones-largos-ataque-inicio-exodo-investigadores-cientificos_0_094hz-uNp.html

Así las cosas, no participar en la Agenda 2030 compromete la búsqueda de financiación y apoyo técnico internacionales necesarios para construir infraestructuras e instituciones resilientes al clima, impidiendo asimismo el desarrollo de investigaciones sistemáticas, políticas integradas y acciones concretas para mitigar los graves impactos del cambio climático[17]. Concretamente, rechazar la Agenda 2030 implica obstaculizar la inversión en investigación e innovación que podría reducir la dependencia de los combustibles fósiles, factores clave del cambio climático. Tales iniciativas, alineadas con las políticas industriales verdes, también son cruciales para construir economías resilientes y bajas en carbono basadas en el ODS 9 en el que se desarrollan conceptos y problemáticas como “la “resiliencia, creación de infraestructuras, industrias e innovación”[18].

Interesa especialmente el ODS 14, dedicado a la “vida submarina”. En efecto, en Argentina, los ecosistemas de sus extensas costas y su vasta plataforma continental así como de sus aguas profundas, contribuyen al desarrollo ecológico y a la estabilidad socioeconómica. Así, este objetivo enfatiza el uso sostenible de aquellos recursos. Las recientes iniciativas de Argentina para establecer un Sistema Nacional de Áreas Marinas Protegidas representaban avances significativos en el ámbito de la conservación marina, pero actualmente estos estos logros se ven amenazados por el rechazo del gobierno de Milei a las normas acordadas internacionalmente comprometiendo los ecosistemas marinos y aumentando el peligro de su integridad ecológica, así como de los recursos económicos vitales para la pesca y turismo. De esta forma, podemos decir que entra de lleno en contradicción con el ODS 12, dedicado a la “producción y consumo responsables” y que problema se magnifica aún más cuando se consideran los aspectos simbólicos y los valores relacionales que estos ecosistemas significan para nuestra identidad cultural.

El ODS 15 dedicado a la “vida de ecosistemas terrestres” se centra en la protección de la biodiversidad terrestre y sus ecosistemas. La conservación a largo plazo de la naturaleza y sus contribuciones a la especie humana exige tanto estrategias bien establecidas como áreas protegidas, como el desarrollo y/o refuerzo de enfoques basados ​​o dirigidos por la comunidad (consejos ciudadanos participativos o políticas guiadas por las tradiciones locales y respaldados por la ciencia, manejo de la vida silvestre basado en la caza o tabúes etc.)[19]. Respecto a este tema, está bien documentado que, por sí solas, las áreas protegidas resultan insuficientes para salvaguardar muchas de las especies y ecorregiones de Argentina contra amenazas específicas[20]. Por otra parte, es más efectiva la inclusión de diversos actores sociales a través de una valoración múltiple de la naturaleza y de estrategias participativas[21] como por ejemplo aquellas que involucran a los pueblos indígenas y/o a las comunidades locales pues se ha demostrado que son más efectivas, sostenibles y contribuyen al ODS 16 dedicado a los temas de “paz, equidad y justicia”. Consecuentemente, la Agenda 2030 e iniciativas regionales como el Acuerdo de Escazú[22], reconocen explícitamente los vínculos entre la conservación ambiental y objetivos sociales, como el ODS 5 dedicado a la “igualdad de género y empoderamiento” o el ya mencionado ODS 10, sobre “reducción de la desigualdad”. Éste promueve la sostenibilidad mediante el empoderamiento a los actores sociales marginados cuyas voces, derechos y valores han sido excluidos históricamente de las decisiones a favor de las políticas basadas en las perspectivas del mercado, a menudo asociadas con iniciativas extractivas insostenibles como las de la región del Chaco argentino[23]. En efecto, reconocer las relaciones recíprocas entre las personas y la naturaleza, también permite garantizar las contribuciones de ésta hacia los seres humanos, como los alimentos, el agua y la energía, implicados en los ODS 1 (“erradicación de la pobreza”) y ODS 12 (“consumo responsable y producción”). Resulta pues urgente implementar políticas y decisiones públicas más eficaces e inclusivas a fin de poder abordar el declive de la biodiversidad, el cambio climático, la erosión cultural, la injusticia ambiental y la expansión de la pobreza[24], que son principios fundamentales del plan de acción en el orden del día de la Agenda 2030. Desde lo local a lo global, tales desafíos también interpelan a los gobiernos, instituciones científicas, empresas y sociedad civil para que se involucren colaborando en el avance de los ODS con soluciones innovadoras que equilibren la sostenibilidad ambiental y socioeconómica. Así pues, rechazar este consenso global daña la posición internacional de Argentina y socava la capacidad de nuestro país para superar barreras y llenar vacíos que le permitan abordar retos socioambientales críticos[25].

