100 AÑOS DE RADIO: TODO ESTÁ GUARDADO EN LA MEMORIA

100 AÑOS DE RADIO: TODO ESTÁ GUARDADO EN LA MEMORIA

Desde un ameno relato sobre la radiofonía local, Tina Gardella se pregunta acerca del rol de la radio en la actualidad, teñida por la incertidumbre de los tiempos de pandemia. En este ensayo aborda coordenadas globales que afectan no sólo la esfera biológico-sanitaria sino nuestros hábitos y relaciones en las cuales la radio ocupa un lugar central en la construcción de lo cotidiano.

 

 

100 AÑOS DE RADIO: TODO ESTÁ GUARDADO EN LA MEMORIA

por Tina Gardella

 

¿Todo está guardado en la memoria? El título sólo apela al lenguaje musical radiofónico por el que ciertas canciones pueden operar como anclaje significante tanto para el decir como para la estética de la escucha. La Radio ha cumplido 100 años y cualquier mirada hacia atrás –que se hace invariablemente desde el presente- establece ciertas condiciones para esa mirada.

La primera tiene que ver con la Memoria. Así, con mayúscula. Las memorias de la Radio en su centenario, son múltiples e infinitas en tanto la politización del dolor que construyó el campo de los Derechos Humanos en nuestro país nos enseñó que la Memoria es un proceso y un producto social y político/cultural por el que se dota de sentido a las historias singulares y a las historias colectivas en escenarios situados. Por eso siempre la Memoria es una cuestión del presente y no sólo un recordatorio del pasado. Hoy por hoy, ese presente es un contexto de pandemia y un escenario de intensas interpelaciones tecnológicas y de nuevas formas de escuchas radiofónicas.

De esas memorias iniciáticas destacamos que la aparición de la radio a partir de la novedosa instalación tecnológica por los llamados “Locos de la Azotea”[1] supuso –entre otros varios aspectos- la creación de un tipo cultural específico como fue el “oyente”. En su elección por lo que quería escuchar, ese oyente le daba un sentido a su escucha y en tanto consumo cultural, movía la producción de un sentido social propio. La radio se creaba y el público se construía en un mismo movimiento.

Ese público se configuraba no sólo por las particularidades y exigencias tecnológicas de la escucha, sino porque la radio misma se configuraba en un entramado de relaciones con el mundo empresario/publicitario y con el Estado. El impacto de los vaivenes de estas relaciones en la vida social fue tangible en tanto se combinaban las funciones de la radio para el entretenimiento, la información/formación y la política.

Fotografía: Sandrine Dole

Durante los primeros años, el elemento por excelencia en la programación radiofónica fue la música. Reproducción de discos en un principio, luego la incorporación de números en vivo y más tarde la transmisión desde los escenarios y fundamentalmente desde los bailes de carnaval. De esta época es el nacimiento de LV7 Radio Tucumán, en 1927. Esa matriz ha permanecido, desde lo material y simbólico, re significando el universo radiofónico musical: los bailes de carnaval se publicitan actualmente mayoritariamente por esta emisora no porque el alcance de sus ondas “llegara” a sectores del interior tucumano, sino porque además, existe toda una “tradición carnavalera” de transmisión en vivo de los bailes del interior. Lo tecnológico será siempre sólo uno de los aspectos a considerar en el análisis de los fenómenos de comunicación, pero no será el “pensar técnico” el que nos responda a las verdaderas razones del ser comunicacional, como siempre defendió el entrañable Héctor Schmucler.

Durante los años 30 y 40 la música dio paso al radioteatro. De estilo campero, policial y romántico, fue mutando problemáticas y estéticas que le permitió perdurar hasta mediados de los años 60. Esta etapa fue también la de transformación de un hacer radio que era mezcla de saberes técnicos y capacidad de improvisar a un hacer de actividad profesional. En este período se inserta el surgimiento de LV12 Radio Independencia en 1938. No en vano diversos abordajes estudian la re significación actual de los radioteatros en publicidades dialogadas, en los micros de humor con personajes que marcan estereotipos y hasta en los diálogos de personificación que realizan entre sí los conductores, locutores y periodistas de un programa radiofónico.

