Entrevista a Bernabé Quiroga

Entrevista a Bernabé Quiroga

Entrevista a Bernabé Quiroga

Por Fabián Soberón
Mayo 2021

 

En 2011 Alex de la Iglesia dio un discurso en la entrega de los premios Goya. Allí dijo que el cine del futuro estaba relacionado con Internet. En ese momento, ya lejano, fue un anuncio anticipatorio y muy polémico. Muchos cineastas miraron con escepticismo y fueron críticos de Alex de la Iglesia. Hoy, esta afirmación parece tener una interpretación diferente ya que una parte del cine se consume a través de internet y la comunidad cinematográfica y, sobre todo los públicos, han cambiado. ¿Qué opinión tenés sobre esto?

Estoy en gran parte de acuerdo. Por un lado, Internet es el medio de exhibición cinematográfica más sencillo, cómodo y barato que existe. Puedo terminar de editar un cortometraje a la tarde, y a la noche ya lo puedo enviar a festivales o subir a YouTube para que lo vea cualquier persona en cualquier parte del mundo. Esto abre una puerta enorme a muchísimos cineastas que antes no tenían la suerte de poder exhibir sus trabajos tan rápidamente ante tantas personas.

En Internet, la sala es infinita. Pueden entrar infinitos espectadores, e infinitas películas. Los servicios de streaming, como Netflix o Amazon o hasta Cine.Ar, le brindan un espacio a esas películas que no durarían o llegarían a las salas por no llamar tanto la atención de la gran audiencia. En las nuevas plataformas, esos films pueden estar disponibles para los ojos curiosos de cualquiera, a todas horas. Allá afuera, en las cadenas de cine, el nuevo drama de un director argentino o una película independiente de terror, tiene que compartir pantalla y competir con “Avengers” o “Harry Potter”. Pero cuando se trata de la exhibición virtual, las oportunidades están más equilibradas. No es que una película tiene más salas u horarios que otras. Pueden estar todas disponibles por igual, a sólo un clic.

La realidad es que todos, tanto cineastas como espectadores, ansiamos comodidad. Queremos que las cosas sean fáciles. E Internet –en casi todas sus facetas– nos brinda eso. Como cineastas tenemos más oportunidades y como espectadores podemos ver películas que nunca llegarían a los cines, en el horario que nos quede cómodo. Esto obviamente abre la puerta a otra discusión que es el nuevo tipo de espectador: ¿Cómo consume la película? ¿Cómo se conecta con la historia si la puede pausar o adelantar en cualquier momento? ¿Es esto un problema realmente grave? La verdad es que no lo sé. Solo conozco mi experiencia y creo que siempre es mejor ver un film en la sala antes que en mi celular. Pero negar los aportes que hizo Internet a la distribución y consumo de cine, es ridículo y anticuado.

De todas formas, el CINE como experiencia de ir a una sala oscura a ver una película rodeado de personas desconocidas, va seguir existiendo de la misma manera en que el teatro sigue existiendo por más que haya obras disponibles para ver de manera virtual. Porque no vamos a la sala a ver la película nada más. Vamos por la experiencia, individual y compartida.

Así que sí, el futuro del cine está en Internet, pero no porque vaya a matar la tradición del cine, sino porque es un espacio y un medio amplio y cómodo, que brinda nuevas oportunidades para más películas y más realizadores.

 

El economista Nick Srnicek denomina a la plataforma un dispositivo que permite que dos agentes interactúen desde el punto de vista productivo o económico. El economista considera al fenómeno de las plataformas como un dispositivo propio del capitalismo. De hecho, uno de sus libros se llama Capitalismo de plataformas. ¿Crees que el sistema de plataformas es un sistema que llegó para quedarse en el cine contemporáneo?

Totalmente. Como mencioné antes, estas plataformas ofrecen comodidad y accesibilidad. Ya no hay que ir al videoclub, manejar hasta la sala o arriesgarse a descargar el archivo incorrecto. Cada uno de estos servicios ofrece un catálogo variado que se renueva constantemente, y cada vez hay más plataformas (este año, por ejemplo, HBO Max y Paramount+ llegan a Latinoamérica). Si bien la oferta es abrumadora, solo basta con investigar un poco y elegir la plataforma que ofrezca el contenido que más querés ver.