La Universidad de La Plata cerrada por la dictadura de Onganía, en 1966 Fuente: https://www.eldia.com/nota/2021-7-29-2-34-46-cuando-la-dictadura-eligio-como-enemigo-a-las-universidades-el-impacto-en-la-plata-politica-y-eco

La Agenda 2030 y el Pacto para el Futuro han recibido el respaldo internacional unánime, de modo que la nueva posición de Argentina sitúa nuestra nación junto a un pequeño grupo de menos de quince países que incluyen a Irán, Siria, Rusia, Nicaragua y Corea del Norte, que tampoco lo han suscripto[26]. Esta retirada marca un cambio del compromiso histórico de Argentina con la cooperación global y también se refleja en el cambio de sus prioridades nacionales hacia la ciencia, el sistema educativo y la salud pública. Por ende, alejándose de la Agenda 2030, el gobierno de Milei no sólo corre el riesgo de aislarse aún más en la escena internacional, sino que también amenaza la capacidad de instituciones privadas e individuos para contribuir al desarrollo equitativo y sostenible en colaboración con la comunidad internacional y las autoridades nacionales, provinciales y locales.

Con todos sus objetivos (ODS), el amplio marco planteado por la Agenda 2030 representa un enfoque holístico para integrar la conservación del medio ambiente, los derechos humanos y la calidad de vida, abordando así las complejas interconexiones entre la ecología, economía, sociedad, tecnología y cultura cuyos principios y objetivos han sido co-construidos a través de décadas de procesos democráticos bajo los auspicios de Naciones Unidas, a fin de garantizar una vida sostenible, próspera y un futuro equitativo para todos los habitantes del planeta. Sin imposiciones, los ODS ofrecen herramientas para mejorar las políticas locales, nacionales e internacionales, representando una visión común que permite trabajar conjuntamente hacia valores compartidos a los diversos actores estatales y sociales en todo el mundo.

Como científicos comprometidos en vincular la ciencia a la vida política, poseemos pruebas concluyentes de que, por el bien de su gente, su economía y su naturaleza, Argentina debería volver a comprometerse a la mayor brevedad posible con todos los objetivos de la Agenda 2030.

Fuente: Biological Conservation 299 (2024). www.elsevier.com/locate/biocon

 

 

 

 

[1] p. ej., Diaz et al., 2019.

[2] ONU, 2015.

[3] ONU, 2024.

[4] Anderson et al., 2019.

[5] ver Financial Times, 2024; UNT v, 2024.

[6] Banco Mundial, 2024.

[7] p. ej., Olson et al., 2001; Tamburini et al., 2023.

[8] Nori et al., 2013, 2016; Kuemmerle et al., 2017; Prieto Torres et al., 2022; Camino et al., 2023.

[9] IPBES, 2018.

[10] Washington et al., 2024.

[11] Biermann et al., 2017.

[12] INDEC, 2024.

[13] Camino et al., 2023.

[14] INDEC, 2024.

[15] IPBES, 2018; Martínez Cruz et al., 2024.

[16] UNDRR, 2017; Fernández ´ et al., 2022; Campbell et al., 2021.

[17] p. ej., prevenir incendios forestales, Pacheco et al., 2021.

[18] IPBES, 2018.

[19] Arzamendia et al., 2014.

[20] Nori et al., 2016.

[21] Tamburini et al., 2023.

[22] Sobre información, participación y justicia ambiental.

[23] Blum et al., 2022, Cáceres, 2015; Camino et al., 2023.

[24] IPBES, 2022.

[25] Mastrángelo et al., 2019.

[26] ONU, 2024.


Service title
Todos los firmantes son doctores en distintas especialidades de la ciencia y se desempeñan en las siguientes instituciones: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); Universidad Nacional de Córdoba; Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; Universidad Nacional del Nordeste; Universidad de Buenos Aires; Universidad Nacional del Comahue; Universidad Nacional de Jujuy; Universidad Nacional de San Luis; Universidad Nacional de Misiones; Universidad Nacional de Tucumán, Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, CABA; Universidad Nacional de Río Negro, Universidad Nacional de Mar del Plata; Universidad Nacional de San Martín; Centro Científico y Tecnológico de Mendoza-CONICET, Argentina; Universidad de la Patagonia Austral; Universidad Nacional de Luján (todas de Argentina); International Institute for Sustainability; Universidade Federal de Goias, (ambas de Brazil) y Universidad Nacional Autónoma de México (México). 

Imagen de tapa: La Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, el día después de llamada “Noche de los bastones largos, en 1966”.Fotografía documentalFuente: https://www.clarin.com/politica/-noche-bastones-largos-ataque-inicio-exodo-investigadores-cientificos_0_094hz-uNp.html