 

Los Radioteatros como matriz radiofónica

Si bien la Radio es un medio de comunicación que se escucha y ésa es la particularidad que la identifica como dispositivo tecnológico, solemos olvidar que la Radio es un medio evocador de imágenes: todas las palabras, toda la música más los silencios y efectos sonoros que se utilizan en cada salida al aire, lo hacen en función de crear y re crear imágenes en la mente de sus oyentes. ¿Y qué mejor propuesta que contar historias para que esa re creación sea posible? Pues bien, los radioteatros fueron y son una forma de contar historias en la Radio. Desde los años 20 en que nace la Radio, se re transmitían obras de teatro. Pero el radio oyente no recibía la misma información que el espectador que se hallaba sentado en su butaca de teatro y tampoco percibía las mismas emociones. Ante el fracaso de estos intentos, se incorporó a la representación de la obra teatral un nuevo personaje ajeno a la dramatización escénica: el narrador. Como observador que era de la realidad visual, contaba lo que veía y lo que sentía. Pero tampoco resultaba satisfactorio. Hasta que comenzaron a escribirse obras sólo para ser interpretadas en radio. Surgían así los Radioteatros, que tenían en cuenta no sólo las particularidades del lenguaje radiofónico, sino sobre todo esto tan simple y complejo a la vez: la radio se escucha sin ver.

En Tucumán los radioteatros se presentaban en vivo. Las giras por el interior tucumano de los actores que personificaban a los distintos personajes, son recordadas aún hoy como los acontecimientos más importantes de esas localidades. “El León de Francia”, “Hormiga Negra” “Juan Moreira” entre otros, eran seguidos en la siesta tucumana por muchos hombres, mujeres y niños en sus casas, el trabajo o en las plazas. Si bien actualmente su presencia es sólo esporádica y en programaciones especiales de Radio Universidad y Radio Nacional, el Radioteatro ha sentado matriz para una forma de hacer radio donde más allá de roles específicos profesionales de locución, periodismo, móvil, columnista y tantos otros, lo que prima es el “personaje” que se interpreta para oyentes que de una u otra manera se aferran a historias; aquellas que les permiten crear imágenes visuales, sus propias imágenes visuales desde una simple escucha de imágenes sonoras.

 

Otras prácticas radiofónicas

En 1948 se incorporó la tercera emisora de AM que fue LW3 Radio Splendid, integrante de una de las tres redes de emisoras más importantes en el país. Eran famosas las transmisiones con orquestas en vivo ya que tenía un auditorio para 200 personas, y los radioteatros que salían de gira al interior de la provincia. La emisora fue cerrada por el gobierno de facto en 1979.

A ese universo radiofónico se la va sumar recién en 1966 Radio Nacional Tucumán. Es la década en la que la radio da pelea a la televisión y que se afianza en dos pilares fundamentales: la música y la información. Un año después de que naciera Radio Nacional Tucumán, una resolución de la Secretaría de Comunicaciones establecía nuevas pautas para la programación de Radio Nacional. Aparece aquí claramente expresada una política radiofónica en base a una ideología conservadora que establecía criterios de valor: el 70% de los espacios debían ser musicales y los restantes orales. De ese porcentaje el 40% debía ser música clásica, el 34% música ligera, el 15% música nativa y el 11% música popular.

Más tarde vendrían las estaciones de frecuencia modulada, con las mismas características que se dieron en todo el país. La tecnología de frecuencia modulada tenía dos ventajas incuestionables sobre la transmisión de amplitud modulada: gran calidad en la recepción de señales sonoras y menor costo de instalación de los equipos trasmisores. Estas cualidades, más la necesidad de expresar lo que no se podía o estaba prohibido/condicionado por los gobiernos militares, fueron disparadores de la multiplicación de emisoras de frecuencia modulada que conformaron en esos años de recuperación democráticas buena parte del voluminoso cambio tecnológico y estético que tuvo la radio.

En Tucumán la primera FM fue la de Radio Nacional Tucumán en 1978, y en las emisoras comerciales, FMI (Frecuencia Modulada Independencia) de LV12 que nació en 1985. Luego comenzaron a multiplicarse las frecuencias moduladas, conformando lo que a nivel nacional se conocería como “explosión de las FM” ante la necesidad de libre expresión del pueblo argentino ante las presiones de la dictadura y el manejo absoluto de los medios de comunicación. Las FM representaron –más allá incluso de sus propios objetivos- símbolo de resistencias y necesidad de cambio.

Desde esa matriz radiofónica que delineó el inicio de “lo radiofónico” como proceso en permanente construcción, en Tucumán fueron apareciendo y también apagándose, muchas radios.

