A propósito de “La hermandad”. El cine como espejo donde mirarnos y ad mirarnos.

A propósito de “La hermandad”. El cine como espejo donde mirarnos y ad mirarnos.

A propósito de “La hermandad”. El cine como espejo donde mirarnos y ad mirarnos.

Por Paula Storni

 

Sólo para comenzar…

Escribo desde ese eterno sentimiento de amor/odio con Tucumán, tan llena de contradicciones… Me enoja a niveles impensados el conservadurismo imperdonable en lo que se refiere a lo ideológico, a ciertas posiciones retrógradas y medievales con respecto a problemáticas tales como, en general, aquellas vinculadas con la cuestión del reconocimiento de todo tipo derechos (derechos humanos, derechos de la mujer a decidir sobre su cuerpo, los de todas las personas y sus identidades, reafirmaciones y o cambios de identidad sexual o de género, religiosa, política, etc.)

Sin embargo, encuentro en el ámbito cultural (y hoy más que en el de la educación formal atravesada por estos conservadurismos antiderechos) que se produce en esta misma compleja provincia, una suerte de salida interesante y salvadora para mirarnos desde los productos culturales que hoy se están realizando desde las distintas instituciones hacedoras de cultura, las que, lamentablemente, muchas veces trabajan en competencia y en pugna. Más allá de estas luchas más o menos explícitas de la gestión cultural provincial y la producida desde la Universidad y organismos de gestión independiente, se vienen realizando ofertas de gran valor en nuestra provincia. Más si se tiene en cuenta el contexto en el que nos encontramos: más allá de nuestras diferentes lecturas y las mejoras que seguramente podrían seguir realizándose, es prácticamente innegable la apuesta consciente en Tucumán a la producción cultural en las distintas áreas: música, teatro, cine y producción audiovisual en general, creación y remodelación en materia de museos, proliferación de medios de comunicación hegemónicos y alternativos, etc.

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De expectativas y públicos

Ayer fui a ver “La hermandad”, de Martin Falci en el marco del Festival de Cine Gerardo Vallejo. El film había generado muchas expectativas por distintas razones. En primer lugar porque es otra de las tantas producciones audiovisuales generadas por tucumanos que junto con “Bazán Frías: Elogio del crimen” entran en la competencia del ya histórico y renombrado Festival, en mi opinión, uno de los logros sostenidos en la gestión cultural de la provincia, logro más valorado aún dentro del contexto nacional que, como sabemos, no sólo ha producido significativos recortes en materia de cultura, ciencia, educación y tecnología sino que además ha dejado sin efecto a muchas de las políticas y los logros del kirchnerismo.

Captura de Pantalla de LA HERMANDAD. Gentileza Martín Falci.

Otra de las razones que hacía que este producto fuese tan esperado se vinculaba directamente con los miembros de la comunidad gymnasista que, a mi entender, incluye a alumnos, docentes, directivos, padres y ex alumnos. La tercera razón de la espera involucraba al público que se encuentra fuera de esa grupalidad y que ha escuchado pero no vivenciado muchas de las hazañas, las llamadas tradiciones y los mitos que hacen al relato y la memoria de la histórica institución. Como espectadora me autoposiciono en ambos grupos con una parcial mirada “desde adentro” (soy madre de alumnos que concurren a esta institución, colega y amiga de varios profesores que allí trabajan y ex pareja de un egresado que siempre ha tenido una mirada muy crítica sobre “el colegio”) y, una “desde afuera”, como miembro no activo del colectivo. De modo que partí con toda esta mochila a disfrutar de la película en compañía de mis tres hijos.

Una cuarta cuestión y no por ser la última referida, menor, y que nos atravesaba a todos como audiencia tenía que ver con el momento en que se realizó la producción. La película se presenta como un documental que muestra el Campamento realizado en 2017, año cargado de debates internos y externos originados dentro del colegio pero que trascendieron las puertas de la institución y se instalaron con fuerza en los medios locales, las redes sociales y la opinión pública en general. El campamento 2017, se realizaba unos meses después de la tristísima y violenta muerte callejera de uno de los alumnos de sexto año del Gymnasium, y en medio del arduo debate acerca de la posible entrada de mujeres a una histórica institución de varones, inclusión que para muchos miembros de la hermandad significaba la posible muerte de muchas de las tradiciones que hacían a la “esencia” del prestigioso Colegio, que, en el imaginario popular representaba uno de los templos del pensamiento humanista y progresista provincial.