También vivimos en una época en que consumismos y comentamos contenido audiovisual más que nunca. Por ejemplo, Netflix monopolizó el discurso en las reuniones sociales relacionado a qué película vimos o qué serie estamos siguiendo. Por otro lado, cada nueva producción de DisneyPlus (“The Mandalorian”, “WandaVision”, “The Falcon And The Winter Soldier”) es tendencia mundial en redes sociales durante los meses que se emiten. Todo esto demuestra que el streaming llegó para quedarse y no va a desaparecer (al menos hasta que aparezca algo incluso más cómodo). Lo que sí creo que pasará en el futuro es que el contenido que veamos en esas plataformas se irá modificando y las líneas que separan lo que es “Cine” de lo que es “Televisión” se volverán difusas. Al no estar restringidas por horarios de salas de cine o de canales de Tv, puede haber películas que duren 4 o 5 horas sin ningún corte de escenas de parte del estudio; o puede haber algunas series con 3, 8 o 15 episodios con diferentes minutos de duración. Es un mundo muy amplio y nuevo, y queda mucho por descubrir.

 

¿Cómo ves los cambios en los consumos en el cine contemporáneo, especialmente en el cine argentino?

En la actualidad se consume muchísimo más cine que antes, y gran parte de eso es debido a los nuevos espacios y plataformas de exhibición. Hace unos días charlaba con mi mamá y me contaba acerca de su fanatismo por las películas de Bollywood que encontró en Netflix. Tener acceso a films de la India es algo que hasta hace unos años era casi imposible de imaginar, pero ahora lo tenemos en nuestro bolsillo. Y lo mismo pasa con el cine argentino. No solo existen Cine.Ar o Cont.Ar, también tenemos nuevos espacios como los Espacios INCAA. También, el hecho de que el cine argentino esté apostando cada vez más por los géneros populares como el suspenso, el policial, la comedia o el terror en menor medida, hacen que la audiencia crezca. Tal vez las películas nacionales sigan sin llamar la atención de todo el público, pero la oferta está y es muy accesible para cualquiera. En lo que respecta a series argentinas, la historia es otra. Las plataformas de streaming reavivaron el interés por producciones como “Los Simuladores” y “Okupas”, mientras que otras series como “El Marginal” en Netflix, se volvieron un éxito enorme entre el público joven. Por más que Hollywood siga dominando el mercado y la atención de las masas, el interés por las producciones nacionales está creciendo.

 

¿Por qué creaste una plataforma de cine tucumano y de género?

Las razones fueron dos. Por un lado, quería que existiera un espacio en el cual los cineastas locales pudieran compartir sus trabajos y el público pudiera tener acceso fácil a las producciones tucumanas. Había demasiados cortos esparcidos y perdidos por Internet, y algunos increíbles que el público nunca había visto. Pensé que, si los ubicaba en un mismo sitio web con un diseño contemporáneo con el que un usuario promedio se sienta cómodo, podría fortalecer nuestro cine al darle más visibilidad.

Por otro lado, quería que se conociera una faceta de la cinematografía local que muchos no saben que existe: el cine tucumano fantástico y de género. Creo que al no tener el “prestigio” y la “seriedad” asociadas con el drama y el documental, se tiende a minimizar los aportes y fortalezas de los géneros, y se tiende a ignorarlos. Y quería romper un poco con esa idea, mostrando el amplio y asombroso abanico de trabajos con el que contamos. Pensé que quizás, si creaba este espacio y les daba visibilidad a esos films, podría llegar incluso incentivar a otros cineastas locales (o estudiantes de cine) a animarse a filmar más producciones fantásticas y de género en la provincia. Y así ayudar a que crezca este cine.

 

En una entrevista mencionaste la idea de que se difunde, sobre todo, cine tucumano asociado al documental y al drama ¿Crees que existe una idea instalada respecto de qué se produce en Tucumán? ¿Esa idea está relacionada con lo que se piensa en Tucumán y fuera de Tucumán?

Cuando se habla de cine tucumano, se tiende naturalmente a mencionar los films más exitosos, como “Los Dueños”, “El Motoarrebatador”, “La Hermandad” y “Bazán Frías: Elogio del Crimen”. Y me encanta que se hable de ellas, son muy buenas películas. Pero su éxito y el discurso que se armó alrededor de ellas, cimentó la idea de que en Tucumán solamente filmamos dramas y documentales. Esta idea es nueva y vieja a la vez.

Por un lado, es parte de la tradición del cine argentino en general, que siempre le dio la espalda a los géneros cinematográficos, ya sea por ser poco creíbles, por demandar presupuestos elevados o por carecer de seriedad o importancia (todos conceptos erróneos y arcaicos).

Por otro lado, es también una idea reciente en la provincia, impulsada consciente o inconscientemente por la muy popular campaña que se desarrolló alrededor del “Nuevo Cine Tucumano”, que creció más allá de los límites de la provincia hasta volverse el único discurso relacionado al cine que se produce en Tucumán. Nadie sabe con exactitud qué es (¿movimiento? ¿corriente? ¿maniobra de marketing?), pero funcionó muy bien, ya que ayudó mucho a difundir recientes producciones locales. El “Nuevo Cine Tucumano” no cuenta con una definición exacta, pero parece englobar a películas y cortos (más que nada dramas y documentales) que tratan temáticas sociales e historias relacionadas con la perspectiva de género. Pero el “Nuevo Cine Tucumano” no es todo el cine tucumano. Es un recorte realizado con algunas características específicas en mente. El problema con hacer un recorte es que, obviamente, hay cosas que quedan afuera. Y en el caso del “Nuevo Cine Tucumano”, eso que queda afuera son la mayoría de las producciones fantásticas y de género de Tucumán.