Fotografía: Sandrine Dole

Un caso particular significó Radio “El Clavillo” en la ciudad de Concepción, al sur de Tucumán. Como única radio de amplitud modulada que estaba en el interior de la provincia, comenzó a transmitir en 1986. Si bien era una radio comercial, sus contenidos y estructura organizativa la acercaban a las características de las radios comunitarias al abordar problemáticas cercanas a las comunidades de sur tucumano en una especie de “taller al aire” de participación y construcción de ciudadanía. La democracia había vuelto con todas las expectativas y en el sur tucumano Radio “El Clavillo” era el espacio radiofónico de formación de comunicadores y comunicadoras del interior, pero además, y fue lo más importante, de construcción de sujetos sociales y políticos que encontraban su derecho a no ser hablados por otros. Radio “El Clavillo” marcó con fuerza a una generación de comunicadores que entre las reconocidas voces radiofónicas de esa época, y las que se insinuaban con le explosión de las FM, operó de verdadera bisagra histórica en la siempre apasionante historia de la radiofonía tucumana.

En 1989 se inauguró Radio Universidad Tucumán durante la gestión del rector Rodolfo Campero. Inició sus transmisiones diarias en forma experimental con tres horas al aire desde el ámbito del Instituto de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología (Laboratorios de Telecomunicaciones), donde también se construyó el primer transmisor de 60 watts de potencia. Para octubre de ese año, la radio había ampliado a seis horas diarias su transmisión. En 1992, se inauguraron los nuevos estudios y planta transmisora en el Centro Cultural “Eugenio Flavio Virla”. Hoy es una de las radios universitarias más importantes que integran ARUNA (Asociación de Radios Universitarias Nacionales Argentinas)

Este proceso histórico de configuración radiofónica, con sus continuidades y rupturas, forma parte del basamento común que conforman las prácticas radiofónicas poseedoras de un patrimonio cultural, social y lingüístico que interpela para articulaciones y diálogos con otros procesos que invariablemente forman y constituyen un presente heterogéneo y complejo en densidades comunicacionales.

 

Habitar el presente

Si bien las memorias del centenario radiofónico son una mirada necesaria que permite interpretaciones y legitimaciones acerca de lo que se recuerda y quiénes recuerdan, es una exigencia el situar esa mirada para un presente de nuevas resonancias. Y ese presente es el de la pandemia que venimos atravesando y tramitando. Pensar no en la pandemia sino desde la pandemia, supone posicionamientos de vivir el mundo más que el estar en el mundo. Una reflexión situada.

¿Qué relación podemos establecer entre Radio y Pandemia, precisamente en tanto que la caracterización institucional mediocéntrica de la Radio actualmente se halla movida por experiencias de convergencia, plataformas, radios a la carta, podcasts y otras categorías que, sin embargo, tienen una matriz común: la radio en su irreversible carácter de hecho socio cultural, tal como se historizó en el recorrido anterior?

Una aproximación posible es considerar lo que de novedad pueden mostrar como aporte nuestras Radios, en esta Pandemia, para-con esta Pandemia.

Y a la novedad no la encontramos en los medios “tradicionales”, por llamarlos de alguna manera, en donde se siguió haciendo lo de siempre. Se debe reconocer que aunque no modificaron formatos, dieron más cabida a la situación epidemiológica del país y de la provincia, alertando sobre la necesidad de la responsabilidad individual para el cuidado personal y comunitario y dando espacio para que las audiencias relaten sus experiencias desde el aislamiento o el necesario distanciamiento. Sin embargo la preeminencia tiene que ver con cantidad de enfermos, cantidad de contagiados, cantidad de muertos, cantidad de actividades prohibidas o habilitadas, cantidad de detenidos por violar la cuarentena, cantidad, cantidad y cantidad… Poco se habla de la experiencia cultural que estamos transitando. Del impacto de nuestros datos en la virtualidad, de mediaciones dadas vuelta, de las consecuencias inmediatas acerca de nuestras estructuras de negación en tanto el sistema nos hace organizar las experiencias viviendo la inmediatez sin demasiada reflexión, de las preguntas acerca de las posibilidades que la virtualidad nos brinde una temporalidad otra que ayude a cierto ordenamiento simbólico ante lo incierto…Poco cuenta lo que se hace en los barrios, las solidaridades de territorios, las creativas y novedosas formas del cuidado a quienes más necesitan que las propias familias y las organizaciones sociales van encontrando…

Obviamente, no se trata sólo de la radio, sino del sistema mediático en general. Pero de la radio se espera –más allá de sus formas y mediatizaciones sonoras en que se presenta actualmente- narrativas sonoras empáticas con la audiencia en tanto le habla directamente a una escucha que transforma ese sonido social en parte de su vida cotidiana.

