POEMAS | EMILIA GUTIÉRREZ
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La noche en la isla
Fui la mujer
que ha reído
histriónicamente
con una copa de vino;
admito haber fingido
ser menos
que el hombre
sentado a mi lado.
He sido muchas y
siempre yo misma,
siempre yo misma,
más ahora.
Antes era
la que giraba
según ajenos sentidos;
Ahora soy bosque
inmenso
haciendo sonar sus latidos.
¿A qué has venido?
No tengo respuestas.
Estoy ocupada
encendiéndome
desde adentro.
Tres negativas
No tener miedo del final
o sus consecuencias;
simplemente
describir la escena
del día que decidiste
nunca más temer
el final de algo.
No huir
al bosque de los recortes:
Aceptar el destino
inexorable
de las letras
e integrarlas
a lo infinito.
En pocas palabras
No huyas
de aquello que te espera:
Llega antes.
La tortuga avanza
Has derramado
cataclismos en mí.
Juraste encontrarme
y destruirme.
Más nunca podrás:
Morirás de sed
antes de encontrarme.
Y yo llevaré
conmigo
mi casa.
Colecciones
Una vida sin deseo,
es maravilla esperando
a ser develada,
cubierta bajo el velo
del acostumbramiento.
¿Por qué entonces armar
colecciones de momentos
desarmados y neutros?
El gesto de la colección
debería comenzar
ahí donde empieza el deseo.
Dirimir la línea precisa
cuasi evanescente
entre el deseo de vida
y el deseo de muerte;
Luego, decir:
yo colecciono en la tarde
la memoria del sol
implacable en tu rostro
como ejercicio
para no olvidar.
Y seguir deseando.
Un deseo
Una vez vi
una manta caer
abrigando al aire.
Deseo
que mis palabras
así te hablen.
Dos palabras
Leí que donaron un corazón
al hombre que vive
al final de aquella avenida
y vos y yo, mi vida
sin podernos asir
el cartílago de una mano
en esta noche de luces
renegadas
e infinitas.
Imagen de tapa: Emilia Gutiérrez, “Regreso al bosque”. Collage.