POEMAS | por Marx Bauzá
Péndulo
El abrazo necesario.
La distancia justa y mínima.
El péndulo entre aquí y allá
que nos evita
caer
ante la vastedad de un mundo en ruinas.
Sostenernos apenas,
tras un hálito vital.
Titilantes palabras
ocultas
tras el brillo
refulgente de pantallas móviles
que no siempre muestran nuestras lágrimas
Mientras Ella Fitzgerald y Louis Armstrong cantan
mejilla a mejilla
y tratamos de conectar con algo
que nos eleve
más allá de la triste melancolía
de algún amanecer o algún ocaso.
Somos,
al fin y al cabo,
los mismos personajes
de Lost in translation,
con otras ropas y perfumes,
aliviados de vernos y reconocernos
aunque sea
en los espejos
tiranos de los ascensores.
Subimos o bajamos,
orbitando como electrones entre ambas posiciones
extremas
como si tuviésemos 6 años
y hubiéramos ido a disfrutar
alguna plaza con alguna prima
en una bella tarde de otoño.
.
.
Plot Twist
Mi padre me acerca en su auto rojo
hasta la parada de ómnibus.
Llegará de un momento a otro.
Presto atención a los sonidos de la mañana.
Gorriones vuelan.
Quetupíes trinan.
Un hombre pasa diciendo: Maicarro.
El caballo galopa
parsimoniosamente
como en algún poema del Teuco Castilla.
La sangre tracciona
hacia mi universo personal.
Leo en mi smartphone
un poema profundo de Aníbal Costilla
sobre su vida en el campo.
Compro batería,
aire acondicionado viejo compro.
Ahí viene la dicha
a hacer un plot twist,
apenas perceptible,
un cambio brusco de estado.
Sopla el viento
y caen en cámara lenta
las hojas del otoño.
En algún lugar de mi interior
yace la eterna primavera.
.
.
La tortura
Ahora que el reggaetón muere
lentamente
absorbido por el sonido urbano
que mece los días
extendiéndose como un reguero,
por todos los rincones de la Tierra.
Ahora que su sonido
lleva en sí
la melancolía de los tiempos felices.
Ahora, cuando advertimos
que eso era dicha
y nos dejamos abrazar por el recuerdo
de canciones que torturan
hasta el cansancio
el trance o sortilegio
de lo que ya no somos.
Ahora,
mientras me dejo caer
en el diletante sosiego de esta tarde
y disfruto aún de las frutas maduras,
saboreo
con todo mi paladar
el néctar
de aquella noche
cuando movimos nuestros cuerpos
bailando
contoneándonos
al ritmo vital del encuentro
y el deseo pulsional
del ritmo frenético y las voces
de Alejandro Sanz y Shakira.
.
.
Bossa nova en el jardín
Conocer a alguien
lindo
y que valga la pena.
Ver su suavidad y sutilezas.
Su entrega y pasión.
Morir de amor.
Tener miedo de volver a empezar
y cagarla
como siempre.
Sin embargo animarte
a decirle que querés
hacerle milanesas con puré un día
conocer su gato otro día
y oler su perfume.
Saber que dirá que sí.
Escuchar bossa nova en el jardín.
Escribirle poemas.
Ver como le brillan los ojos
por vos o alguna piba.
Arrobarlo en memes.
Mandarle emojis de brillitos y unicornios.
Creer que esta vez es para siempre.
Escucharlo relatarte su vida.
Estar ahí
mientras busca los acordes.
Luego pensar.
No sería mala idea
ir por helado.
Chocolate amargo,
quinotos al whisky y maracuyá.
Eso.
Ya saben.
Decirle:
tu presencia me hace sentir
que estoy vivo
y entonces
verlo sonreír.
Imagen de tapa: Ilustración de Patricio Corvalán