LA INCLUSIÓN NO ES COTILLÓN
Con la venia de la Dra. Susana Maidana, SinMiga reproduce dos reflexiones de su autoría acerca de temas que se han hecho públicos en la arena política de nuestra provincia y que, sin duda, se hallan unidos por la defensa de derechos que hoy consideramos humanos: el del reconocimiento de la diferencia y el del acceso universal a la educación sexual.
LA INCLUSIÓN NO ES COTILLÓN
por Susana Maidana
Estimado Sr. Severo Sosa: acuerdo con usted que nuestro país y tantos otros no son verdaderamente inclusivos porque no tienen en cuenta a quienes poseen movilidad reducida, que son sordos, autistas, ciegos, ancianos, entre muchísimos otras posibilidades.
Sin embargo, no comparto que haga referencia al lenguaje inclusivo como una forma de contrarrestar un tema con otro que, a mi juicio, no tienen nada que ver. Creo que una cosa es el lenguaje inclusivo y otra muy distinta es que vivimos en una sociedad que incluya a personas con algún tipo de discapacidad. Ni bares, cines, restaurantes, medios de locomoción, instituciones públicas y privadas, entre muchas otros, se adaptan a las múltiples necesidades de la población.
Innecesariamente, su carta minimiza, desvaloriza y ridiculiza al lenguaje inclusivo innecesariamente porque lo muestra como algo tan accesorio como un cotillón. El lenguaje inclusivo surgió como una herramienta, en la década de los años 70, con el fin de garantizar la igualdad de derechos de las mujeres ante las marcas masculinas del lenguaje. En los últimos años, un segundo momento apunta al reconocimiento de la diversidad sexual porque, tradicionalmente el lenguaje sólo reconoció los géneros masculino y femenino, dejando en un lugar muy desdibujado, al neutro, minimizando los derechos de personas, que exigen su reconocimiento. En efecto, a fines del siglo XIX la filosofía mostró que el lenguaje también estigmatiza, oculta las diferencias, homogeneiza y rotula.
El lenguaje inclusivo pretende mostrar que los términos no pueden reducirse a dos categorías dejando afuera todas las otras porque ello afecta derechos de muchos seres humanos.
Contrariamente, usted contrapone su justa demanda con el lenguaje inclusivo para minimizarlo y definirlo en tanto accesorio, tan accesorio como los artículos de cotillón, sin reparar en el sufrimiento del Otro, que por ser diferente, siente no se respetan sus elecciones de vida. El lenguaje inclusivo no es un artículo de cotillón sino una forma de admitir que hay diferencias que necesitan del reconocimiento tanto como un ciego requiere de la carta en Braile.
ACALLAR LA EDUCACIÓN NO ES EL CAMINO
El país está de duelo por los actos de violencia que han llegado al asesinato por pertenecer a otro club, a otra escuela, a otro barrio, por haber elegido una sexualidad diferente, por practicar un deporte distinto, por tener otro color de piel, entre otros.
En momentos en los que el bullying es moneda corriente tanto en la escuela, como en el hogar y en la calle, no deja de sorprender que Nadima Pecci, legisladora por Fuerza Republicana, partido liderado por el hijo del genocida Antonio D. Bussi, ataque a la educación en nuestra provincia, por no entender que ésta es el arma principal en contra de esa hermana de la ignorancia y del terror hacia el diferente, que es la violencia.
La Legisladora pretende avanzar en contra de la educación al proponer que sean los padres quienes autoricen la enseñanza de educación sexual integral (ESI), atentando así contra la libertad de cátedra y de pensamiento pues niega una realidad que está a la vista de todos: la existencia de diversas identidades así como de familias distintas respecto de las que tradicionalmente se entronizan como “naturales”. Pretendiendo tapar el sol con las manos, Nadima Pecci no comprende que éstas no están reñidas con la ética porque lo que verdaderamente no es ético es negarse a saber, a conocer, a convivir con seres humanos que son diferentes y que son nuestros pares.
¿Por qué la deconstrucción de conceptos, las familias alternativas, la diversidad sexual son “intrusivas” según la Legisladora, cuando “intrusivo” significa paralizante, perturbador y molesto”? Por cierto, la respuesta es obvia.
Asimismo, no deja de resultar extraño que la Legisladora desconozca la diferencia entre “partido” y “política”. Decía Aristóteles que los seres humanos somos políticos porque aquélla atraviesa la trama social y aún quienes se autoproclaman “apolíticos” están sosteniendo una posición política, algo muy distinto a pertenecer a un partido determinado. Es difícil entender cómo alguien que se dedica a la política pueda desvalorizarla considerándola “mala” o digna de ser controlada.
Espero que la Honorable Legislatura de Tucumán no avale una propuesta que contraría los derechos humanos de primera, segunda y tercera generación en cuanto una medida de este tipo coarta la libertad, en general, y la libertad de expresión en particular ya que ataca el derecho a la educación para el ejercicio de la ciudadanía democrática al tiempo que elimina aquellos que se relacionan con el reconocimiento de la diversidad.
Finalmente, ansío que nuestros representantes promuevan una educación integral, en la cual la palabra pueda derrotar al silencio y a la doble moral.
Imagen de tapa: Ilustración de César Carrizo.