LA FORTALEZA DE LOS VULNERABLES / LA DEBILIDAD DE LOS PODEROSOS

En medio de la desinformación impulsada por el presidente Javier Milei en Davos, Marcos Figueroa, ex Decano de la Facultad de Artes, reflexiona sobre los terribles crímenes homofóbicos cometidos en la provincia contra el también ex Decano de la Facultad de Artes, Carlos María Navarro y el joven artista, Rodolfo Bulacio. Esta conmemoración crítica, se hermana con el presente: la resistencia gestada desde los sectores más vulnerables como los maricas, las tortas, los y las trans, las mujeres y la marea verde.
LA FORTALEZA DE LOS VULNERABLES / LA DEBILIDAD DE LOS PODEROSOS
por Marcos Figueroa

Pocos discursos generaron tanto rechazo en la historia argentina reciente, como el pronunciado por Milei en Davos, donde planteó eliminar el agravante por feminicidio del Código Penal y atacó una serie de conquistas de organizaciones feministas, LGBTIQ+ y derechos humanos, como las leyes del Matrimonio Igualitario, de Identidad de Género y de Cupo Laboral Trans, entre otras. Con ello, el presidente intenta retrotraer conquistas civiles, logradas desde la reinstauración de la democracia, que reclaman igualdad de derechos para un amplio sector de la población históricamente sojuzgada, discriminada y violentada. Fue un discurso cargado de odio, que vuelve a ubicar la mujer en un lugar de inferioridad; que pretende, además, eliminar el derecho a un trabajo digno para la población trans, y finalmente, es profundamente homofóbico, pues se refiere nuevamente a la homosexualidad en términos de enfermedad.
Estos sectores que Milei ataca no la tuvieron fácil. Las páginas de los diarios están llenas de noticias sobre víctimas de vejaciones, trata, explotación y crímenes atroces, a los cuales la lucha sostenida por esos derechos conquistados, intenta poner fin. Los casos son muchísimos, pero en este contexto me vienen a la memoria el asesinato de Carlos María Navarro (1990) y el crimen de Rodolfo Bulacio (1997), dos sucesos terribles perpetrados en tiempos distintos, en una provincia llena de prejuicios. Los casos no tuvieron conexión entre ellos, salvo por el hecho de que ambos formaron parte de la comunidad de la Facultad de Artes de la UNT y porque la vida de los dos fue truncada con la misma violencia, efecto de una cultura provinciana altamente homofóbica que la reivindica como práctica de dominación y exalta al macho como sujeto de poder.
Al momento de su homicidio, Carlos Navarro era el primer decano de una de las principales Facultades de Artes del país. En esas funciones jugó un rol fundamental conducente al proceso de su jerarquización, en el contexto de la renovación de las universidades nacionales desde la reinstauración democrática. Él fue, por lo tanto, el mentor de la estructura institucional que dio lugar a la Facultad tal como la conocemos en la actualidad. De ahí su valioso aporte a la escena local y al campo cultural de la región.
Desde sus orígenes, esa casa de altos estudios representó un lugar altamente inclusivo, en el cual la juventud encontraba un espacio contenedor donde crecer y socializar en libertad. Un espacio empático frente a la hostilidad del mundo. Así, era frecuente encontrarnos con alumnos como Rodolfo Bulacio, por ejemplo, ávidos por desarrollar su talento. En efecto, “Rodo” fue un estudiante avanzado que ya contaba con un cuerpo de obra y una cantidad de exposiciones que interpelaban las contradicciones de nuestra sociedad. Un estudiante sobresaliente, excéntrico, histriónico, líder natural y fundamentalmente comprometido con el arte y con las causas LGBTIQ+. Un joven artista que lamentablemente tuvo el final trágico que, como el crimen de Carlos, sacudió nuestra provincia.
Históricamente, las facultades de Artes fueron burbujas de contención para sus estudiantes, en especial, para quienes se sentían excluidos socialmente y condenados a la invisibilidad. De ahí que
los derechos conquistados, en años posteriores a aquellas trágicas muertes, buscan una inserción plena en la sociedad. Es esto es lo que rechaza el oficialismo y permanentemente está presente en discursos como el de Guillermo Francos, quien expresó que al Gobierno no le molestan los homosexuales, siempre y cuando se queden en su casa.

Debido a estas realidades, por los muertos y en defensa de las conquistas logradas, es que las organizaciones feministas, LGBTIQ+ y de Derechos Humanos convocaron a la marcha del sábado 1F, marcha a la que se sumó una inmensa multitud; y no sólo en CABA: se expandió a todas las provincias, e incluso a otros países.
Si se me permite el término, en este momento deseo resaltar los siguiente: lo paradójico es que fue la suma de los sectores vulnerables organizados lo que logró una de las marchas más multitudinarias de estos últimos años, como anteriormente lo hicieran los estudiantes universitarios en octubre de 2024. No fueron los partidos opositores, no fueron los sindicalistas, sino los maricas, las tortas, los y las trans, las mujeres, la marea verde; en fin…, los que vienen sufriendo la violencia de género y los efectos de los discursos de odio que promueven una sociedad profundamente dividida.
Una marcha para que “nunca más” existan casos como los de los queridos Carlos María Navarro y Rodolfo Bulacio.
Imagen de portada: Rolo JUÁREZ, “Autorretrato en el bosque”. Pastel s/tela. 100 x 150 cm. 2012