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La hermandad: de identidades, mitos y otras cuestiones

Partiendo de la premisa de que ninguna mirada es totalmente objetiva y que todas las miradas son en cierto modo, educadas y aprendidas, me referiré aquí únicamente a cuestiones vinculadas al contenido del documental. Dejo pues, la técnica, para los expertos. La hermandad se presenta desde el comienzo como género documental que busca, como señaló Benjamín Ávila, desde una “mirada antropológica”, dar cuenta de esos lazos que se entretejen entre los alumnos del Gymnasium desde su ingreso a los 10 años hasta su egreso ocho años después. La película toma como eje uno de los pilares de la llamada identidad o “esencia” gymnasista: el Campamento, espacio que constituye para los alumnos ingresantes uno de los ritos de iniciación centrales, si no el más importante, para la entrada en la hermandad. Los protagonistas del relato son los niños que en 2017 ingresan al colegio, última promoción constituida únicamente por alumnos varones. Todos ellos serán pues miembros/hermanos de la comunidad después de haber atravesado por una serie de juegos/ritos iniciáticos que formarán parte del mundo de vida del gymnasista. Los protagonistas, nombrados en la presentación como personajes principales, lo cual llama poderosamente la atención porque sus nombres aparecen al final del film cual si fueran actores, son pues los ingresantes pero la mirada desde la que se narra la historia no es la del niño que aparece en escena, sino la del director niño y ex alumno de la institución que construye el relato desde la memoria y la experiencia. De manera coherente, en el documental hay una ausencia total del mundo adulto. Los padres de los principiantes aparecen sólo al comienzo, cuando despiden a sus hijos. El relato se va creando pues desde esa evocación que es la del niño ex alumno hoy director. Basta pensar en la selección de las escenas de los niños que más aparecen en la película y que no son todos los niños, si no aquellos que probablemente más representan al espíritu gymnasista. No aparecen quiebres en ese relato idealizado de la hermandad: los niños que extrañan, los que bajan del campamento antes del tiempo estipulado, los que se aburren con las actividades propuestas, los que no soportan los ritos. Los miembros de la hermandad son un puñado de elegidos. Y, como en toda hermandad, existen los líderes, las jerarquías, los bufones, los serviciales, etc. Los elegidos representan, hay que decirlo, los modelos masculinos de la heteronormatividad: los fuertes, los que “se la bancan”, los “populares”, probablemente los que ya se anticipan o esperan ser los zorros o zorrinos del 2024, aunque, probablemente y con suerte y con el ingreso de mujeres, la cuestión ya se haya transformado.

Captura de Pantalla de LA HERMANDAD. Gentileza Martín Falci.

No nos engañemos. El problema no está en, como a menudo se escucha, la fuerte identidad que se crea en el Gymnasium y en los colegios pre universitarios. La cuestión radica en cuáles son los contenidos, los discursos, los símbolos y las prácticas sobre las que se constituyen las identidades. El sentido de pertenencia a cualquier colectivo es algo altamente favorable si los miembros de la comunidad toda se sienten representados en esa identidad imaginada, que claro, es siempre heterogénea, múltiple, conflictiva, etc. y no una esencia pura que se hereda de manera casi mágica. Ya sabemos que muchas de las formas de dominación, entre éstas el patriarcado, se enseña, se aprende y se hace carne por la ausencia de otras miradas, otras pedagogías, en fin otras identidades. La hermandad del Gymnasista existe, no nos engañemos y se materializa en la vida educativa cotidiana, pero está plagada de luchas, violencias y desigualdades que pueden estar más o menos ocultas.

En el diálogo posterior del director y la producción con el público (el film fue ampliamente celebrado y aplaudido) Falci se refirió a la necesidad de hacer este documental “para develar el mito” de la hermandad gymnasista. En mi opinión, el documental lo reproduce, no lo aborda críticamente; lo muestra, no lo deconstruye. En todo caso y como lo señalaron Falci y Ávila, esa, es tarea del espectador. Pero no todos los espectadores, o al menos los niños, están preparados para salirse de la fascinación del espectáculo y mirarse en ese espejo de otra manera, más crítica y transformadora.

La idea del cine como espejo para vernos y como dispositivo pedagógico no es original, pertenece a uno de los especialistas en comunicación más importantes de la actualidad. El cine es, como cualquier otro discurso, tanto generador de identidades como instrumento de transformación social. Celebro la realización del documental, celebro que se visibilice lo oculto. Cuando les pregunté a mis hijos qué opinaron del film, coincidieron en que “es así, tal cual lo vez ahí”. Propongo entonces su difusión por el valor del documental que radica en mostrar cómo se construye una identidad. Pero la mera difusión sin un debate posterior sólo estaría contribuyendo a seguir sosteniendo las pedagogías de la violencia. Aún cuando al principio de la película los compañeros de Paver propongan el mandato de la no violencia por la memoria de su compañero ausente, ésta termina ingresando por distintos espacios, acciones y símbolos.

 

 


Paula Storni
Profesora en Letras de la Facultad de Filosofía y Letras por la UNT. Se desempeña como docente en las cátedras de “Cultura y Comunicación” e “Historia de la Comunicación” de la carrera de Ciencias de la Comunicación, así como en los niveles medio y de formación docente no universitaria. Su investigación se ha centrado en las prácticas de consumo cultural de los jóvenes y su vinculación con la escuela media. Ha publicado diversos artículos en revistas especializadas de Educación y dedicadas al estudio de juventudes. Está finalizando sus estudios de posgrado en la Carrera del Doctorado en Ciencias Sociales de la UNT.

Imagen de tapa: Captura de Pantalla de LA HERMANDAD. Gentileza Martín Falci.