 

La novedad radiofónica en pandemia

La novedad vino más bien desde la radio pública, de la radio universitaria y desde las pequeñas radios comunitarias que tuvieron un rol preponderante en relación al programa “Seguimos Educando” del Ministerio de Educación de la Nación. Y aún en aquellas en donde ni siquiera se emitió ese programa pero en las que su cuerpo docente apeló a las radios a fin de que el vínculo del proceso de aprendizaje no fuera interrumpido por la pandemia.

Estas decisiones políticas de gestión instalaron una serie de interrogantes que dan cuenta de una re ubicuidad de lo radiofónico en tanto en situación de pandemia hay una nueva configuración del vínculo Estado, Sociedad, Comunidad. Interrogantes que desde la cátedra Comunicación Radiofónica (FFyL-UNT) configuramos como un análisis y una investigación situados:

  • ¿El Estado consideró a las emisoras meros canales de transmisión disponibles o actores políticos protagónicos en los territorios? Las radios, ¿apoyaron al Estado en la tarea educativa? El Estado, ¿apoyó a las radios como actores territoriales?
  • Los contenidos del programa “Seguimos Educando” ¿interpelaron a las radios comunitarias en cuanto a su rol, a su agenda y a su programación? Estas radios, ¿estaban preparadas para cumplir el rol que les pedía el Estado?
  • ¿Qué rol jugó el programa “Seguimos Educando” en la relación entre las radios y las instituciones educativas del territorio? ¿qué valor le asignaron los/as docentes y la familia a las radios? ¿Se posicionaron las radios como espacios de legitimación de los saberes escolares? ¿Fueron los/as comunicadores/as de las radios quienes pusieron voz al proceso o los/as docentes y directivos de los establecimientos escolares?
  • Las familias y docentes, ¿sólo usaron los contenidos concretos aportados por el programa “Seguimos Educando” o trabajaron con otros contenidos?

Habrá novedad mientras existan interrogantes con respuestas que exceden a los propios actores que las protagonizan. Lo cierto es que la vinculación de las radios públicas, universitarias y comunitarias con los procesos educativos no es de ahora; tiene que ver con un profundo compromiso con los procesos de transformación de las desigualdades sociales que la misma pandemia se encargó de des ocultar y des naturalizar y con el profundo arraigo en los territorios de la que son parte.

 

Hacer Radio hoy

Hacer Radio tiene que ver con poner el mundo sobre la mesa. Una suerte de banquete, de celebración sonora que invita a los oyentes y las escuchas a que conozcan, sientan, perciban, toquen todo lo que la humanidad ha creado, tecnológico-cultural, material y simbólico.

En pandemia son cuestiones que ameritan hacerlo en tanto sujetos con conciencia social y responsabilidad democrática que trabajan en comunicación más allá de los roles profesionales específicos; sujetos que bregan por más conciencia social, más responsabilidad democrática, más ciudadanía comunicacional.

Entonces, ¿dónde está y que aporta la Radio en este escenario de disrupción urgente e incierto en el que se juega la capacidad intercultural que construye las diferencias y las posibilidades solidarias de una vida digna e igualitaria para todas y todos?

Esa es nuestra gran interpelación para posicionarnos en tanto la tarea comunitarista –término que politiza la idea de comunidad- supone que están puesta entredicho las prácticas, incluso las radiofónicas.

Fotografía: Sandrine Dole

En momentos en que se están cocinando futuras sedimentaciones de lo político, que es posible escuchar radio en dispositivos no convencionales, donde hasta la radio más pequeña tiene su página web, donde hay aplicaciones y más aplicaciones y radios que forman parte de unidad de negocios más que de determinados medios, se hace necesario tener una postura ética-política.

Potenciar las visiones relacionales y repensar el vínculo entre lo comunitario, lo público y lo estatal desde nuevos moldes, antes de quedar atrapados nuevamente en la maquinaria del “retorno a la normalidad”, es el marco desde donde pensar y sentir un hacer radio actual. Al menos intentarlo.

