POR QUÉ LA PELOTA NO SE MANCHA
Nuevamente Aldo Ternavasio comparte con Sin Miga sus reflexiones acerca del impacto de haber ganado en Qatar la Copa Mundial de la FIFA 2022. En efecto, la condición eminentemente vincular de nuestro país, que es capaz de convertir la alegría colectiva en un acontecimiento político, le hace repensar el valor de la fiesta popular en palabras que, esperamos, ayuden a pensar el sentido de construir proyectos que nos representen genuinamente como pueblo.
.
POR QUÉ LA PELOTA NO SE MANCHA
Por Aldo Ternavasio
Lo que más me emociona de este triunfo no es sólo la belleza del juego alcanzando su máxima expresión, para mí, por ejemplo, en el segundo gol, ése con el que Fideo coronó ese exquisito virtuosismo colectivo. No es tampoco la épica exaltada ni el infartante suspenso que hace que las películas de Hitchcock parezcan tutoriales de autoayuda. Lo que realmente me emociona es ese miedo retroactivo cuando tomamos conciencia de que podría haber fallado todo en el último segundo. Es ese plus incontrolable, el destello caprichoso de lo imposible cambiándolo todo; el deseo de llegar hasta ahí que no se mide ni por el mérito ni por el esfuerzo o el sufrimiento. Se mide por la voluntad de aceptar ese capricho, de apostarlo todo a él: hay que saber amar lo que un definitivo instante de incertidumbre es capaz de hacer de nosotros. Veo la multitud en la calle y veo ese amor.
Podríamos no haber sido nosotros, es verdad, pero como estamos dispuestos a entregarnos al azar más indolente del juego, nos hacemos dignos de lo que nos acontece. Hace ventiún años vimos cara a cara la brutalidad de este mundo. Hoy, en una situación que no es igual, pero que también es brutal, el futbol nos toca con el don de lo imposible. La multitud afirma ese saber del amor, aquí y ahora, encendido por la selección en una cancha en un sórdido emirato del golfo pérsico. No hay condena definitiva ni realidad que no pueda ser contraefectuada cuando se está dispuesto a aceptar el acontecimiento que podría, no obstante, hacerlas inmodificables. Pero al final, hagamos el esfuerzo que hagamos, el mérito habrá sido siempre del acontecimiento. Puede que sin saber sufrir no se pueda, pero con saberlo tampoco alcanza.
Amar una causa es siempre amar lo que no es ni igual, ni más grande, ni más chico que nosotros mismos. Es amar lo que tenemos de imposible. Aquí y ahora no sólo está en las calles el pueblo que es. También está allí el pueblo falta. Ese pueblo siempre por venir que sabe que las cosas pueden ser otras.
Imagen de tapa: Ramón TEVES, de la Serie: Topografías cromáticas. Fotografía digital full color. 2021