Todo esto creó una idea (tanto en el interior de la provincia como en el exterior) de lo que supuestamente es el cine tucumano, lo que se filma en la provincia, y lo que se debe difundir y celebrar. No es una mala idea, pero es una idea limitada que excluye a muchos cineastas y producciones.

 

¿Cómo ves la relación entre cine de género y centro de producción marginal? Entiendo como marginal a un lugar de producción como Argentina, alejado de los grandes centros de producción mundial.

Existe una especie de paradoja fascinante en esa relación entre el cine de género y los centros de producción marginal, como Argentina. En la gran industria, como Hollywood, las películas de género son, en su mayoría, producciones multimillonarias hechas por las grandes compañías y con actores reconocidos mundialmente. Por ejemplo, la saga de “El Conjuro” (terror) o “El Señor de los Anillos” (fantasía) de Warner Bros, o los films de “Iron Man” (acción/superhéroes) de Marvel/Disney. Mientras, los dramas pequeños e intimistas que se hacen en Estados Unidos tienden a contar con bajos presupuestos y a no llamar tanto la atención de las productoras más conocidas. Esto, en Argentina, es curiosamente al revés. Los dramas de personajes y con pequeñas historias, suelen tener muchísimo apoyo y más oportunidades de llegar al público. Mientras, el cine argentino de terror, por ejemplo, se alzó independientemente y sin apoyo de ninguna productora o entidad del gobierno. Se hizo sin presupuesto y entre amigos, en casas de familia y con cámaras hogareñas. Y en la actualidad se mantiene vivo porque fanáticos y aficionados crearon productoras independientes y festivales de cine que se dedican exclusivamente a los géneros, y que ayudaron a darle la credibilidad que necesitaban para poder empezar a conseguir más financiación. De igual forma, los géneros en Argentina, por más que existan más espacios y más ayuda, siguen manteniéndose al margen. La idea del “prestigio”, del cine “de festivales”, de qué es serio y qué es importante, continúan empujando a las películas fantásticas y de género lejos del foco de atención.

 

 

 


Bernabé Quiroga
Licenciado en Cinematografía y docente de la Escuela Universitaria de Cine, Video y Tv (EUCVTv) de la UNT. Como realizador audiovisual, participó en numerosas producciones y co-dirigió el cortometraje “Carla Vs. el corazón de mi mejor amigo” que se halla disponible en la plataforma CINE.AR. En 2021 lanzó “Cine Tucumano de Género”, una plataforma de streaming que armó durante la cuarentena y que actualmente administra.

Fabián Soberón
Nació en Tucumán. Licenciado en Artes Plásticas y Técnico en Sonorización, se desempeña como Profesor en Teoría y Estética del Cine en la Escuela Universitaria de Cine y como Profesor en Comunicación Audiovisual en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, en la que también ha sido Profesor de Historia de la Música. Colaboraciones suyas se han publicado en Ñ, Perfil o La Gaceta de nuestro país y  Suburbano, ViceVersa o Hispamérica de EE.UU. Integra las antologías “Poesía Joven del Noroeste Argentino” (2008), “Narradores de Tucumán” (2015), “Nuestra última Navidad” (2017), “Viral” (2020), así como el diccionario monográfico “La cultura en el Tucumán del Bicentenario”, de Roberto Espinosa (2017). En 2014 obtuvo la Beca Nacional de Creación otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Traducido al portugués, al francés y al inglés ha presentado sus libros y documentales en universidades y espacios independientes de Puerto Rico, Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Islandia y Suecia. Autor de “La conferencia de Einstein” (2006); “Vidas breves” (2007); “El instante” (2011);  “Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez” (2013), “Ciudades escritas” (2015) y “Cosmópolis. Retratos de Nueva York” (2017) más el volumen “30 entrevistas” (2017). Realizó los documentales “Hugo Foguet. El latido de una ausencia” (2007); “Ezequiel Linares” (2008), “Luna en llamas” sobre la poeta Inés Aráoz (2018); “Alas”, sobre el poeta Jacobo Regen (2019) y “Groppa. Un poeta en la ciudad” (2020). Con Fito Soberón y Agustín Espinosa, también editó el disco “Pasillos azules” (2019).

Imagen de tapa: ilustración de César Carrizo.