Todo esto sin descuidar que la Radio nos anima a una permanente revisión de la propia biografía pero también de la biografía colectiva. Como una forma de ser capaces de entender lo que de verdad hemos aprendido de la vida, lo que tiene sentido y lo que hemos perdido en ese andar. Porque la Radio está para hacernos preguntas. No para responderlas sino para acompañar su naturaleza y existencia. Preguntas sobre el amor, el dolor, la muerte, las dificultades, la fragilidad, el hambre, la miseria…como algo muy esencial en la vida cotidiana de una sociedad. Porque la escuchemos en AM, FM, on line, on demand, podcasty más allá de las categorías de institucionalización, la radio fue y seguirá siendo un servicio público.

Quizás es lo que explica su vigencia en estos 100 años. Quizás no dimensionamos lo hermosamente cierto que dice Marcelo Kischinhevsky cuando asegura que “la radio es la banda sonora de la vida cotidiana, ese espacio de manifestación social, cultural y político donde no solo podemos escuchar los sonidos del mundo, del país y de la ciudad, sino que debemos tratar de hacernos oír” Casi nada.

  

 

 

[1] En el marco de la celebración de los 100 años de la Radio, el escritor y periodista Alejandro Stilman guionó este trabajo que representa un hito en la radiofonía argentina, cuando el 27 de agosto de 1920 se realizó la primera transmisión radial en el país desde la terraza del Teatro Coliseo. Es una teatralización a cargo de los actores Gustavo Bonfigli (como Enrique Susini), Lucio Cerdá (como Miguel Mujica), Néstor Hidalgo (como Luis Romero Carranza) y Gastón Ares (como César Guerrico).


Tina Gardella
Locutora, Lic. en Comunicación Social y Magister en Planificación y Gestión de la Comunicación. Docente en la Lic. en Ciencias de la Comunicación (FFyL-UNT) y en la Maestría Problemáticas Contemporáneas de la Comunicación (UNJu). Directora de la Carrera de Locución Nacional (Unsta). Integra el Comité La Radio del Nuevo Siglo que nuclea a docentes y profesionales de Radio del país. Trabajó en LV7, LV12, Radio Nacional y Antena 8. Su trabajo profesional lo inició en la ciudad de Concepción en Radio El Clavillo, FM Mediterránea, FM Concepción y FM Universal. Fue conductora del Informativo diario de TeleSur, la televisión por cable del sur tucumano. Sus trabajos de extensión/investigación relacionan Radio y Derechos Humanos. Actualmente coordina el Nodo Noroeste del proyecto PISAC COVID 19 “Las radios y la continuidad educativa en el contexto de aislamiento social: relevamiento, diagnóstico y orientaciones para repensar la comunicación, la educación y la conectividad en Argentina”.

Imagen de tapa: Fotografía de Sandrine Dole.


Sandrine Dole
Nació en Francia en 1976. Tras formarse en diseño gráfico en 2001 se licenció en Diseño Industrial. Actualmente vive en Marruecos y trabaja en proyectos que dan respuestas a comunidades en estado de vulnerabilidad. Ha recibido numerosos premios y sus trabajos se exhiben en ferias de diseño internacionales.

Información sobre las imágenes

Bessengue City fue una experiencia ideada en 2002 por el artista conceptual africano Goddy Leye, que incluyó talleres y una serie de proyectos de sitio específico en el precario barrio periférico Bessengue de la ciudad de Douala, en Camerún. Esta pieza incluyó la participación tanto de Leye, como de otros artistas y de la comunidad local. Básicamente consistió en la instalación de una radio barrial que pudiera dar voz a los sin voz. En efecto, los parroquianos diseñaron la programación, seleccionaron la música, compusieron los jingles, promocionaron almacenes y tienditas locales, consiguieron los auspicios y plantearon sus demandas concitando así la atención de la clase política que acudió a los programas de la radio, para dejarse interpelar por la comunidad.


Goddy Leye (1965 -2011) [1] fue un artista e intelectual camerunés. Conjuntamente con su producción artística propiamente dicha, Leye fue fundador del Centro de Arte ArtBakery en Bonendale, Camerún, además de desempeñarse como curador y promotor de programas internacionales de arte. Su papel fue central en la escena cultural y artística de su país, Camerún.